OPINION

Carolina Goic y la mafia de los Walker-Martínez

La nominada candidata a la presidencia de la república, Carolina Goic, que seguramente será confirmada por la Junta Nacional de la Democracia  Cristiana, en el mes 29 de Abril, es la mejor salida para ese Partido, en plena decadencia

Por paulwalder

02/05/2017

Publicado en

Columnas

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La nominada candidata a la presidencia de la república, Carolina Goic, que seguramente será confirmada por la Junta Nacional de la Democracia  Cristiana, en el mes 29 de Abril, es la mejor salida para ese Partido, en plena decadencia. Esta candidata es atractiva, conciliadora, decente y siempre dispuesta al diálogo y a la apertura.

En la Democracia Cristiana, históricamente cuando hay posiciones encontradas en su seno, surge un líder consensual entre posturas, aparentemente irreconciliables. El dilema entre el camino propio y la unión con la llamada centro-izquierda, que cada día es más centro que izquierda, atraviesa toda la historia de las Juntas Nacionales de la Democracia Cristiana.

En el caso de la Nueva Mayoría, se agrega el problema de la alianza con el Partido Comunista aunque, en realidad, este Partido se ha moderado en exceso y cuesta, por lo tanto, encontrar diferencias del PC con sus aliados en la Nueva Mayoría – hoy es, francamente, minoría -.

La derecha democratacristiana, liderada por el clan Walker-Martínez-Alvear-Aylwin-Aninay-Pérez Yoma, nunca ha querido reconocer que su sueño sería una alianza con la derecha, si la chilena no fuera estúpida y reaccionaria, como lo demuestran las declaraciones de su actual vocera, Alejandra Bravo, presidenta del Partido Regionalista Independiente (PRI), es decir, los antiguos seguidores del colorín Adolfo Zaldívar – otrora ex presidente de la DC – quien atacó el proyecto de matrimonio igualitario al afirmar que “el homosexual es alguien que nace con un cuerpo de hombre, pero que siente como una mujer, o una mujer que nace con vagina, pero que siente como un hombre”, confundiendo los homosexuales con los transexuales. Antes había sostenido que los incendios que estaban ocurriendo en Chile eran un castigo de Dios debido a la aprobación de la despenalización del aborto en las tres causales.

Los derechistas de la Democracia Cristiana son conservadores y reaccionarios, pero bastante letrados  y sibilinos, y captan muy bien que una alianza con una derecha que piensa como Alejandra Bravo o Jacqueline Van Rysselberghe y otros trogloditas, la ciudadanía terminaría enviándolos al basurero de la historia – si es que ya no están ahí -. Por lo demás, la derecha en toda América Latina responde a un modelo bastante evidente: reemplazar gobiernos progresistas empresarios multimillonarios, una especie de payasos muy ignorantes, como lo prueban los casos de Mauricio Macri, en Argentina,  Michel Temer, en Brasil y Pedro Pablo P Kuczinski y Sebastián Piñera; en este modelo, los Walker, los Martínez y los Pérez Yoma se convertirían solamente en mozos de estos magnates – ya conocemos el destino del traidor Jaime Ravinet, quien ahora habla como zombi y nadie lo toma en cuenta -.

Estos líderes de la derecha de la Democracia Cristiana saben que no tienen cabida en la corte del magnate Piñera – seguramente, en caso de triunfar, formará gabinete de empresarios y tecnócratas, o bien, de fanáticos derechistas, tipo señores Bravo y Van Rysselberghe – tendrían que buscar su espacio en el centroderecha, pero la aventura de Lily Pérez, del Partido Amplitud,  y el de Andrés Velasco, (anterior ministro de Economía de Bachelet) Ciudadanos, no han penetrado en la opinión pública. El supuesto centro y el “pantano” tienen muy poco futuro electoral.

 

A estos personajes de la derecha democratacristiana sólo les restaría agitar el camino propio, pero también esta estrategia está muy desprestigiada, pues un partido que apenas alcanza un 15% de la votación y que ha perdido un millón de votos, difícilmente puede aspirar el poder con esta modalidad. Jamás se repetirá la hazaña de 1965, en las elecciones parlamentarias, cuando la Democracia Cristiana logró 82 diputados, de un 147, con Eduardo Frei Montalva en la presidencia de la república.

Ante tan mal panorama, a los Walker y compañeros de ruta sólo les queda una salida más o menos decente: que la Democracia Cristiana lleve, en este caso, a una candidata propia para competir en las primarias de la Nueva Mayoría 2.0, es decir una combinación que, esta vez, acordara un programa que, al menos, todos firmantes leyeran, y no sucediera el caso de una “quinta columna”, que actuara dentro de la alianza como la peor oposición dentro delo mismo gobierno – tarea cumplida a la perfección por la mafia de los Walker-Martínez…-.

La Democracia Cristiana es un partido en decadencia y, como los moribundos, necesita un balón de oxígeno, que estaría concretado con la obtención de cargos parlamentarios  y, de llegar al gobierno la Nueva Mayoría como segundones, apelarían también al asalto al botín del Estado, como lo han hecho hasta ahora.

La candidatura de Carolina Goic les viene como anillo al dedo: podrán jactarse de haber impuesto la idea de que la Democracia Cristiana llevara un candidato propio, aun cuando les hubiera gustado que fuera a competir directamente en la primera vuelta, en el mes de noviembre, pero era evidente que la mayoría del Partido no estaba por inclinarse a seguir el camino propio.

La  candidata Goic no pone ni quita rey,  pues es evidente que los políticos, en general, son rechazados por la opinión pública

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

28-04/2017

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