12 de octubre de 1492: El supuesto descubrimiento

Por: Gabriel Villalba Pérez* Cuenta la historia contemporánea, narrada por cronistas europeos fundamentalmente, que el denominado “Nuevo Continente” se descubrió un 12 de octubre de 1492

Por Pedro Guzmán

13/10/2021

Publicado en

Columnas

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Por: Gabriel Villalba Pérez*

Cuenta la historia contemporánea, narrada por cronistas europeos fundamentalmente, que el denominado “Nuevo Continente” se descubrió un 12 de octubre de 1492. A partir de esa fecha estos mismos cronistas europeos bautizaron mal a este lado del mundo con “América”, “Latinoamérica”, “Hispanoamérica”; apelativos que hasta el día de hoy acompañan ciertos saberes formales. Pero antes de ser mal bautizados ya existíamos en el Abya Yala con toda nuestra riqueza mineral, cultural, biodiversidad, tecnología y cosmovisiones.

Hasta el día de hoy la historia eurocéntrica cuenta la historia del supuesto descubrimiento. Lo cierto es que nosotros ya estábamos aquí, no estábamos escondidos, estábamos en nuestra casa; fueron ellos los que se encontraban perdidos. Esta resignación a la historia contada de nuestro supuesto descubrimiento marcó el devenir de nuestro comportamiento con diversos complejos de inferioridad hacia Europa, y otros mucho más complicados, complejos de superioridad hacia los pueblos indígenas pre existentes al colonialismo español, portugués e inglés.

La resistencia al auto reconocimiento de la identidad indígena que nos acompaña genéticamente carga consigo toda una seria de estructuras y superestructuras sociales y de comportamiento cotidiano que ya hemos asumido como normales. Fausto Reinaga por ejemplo no admite la categoría “indígena”, desarrollando desde su obra la Revolución India una concepción de indianidad como noción identitaria de la bolivianidad confrontada con las estructuras raciales pigmentocráticas imperantes en el Estado Republicano boliviano. Siguiendo la categoría de Reinaga en términos estrictamente sociológicos e identitarios podemos afirmar que todo boliviano es en esencia indio porque por sus venas recorre sangre de nuestras naciones y pueblos invadidos, violentados y violados por el yugo español, portugués o ingles desde 1492.

Negar nuestra propia composición identitaria conlleva la adopción de ciertos patrones de comportamiento arcaicos como la reminiscencia a los valores coloniales y republicanos en contraposición a la plurinacionalidad. Por eso la defensa de una sola bandera, una sola religión, y una sola construcción homogénea de Estado con todas sus estructuras y valores. Como antítesis de ese Estado colonial que intenta homogeneizar se hace más imperante el análisis del paradigma de Estado Plurinacional desde la visión de la heterogeneidad con múltiples naciones y pueblos indígenas pre existentes a la invasión colonial, múltiples idiomas oficiales, concepción del Estado laico independiente de cualquier religión, y la wiphala como símbolo de esa pluralidad.

Precisamente es este símbolo del sur global, la wiphala, la representación de la necesidad de nuevos paradigmas civilizatorios más allá de las banderas legadas tras los procesos de descolonización (expulsión militar de los ejércitos coloniales). Quedaron como estructuras no sólo simbólicas y físicas de la colonia las instituciones con todas sus viejas lógicas. Sino, fundamentalmente la concepción mental impuesta en las escuelas, hogares y todos los aparatos ideológicos. Apartarse de ese chip mental colonial heredado y naturalizado conlleva deconstruir los saberes más primarios ahondando en la decolonialidad que es superestructural y s expresa en la forma de educación, cultura, sentido común, ideas imperantes y aceptadas como habituales, comportamientos; es decir todo el campo superestructural.                  

*Abogado y analista político.

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