[Columna de Opinión]

A 200 años de la Doctrina Monroe 

La doctrina Monroe, con sus distintas actualizaciones, sigue siendo la base para definir la política exterior norteamericana.

Por El Ciudadano

25/10/2023

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Por Duarte Correa

El 2 de diciembre se cumplirán doscientos años del discurso pronunciado por el presidente de los Estados Unidos de América (EUA) James Monroe, que ponía las bases de la conocida internacionalmente como doctrina Monroe. Doctrina unida a la frase «América para los americanos», una frase que puede llevar a confusión de tener en cuenta solo su literalidad o el momento en el que fue pronunciado el discurso; quien así lo haga pensará que el presidente de los EUA defendía en ese discurso el fin del colonialismo europeo en América, para implantar democracias liberales, de las que ellos eran el primer ejemplo; y que esa defensa se hacía en base a los principios de no intervención y neutralidad. 

Pero la realidad era muy distinta, en ese largo discurso del presidente Monroe, y en documentos de la misma época entre los que destaca una carta del anterior presidente Thomas Jefferson, quedaba claro ya que los EUA consideraban el continente americano como un ámbito geográfico en el que solo ellos podían intervenir; entendiendo además cualquier tipo de injerencia una agresión, que pondría en peligro su paz y felicidad; y afirmando también que la función de los EUA era proteger ese patio trasero, dado que en él habitaban pueblos inferiores que precisaban de su ayuda, pues «nadie puede creer que nuestros hermanos del Sur, dejados solos, adoptasen por voluntad propia» otros sistemas políticos.

La doctrina Monroe, con sus distintas actualizaciones, sigue siendo la base para definir la política exterior norteamericana; una política exterior que recibió distintos nombres en función del momento histórico, pero que siempre tuvo y siguen teniendo como objetivo defender exclusivamente los intereses y la hegemonía de los EUA en los distintos ámbitos, económico, militar, energético, geopolítico… 

Imperialismo 

Hay un concepto para definir perfectamente esa política, es el concepto de imperialismo, y que no hace referencia únicamente la una etapa ya pasada de la historia contemporánea, como desde determinados ámbitos políticos y académicos se nos quiere hacer ver. 

«Que Israel y Ucrania tengan éxito es vital», esta frase la pronunció el pasado viernes Joe Biden, en un discurso televisado al país desde el despacho de la Casa Blanca. Un discurso solemne, en el que dedicó más tiempo a hablar de Rusia y de la guerra en Ucrania que de Israel y de Palestina. Discurso que parecía más la intervención de un tele-predicador que la del presidente de un Estado moderno. En él hizo referencia varias veces a que la seguridad y la libertad de los EUA están en juego, y a que están llamados a dirigir el planeta, pues «el liderazgo estadounidense es lo que mantiene unido al mundo» y «hay personas inocentes en todo el mundo que tienen esperanza gracias a nosotros, que creen en una vida mejor gracias a nosotros, que están desesperadas por no ser olvidadas por nosotros y que nos están esperando». 

Desde 1990 hasta hace bien poco, estuvimos viviendo en un mundo caracterizado por la globalización en el ámbito económico y por la imposición, de manera unilateral, en el ámbito de las relaciones internacionales del llamado orden basado en reglas. Globalización y unipolarismo conformaban la tesis defendida por Francis Fukuyama en su obra El fin de la Historia y el último hombre; una tesis masivamente divulgada en occidente para hacernos creer que la humanidad ha llegado ya a su estado superior, con la desaparición de las guerras y de los enfrentamientos ideológicos; y en el que la hegemonía del modelo impuesto por los EUA organizaba el mundo en función exclusivamente de sus intereses. 

Una etapa que se cierra en un mundo que se mueve 

Vivimos tiempos convulsos propios de un cambio de época, y el discurso de Joe Biden muestra unos EUA preocupados y a la defensiva, pues no dan entendido que la hegemonía se gana y se pierde, y siguen pensando que encender fuegos, o echar gasolina en vez de agua y arena en fuegos ya prendidos produce réditos eternamente. 

El conflicto en Ucrania permite ver cómo muchos de los más fieles aliados pasan a ser díscolos, y actúan de forma autónoma, sin dejarse llevar por el discurso triunfalista y falso de que con las sanciones Rusia será derrotada en breve. Solo la Unión Europea sigue a piñón fijo las decisiones de los EUA, y así nos va. 

Y en Oriente Medio, el total apoyo a Israel en su objetivo de hacer inviable el Estado palestino perpetrando un genocidio en Gaza, puede asentar determinados movimientos que se vienen produciendo en la región en los últimos meses, y que van en línea contraria a los intereses estadounidenses. 

Los datos hacen pensar que EUA seguirá alimentando nuevos focos de tensión, pero se equivoca se piensa que en la actualidad las relaciones internacionales vienen marcadas por bloques ideológicos, como en la guerra fría. 

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Duarte Correa; profesor de historia y analista internacional. Artículo publicado originalmente en Galicia, en  nosdiario.gal/

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