Muerto (de la risa): El virus de la Calle 13

La semana que pasó nos ha dejado otro ejemplo de cómo cada micrófono es una trinchera, de cómo el compromiso con las luchas populares no es ni marginal ni patrimonio de determinados sectores

Por Cesarius

24/11/2011

Publicado en

Columnas

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La semana que pasó nos ha dejado otro ejemplo de cómo cada micrófono es una trinchera, de cómo el compromiso con las luchas populares no es ni marginal ni patrimonio de determinados sectores. Calle 13 se tomó otro escenario, su estrategia viral funciona.

Recuerdo cuando las emisoras trasmitían a un Calle 13 que sólo era un grupo de plena o reguetón que triunfaba entre los chicos malos y las nenas deseosas de un hombre fuerte y bien machistoide. No habían entrado aún a los salones de la fama mundial ni Residente (René) había mostrado las garras.

En aquellos tiempos sus letras decían cosas tan vacías como la de Atrévete, todo un hit en Otramérica:

«Atrévete, te, te, te

Salte del closet,

destápate, quítate el esmalte

Deja de taparte que nadie va a retratarte

Levántate, ponte hyper

Préndete, sácale chispas al estárter»

Los cuerpos musculosos y las letras anoréxicas escondían un buen secreto. Al mismo tiempo que escribían para gustar, metían el dedo en el ojo con temas en favor de la independencia de su Puerto Rico natal o defendían causas perdidas desde los pocos micrófonos serios que les prestaban. Pero René y Calle 13 son un virus, fueron permeando poco a poco, se infiltraron en el sistema y, una vez dentro, se han dedicado a dinamitarlo con una inteligencia y una sensibilidad poco normal.

La semana pasada, Calle 13 arrasó en los Grammy Latinos. Lo hizo, básicamente, con un tema que tiene temblando a Otramérica. Probablemente no se habrá escrito un himno a Latinoamérica como el tema que toma su nombre. De una sensibilidad contundente y de una rabia contenida apabullante, el video del tema Latinoamérica ha sido un hit en youtube (3,8 millones de visualizaciones) y reúne al mejor René con históricas de la voz femenina del continente como Totó, la Monposina (Colombia), Susana Baca (Perú) y María Rita (Brasil). Pero lo más significativo es que el líder de Calle 13 volvió a aprovechar la elegante gala de los Grammy para dar voz a los sin voz. En esta ocasión se puso una camiseta que reclamaba educación pública y gratuita y nombró, una a una, las heroicas luchas de los estudiantes en Chile, Colombia, República Dominicana o Puerto Rico. Los acartonados presentadores de la gala lo censuraron cuando quiso denunciar el sistema de la payola (las emisoras que cobran por difundir la música de los artistas) y potenció, una vez más, el sistema de orquestas populares de Venezuela al interpretar Latinoamérica con la orquesta sinfónica del inédito proyecto venezolano dirigido por uno de sus alumnos más famosos: Gustavo Dudamel. Ya hizo algo similar en Viña del Mar cuando cantó el tema a torso descubierto y con su espalda grafiteada en apoyo de las luchas mapuches einvitó a artistas nacionales, invitando a la producción que les diera más espacios.

Fuera de Otramérica quizá todo esto suene a sentimentalismo, a anécdota del realismo mágico, a show… pero no lo es. Seguir el twitter oficial de Calle 13, o rastrer, la trayectoria musical de estos nuevos ídolos de la descolonización es conocer otra forma de hacer política, tan vieja como los romanceros y tan innovadora como el marketing viral.

Si quieren saber sobre el ideario de este virus llamado Calle 13 sólo tiene que escuchar este tema y alucinar: Calma Pueblo.

Por Paco Gómez Nadal

Coordinador de Otramérica

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