“La corrupción de sindicalistas – fenómeno social”

La Coordinadora FSM Chile celebró el 19/11/2011 un seminario en Santiago de Chile, con la participación de 120 sindicalistas militantes

Por Wari

29/03/2012

Publicado en

Columnas

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La Coordinadora FSM Chile celebró el 19/11/2011 un seminario en Santiago de Chile, con la participación de 120 sindicalistas militantes. El orador principal fue el Secretario General de la FSM, George Mavrikos. A continuación se ofrece un extracto de su discurso:

“La fuerte influencia del reformismo y el oportunismo en el movimiento sindical a lo largo de los años hace indispensable la capacidad del movimiento de orientación de clase de investigar y entender con precisión las causas sociales de este fenómeno con el fin de enfrentar de manera eficaz las fuerzas que lo cultivan.

Ya en el siglo XIX, Karl Marx destacaba, en la crítica a los sindicatos ingleses, la posibilidad que ofrecía el monopolio industrial inglés a la burguesía de Inglaterra en el mercado internacional para comprar e incorporar numerosas capas de la clase obrera, especialmente a los trabajadores cualificados.

En los primeros años del siglo XX, con el pleno desarrollo del capitalismo monopolista, Lenin observó la expansión de este fenómeno a otros grandes estados imperialistas. Los capitalistas contaban con la capacidad de comprar las capas más altas de la clase obrera, gracias a las grandes ganancias que se aseguraban con la exportación de capitales y en general a la acción de los grandes grupos monopolistas. Caracteriza a esta aristocracia obrera como “agentes de la burguesía dentro del movimiento obrero”, verdaderos agentes de los capitalistas, conductores del reformismo y el chauvinismo. Se centra tanto en la posición de clase como en la conciencia de clase de esta capa, y subraya que si no se entienden las raíces económicas del fenómeno y la importancia política, el movimiento obrero no puede avanzar en la solución de sus tareas prácticas.

Un ejemplo característico es el gobierno de España, que de los impuestos que recauda de los trabajadores, “devuelve” a CC.OO. y UGT todos los años grandes sumas de dinero. La cantidad que recibieron estas organizaciones en 2010 del presupuesto general central del Estado en España sobrepasan los 10 millones de euros. Una parte se destinó a “inversiones sindicales” en Centroamérica y América Latina.

Así pues, la misma realidad muestra que la expansión y profundización de las relaciones capitalistas de producción en la época en que el imperialismo generaliza el fenómeno de la aristocracia obrera y la división de la clase obrera dentro de un país, así como la penetración de las percepciones y actitudes pequeño burguesas en su movimiento sindical y político.

La aparición temprana de este fenómeno puso de relive la necesidad de una confrontación mayor con los intereses de estas capas, la forma en la que se expresan en el movimiento sindical obrero y la lucha por la unidad de la clase obrera en la línea de clase.

Es importante destacar que el intento de corrupción e incorporación de las capas de la clase obrera no se limita a la parte material de la compra de conciencias directa (salarios muy altos, compensaciones económicas “no declaradas”, etc.) La burguesía se ha encargado y se encarga de crear para los “obedientes” funcionarios y trabajadores reformistas unos buenos puestos en los sindicatos “burgueses sumisos”, en comités de ministerios, organismos internacionales como la OIT e incluso en los parlamentos. Es esta burocracia sindicaly política, de fuente y origen obreros, la que conforma el ariete para el refuerzo y el mantenimiento del corporativismo y del reformismo dentro del movimiento sindical obrero. La historia y el papel de los sindicatos amarillos en los últimos 100 años demuestra su excelente utilidad para el capital, precisamente porque se pueden aparecer como representantes de los trabajadores, como parte de la clase obrera.

La existencia de la aristocracia obrera no debe entenderse de forma estática como un fenómeno social que sólo afecta a algunas economías capitalistas avanzadas o ciertos sectores de la economía o empresas individuales. Cuando se extendió y profundizó el desarrollo del capitalismo en todo el mundo, la aristocracia obrera emergió y se estableció en países donde antes no existía. Por ejemplo, en Grecia, su expansión se asocia con el papel sucio del instituto de corrupción “Fridrich Ebert” y mecanismos para la gestión de programas y financiación de la UE, también a nivel de los sindicatos reformistas. Los puestos remunerados en varios comités de “cooperación social” son formas esenciales de formación de la aristocracia obrera contemporánea.

En Austria, en el período 1998-2000, la central sindical OGB fue condenada en los tribunales por corrupción debido a que el banco BAWAG demostró el gasto 1,5 mil millones de euros en “inversiones sindicales” en el Caribe … Hoy en día el papel de los austríacos lo han tomado los españoles, belgas, franceses, holandeses, etc.

Se hace evidente que los mecanismos del estado burgués son complementarios a los mecanismos del capital a fin de estabilizar y ampliar estas capas vendidas de la clase obrera.

