Allende

“ Eso no está muerto, no me lo mataron, ni con la distancia, ni con el vil soldado

Por Director

24/07/2011

Publicado en

Columnas

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“ Eso no está muerto, no me lo mataron,

ni con la distancia, ni con el vil soldado.”

(S. Rodríguez)

Esta semana se dieron a conocer los resultados de las pericias forenses al cuerpo del mandatario Salvador Allende Gossens. Se suicidó.

La prensa hegemónica de nuestro país, haciendo gala del espíritu farandulero que la desborda, se ha centrado en las reacciones de la familia, reacciones que, sean las que sean, son válidas y no me corresponde a mí comentar. Salvador es padre, tío y abuelo; y en completa sinceridad, me provoca algo de náuseas la intromisión periodística en el dolor de las personas.

Pero no nos saquemos la suerte entre gitanos. Si Salvador nos interesa no es porque sea padre, tío o abuelo, tampoco porque haya sido médico, masón o corto de vista (como recalcan algunos); nos interesa porque fue el líder, al menos en el periodo en que gobernó, de la revolución truncada de la Unidad Popular.

Salvador es un símbolo. Un símbolo de leche para los niños, de tierra para los campesinos, de nacionalización del cobre. Es símbolo de un gobierno que se hizo cargo de la educación, de la salud y de la desigualdad en nuestro país. Un símbolo del estadio en que los movimientos sociales asumen su condición de clase, porque tienen la convicción de que la dignidad no se transa ni un milímetro. Un símbolo de que la revolución puede llegar al gobierno por vía democrática (y quizás también un símbolo de que llegar al gobierno no es llegar al poder). Un símbolo de que un pueblo educado y participativo es capaz de decidir su propio destino y ser para sí, no para las multinacionales y la gran empresa. Salvador es el símbolo de un proceso.

Y porque es el símbolo de un proceso social anticapitalista, es que especialmente a la derecha le ha interesado las circunstancias de su muerte y exhala, con cierto dejo de alivio, cada vez que la prensa vocifera a los cuatro vientos que el Presidente fue quien se arrebató la vida (sin referirse siquiera a las circunstancias).

¿Por qué? Porque la derecha, históricamente en nuestro país, ha sido bastante bruta y cree que demostrando que sus militares no mataron a Allende borrarán las manchas carmesí de sus manos, que Dios perdonará sus pecados y que se librarán de culpa por los crímenes que cometieron al amparo de su General. Respiran aliviados porque desde la miopía del individualismo confunden al símbolo con la realidad que éste representa. Pero mis señores, sea cual sea haya sido la causa de muerte de Salvador, el proceso que él significa no se suicidó, lo mataron y lo mataron ustedes; y no lo mataron en abstracto, no mataron a las ideas, mataron a los hombres que las sustentaban.

Por más que intenten, mediante sus periódicos y noticiarios, mostrarnos que Allende, y lo que encarna, es cosa muerta, y que de aquello solo queda el dolor de su familia, no nos quitarán el deseo de justicia. Y no hablo del pasado, digo que a quien mataron quería lo mismo que el pueblo en masa hoy reclama en las calles: Dignidad.

Y digo bien, el 11 de septiembre de 1973 no murió un Presidente, bombardearon la dignidad y la libertad de un Pueblo entero.

Por Jamadier Uribe

Chiloé, 22 de julio del 2011.

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