Columna de opinión

Accionar abusivo y matonesco de Carabineros ¿Quién le pone el cascabel al gato?

No se debe normalizar el accionar represivo que Carabineros de Chile ejerce, sin control alguno a la protesta social,  hay que ir más allá de lo evidente

Por Felipe Menares

23/04/2018

Publicado en

Columnas

0 0


No se debe normalizar el accionar represivo que Carabineros de Chile ejerce, sin control alguno a la protesta social,  hay que ir más allá de lo evidente. Quién se preocupa de evaluar, no sólo el respeto a los derechos básicos de las personas, sino que también la eficacia en el actuar de la policía en el marco de las manifestaciones masivas.

Como ha ocurrido innumerables veces el uso desmedido de gases tóxicos que, en alta y desconocida concentración, para no hablar de la composición química de estos, que no sólo afectan a los manifestantes, la inmensa mayoría de ellos que no participan de las acciones más radicales, sino que también a las y los ciudadanos que no protagonizan la protesta o reclamo.

La pestilencia y efecto de los químicos usados por Carabineros permanece por largas horas y hasta días en los sectores afectados, sectores que abarcan un perímetro mucho mayor al escenario de la movilización, escuelas, comercio, oficinas públicas y barrios completos deben sufrir la desbocada política de gasear a la población que implementa la cuestionada policía de Carabineros a través de las Fuerzas Especiales.

Pero esto no se queda allí, los que llevamos años cubriendo las movilizaciones y particularmente quienes nos hemos dedicado a observar el actuar policial,  nos hemos preguntado mil veces cual es el criterio, qué protocolos se siguen,  para contener la acción radical de algunos, los menos, en cada manifestación.

Lo que hemos visto, por años, es como las acciones de los grupos más decididos comienzan en un lugar específico, que desde el  punto de vista de una planificación policial eficiente, profesional y bien ejecutada, orientada a confinar el punto de conflicto en un espacio reducido y así “controlar” la situación, lo que ocurre usualmente, es todo lo contrario…la policía, con su respuesta,  lo que hace es ampliar el radio de acción del conflicto, varias cuadras a la redonda de donde se inició, avanzando con sus piquetes y carros blindados,  disparando bombas lacrimógenas, agua pestilente y gases a destajo, casi como un ejército de ocupación, golpeando y agrediendo como si fueran un grupo de matones,  a quien se le cruce por delante sin distinción.

Entonces lo que comienza, una vez finalizada la marcha estudiantil del 19 de abril,  en el caso de Valparaíso,  en Avenida Francia con Pedro Montt, primero se extiende a todo lo larga de Pedro Montt, para luego ocupar la Plaza de la Victoria, para llegar a la Avenida Brasil y las calles aledañas ¿Dónde está la eficacia de los antimotines? Si después de su actuar lo que fue un punto específico se convierte en un caos generalizado en el centro de la ciudad puerto.

A esto se agrega lo que ya hemos visto anteriormente, pero que en el caso de la Marcha Estudiantil del 19 de abril, llegó hasta el ridículo,  micros, furgones zorrillos y personal de a pie, sin justificación alguna avanzó por calle Esmeralda, pasando frente al municipio, en contra del tránsito hasta llegar a la intersección con la subida Ecuador para atravesar allí sus carros, cuando en ese sector no pasaba nada que requiriera “sus servicios”, generando un atochamiento monumental y afectando sin razón a quienes se encontraban en ese sector que es altamente transitado por vehículos y peatones, luego de permanecer un tiempo allí, se retiraron sin más.

¿Quién responde por este evidente abuso en el uso de la fuerza, efectuado sin razón alguna y afectando a automovilistas, transeúntes y al normal funcionamiento de ese sector de la ciudad que no registraba alteración alguna?

Esta reflexión no busca alentar, ni de lejos promover la represión estatal, a la no sólo legítima sino que necesaria protesta y movilización social,  mediante el uso de la policía militarizada ni menos  avalar o justificar los abusos y flagrantes violaciones a los derechos humanos individuales y colectivos que cotidianamente cometen los agentes del Estado, a lo largo del país,  con anuencia del gobierno de turno, sino que exigir un control efectivo de parte de quienes corresponda para evitar los excesos y la falta de profesionalismo de los responsables del “orden público”.

Esta actitud descontrolada, gansteril y abusiva de los agentes represivos que forman parte de las FF.EE. de Carabineros de Chile, cuyos lamentables resultados hemos visto a lo largo de los años y que en esta ocasión agrega los episodios en la Universidad Austral de Chile en Valdivia, en la Universidad de Santiago, el atropello a un estudiante de ARCIS y otros muchos actos de violencia desmedida, descontrolada y generalizada, tiene que terminar.

La pregunta que surge después de todo lo descrito es ¿Será que todo este accionar es intencional? ¿Se busca premeditada e intencionalmente generar un ambiente de caos y violencia para, como resultado de aquello, deslegitimar socialmente las movilizaciones? ¿De ser así significa que Carabineros actúa en función de una determinada ideología y no en favor del bien común de todos las chilenos y chilenas?

Quizás los anunciados cambios anunciados en Carabineros a raíz de la corrupción también generalizada en los altos mandos y los montajes policiales conocidos por el develamiento de la llamada Operación Huracán, sean la ocasión para intervenir también en este cuestionado espacio.

*Edgar Guíñez es director de SICNoticias

Síguenos y suscríbete a nuestras publicaciones