Hay que prestar especial atención en no incluir en aristocracia obrera de forma simplista a todos los trabajadores con salarios altos en las industrias con alta productividad del trabajo, o cualquier trabajador que ejerza las funciones principales de supervisión en el proceso moderno de producción capitalista. Estas simplificaciones oscurecen el tema, dividen en vez de unir a la clase obrera. Por ejemplo, un especialista con salario alto de los obreros que trabajan en condiciones insalubres en la minería del carbón o en la construcción naval, con un papel operativo y en términos de intensificación de gran cantidad de trabajo, no puede ser clasificado como aristocracia obrera.

La posibilidad que brindó a las fuerzas del capital el rápido desarrollo del capitalismo en muchos más países que en el pasado, para comprar segmentos de la clase obrera, no debe conducir al movimiento sindical clasista a la percepción de que este fenómeno social puede extenderse indefinidamente . Y esto sobre todo porque el mundo capitalista, especialmente el antiguo y altamente desarrollado, funciona de forma contradictoria. Por un lado, todos los países capitalistas tienden a romper las barreras que impiden el movimiento de capital en el mercado global para el beneficio de sus propios monopolios, utilizando una parte de la ganancia excesiva para la compra de segmentos de la clase obrera. Por otro lado, sin embargo, la intensidad de la competencia en el mercado global empuja a cada burguesía a reducir el precio de la mano de obra en el país para mejorar su posición competitiva. Así que la política de gestión del sistema capitalista requiere hoy, cada vez más a menudo, una reestructuración estratégica (flexibilizacón de las relaciones laborales, privatización de empresas y servicios estatales, reducciones salariales y despidos de funcionarios, etc.) que objetivamente afectan a algunos sectores de la aristocracia obrera.

Los acontecimientos de los últimos años, con la crisis capitalista global que golpea la vida y los derechos de cientos de millones de trabajadores de todo el mundo, muestran claramente el papel eterno de los líderes de los sindicatos reformistas amarillos en la promoción de los intereses del capital.

Durante años, antes del estallido de la nueva ronda de crisis económica capitalista, los sindicatos han desempeñado un papel insidioso para la subversión y el debilitamiento del carácter maviso del movimiento sindical, cultivando los conceptos de “cooperación social” de la clase obrera con el capital, la negativa a participar en importantes iniciativas de lucha (huelgas, manifestaciones, etc.), mediante la transformación de los sindicatos en estructuras burocráticas e “instituciones” de mediación entre los trabajadores y el estado burgués, otorgando su conformidad a los patrones para golpear a todas las voces de lucha en el nivel primario – en las fábricas, empresas y lugares de trabajo.

Firmaron numerosos convenios colectivos, no sólo por debajo de las necesidades reales de la clase obrera de hoy, sino por debajo del nivel de la inflación, contribuyendo así a la intensificación de la explotación de los trabajadores que supuestamente representan. Cultivaron con todos estos métodos un clima de fatalismo, de aceptación del “mal menor”, es decir, la reducción de los salarios o las horas de trabajo a fin de no perder los puestos de trabajo.

Por lo tanto, era natural que con el estallido de la crisis económica capitalista, una parte importante de los trabajadores que seguía por costumbre, por temor o precaución a las directivas sindicales vendidas, se encontraran desvalidos, incapaces de reaccionar ante el ataque devastador del capital en contra de sus derechos.

Por su parte, los sindicatos amarillos siguieron, como era de esperar, su trayectoria de hacer concesiones de forma continua también durante los años de la crisis. Adoptaron las interpretaciones de los diferentes apologistas del capital sobre las causas de la crisis, exculpando al propio sistema capitalista, destacando la necesidad de “sacrificios” de todos siempre que se “distribuyeran de manera justa”, firmando contratos colectivos degradantes en nombre del “riesgo de quiebra de la economía nacional.”

Se demostró una vez más, y con motivo de la actitud de las diversas fuerzas frente a la crisis económica capitalista, que la clase obrera en cada país no puede progresar, no puede desarrollar su propio camino independiente para satisfacer sus necesidades, sin un enfrentamiento y ruptura decisivos con las fuerzas del compromiso, la “cooperación social” y el derrotismo en el movimiento sindical.

No hay cabida hoy para autoengaños de que las cúpulas de los sindicatos amarillos pueden cambiar de rumbo, que pueden convencerlos las masas trabajadoras para tomar una dirección correcta, para liderar la lucha de clases. ¡Tienen que convencerse todos los trabajadores honestos que aún les siguen, para dejar de lado a estas directivas, para echarlos de los sindicatos, para sumarse y avanzar junto a los sindicatos de clase en un frente único de la clase obrera.»

Por George Mavrikos

Tomado de Federación Sindical Mundial

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