Caval: nuestra insuperable novela negra (una historia de codicia y avaricia)

Ni Michael Conelly, ni Jo Nesbo, ni menos Lee Child han sido capaces de crear personajes como los que se entremezclan y cobran vida en el caso Caval. Tampoco las letras de Joaquín Sabina llenas de ángeles caídos –“yo era un huele-braguetas sin licencia, quemado en la secreta por tenencia, extorsión y líos de faldas. Estaba, como buen ex policía a sueldo de un pez gordo que sabía cubrirse las espaldas” -, han podido generar personajes como los que encarnan en vida Victorino Arrepol y Sergio Bustos. Hete aquí su historia.

Por Leonel Retamal

19/03/2015

Publicado en

Columnas

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Edison-Ortiz-1La realidad siempre supera la ficción: dos personajes maestros de novelas negras

El diario La Cuarta del 24 de noviembre de 2009 traía en una de sus páginas el siguiente titular “Olor a mula tiene presunto secuestro en hotel”. Enseguida la bajada de la nota que era acompañado por una fotografía donde claramente se podía leer “Café Bombay” señalaba que“Entero chanta sería el presunto secuestro que el jueves denunció un perico de 39 años en el centro de Santiago. Victorino Arrepol Garrido dijo haber sido plagiado por 4 hombres de negro desde la habitación 404 del hotel España de calle Morandé 510. La supuesta víctima señaló que los sujetos se identificaron como detectives y que se lo llevaron en un auto plomo, adonde le taparon los ojos con parches curita y lentes negros. Según el mismo relato, los presuntos secuestradores lo habrían obligado a llamar a una tía y su jefe para que le pagarán 30 millones por su rescate. La cifra después la bajaron a 20, 6 y finalmente a cuatro millones” (La Cuarta, 24-11-2009).

Cuando el equipo especial de la policía que atendió el caso empezó a rastrear las llamadas que Arrepol hizo se encontró con que éstas tenían su origen en el citado local, sitio donde en encontraron al supuesto secuestrado, tomando café con sus hipotéticos plagiadores. Este asesor de Caval, y según Ciper, hombre de confianza de Mauricio Valero y quien, dependiendo del mes cobraba honorarios por asesorías computacionales y de administración por montos que variaban entre un millón y medio a cinco millones de pesos, escribía con faltas de ortografía y se ufanaba de sus importantes contactos, tanto que, en uno de los correos que intercambiaba con Sergio Bustos escribió “mami, llamó a Andrónico”.

Es Arrepol quien trajo en 2013 a Caval al otro personaje sacado de una novela negra y lo instaló como asesor de la inmobiliaria: Sergio Bustos y su denuncia por no pago de honorarios, no solo tiene en problemas a Caval y al propio contrato estrella de Dávalos, que ahora es objeto de una demanda por estafa de parte de Hugo Silva, sino también al propio gobierno nacional, en la crisis más letal que haya enfrentado Michelle Bachelet en sus dos mandatos.

{destacado-1} Como lo han descrito ya varios medios, Bustos, al igual que Arrepol, es otro personaje de ese submundo. Es el hombre que hace estallar el caso por codicia, debido a la avaricia de los dueños de Caval quienes no le cancelan su parte en “la pasada”. Según la ficha 2527, incautada en Colonia Dignidad y que la ONG Londres 38 subió a su web, Bustos era un chillanejo de 28 años “que trabajó en inteligencia en Santiago, bajo el comandante Jorge Carrasco Fuenzalida, desde la mitad de febrero hasta junio de 1974, en BIC, grupo Chorrillos. Desde junio hasta agosto trabajó con el coronel Manuel Contreras. Posteriormente fue a trabajar con la BIA Nacional, con el comandante Carrasco, siendo jefe del grupo «Patria». Luego el documento agrega que a mediados de octubre de 1974 dejó de pertenecer a la BIA Nacional y se agregan otros antecedentes sobre su vida en el sur donde figura, también, una demanda por estafa. “En San Carlos compró 12 animales vacunos a Mario Burgos, a un determinado precio, con un plazo de 30 días para su cancelación. Dentro del plazo, la carne experimentó un alza, y Burgos entabló una demanda por estafa ante el personal del SIC, en el juzgado de San Carlos. Se llegó a un acuerdo extrajudicial y Bustos le pagó a Burgos 70 escudos por kilo, en vez de los 320 escudos acordados originalmente». Según La Tercera cuando a Bustos se le ha preguntado por la veracidad de este historial suyo contrataca diciendo que “Lo descarto absolutamente. No conozco a Contreras. Me achacan esto porque me he convertido en un problema para esta gente” (LT, 01, 03, 2015).

Es el curriculum vitae de dos de los profesionales y asesores que trabajan para Caval y que luego de conocer estos antecedentes no resulta extraño que uno de ellos al no recibir su parte – $200 millones -, por codicia y ante la actitud de avaricia de los propietarios de Caval al no cancelarle sus honorarios decidió a través de Qué Pasa, y seguramente por miles de razones, hacer público el caso que mantienen en vilo no solo al gobierno de Michelle Bachelet, sino que, junto a otros escándalos, tiene sumido en el más absoluto desprestigio a todo el sistema político al punto de que ya se escuchan cacerolazos contra ellos.

El profesionalismo de Caval y la desprolijidad de La Moneda (como en las novelas negras)

{destacado-2} Las características personales de los dos personajes que asesoraban a la empresa creada por el hijo de la presidenta y su esposa, plantea serias dudas sobre el nivel de profesionalismo del entorno de Sebastián Dávalos al relacionarse con gente que tenían historial como timadores, tanto que uno de ellos (y merecidamente) se ganó un titular del popular periódico La Cuarta; en tanto el segundo, como lo hemos visto, claramente había prestado colaboración para los organismos de represión de la dictadura que no solo mataron al abuelo de Dávalos, sino que tuvieron detenidas y sometidas a tortura en uno de los peores centro de detención de ese régimen – Villa Grimaldi – nada menos que a su abuela y a su propia madre, la presidenta de la república. Dado el carácter público de la figura de Bachelet, resulta incomprensible – en realidad insólito – que el matrimonio Dávalos-Compagnon no hubiese tenido el más mínimo cuidado por las formas en las relaciones comerciales y contractuales que establecía con personajes cuyos nombres bastaba googlear en la web, para encontrarse con sorpresas. Dado el alto cargo que ocupa Michelle Bachelet – la primera magistratura de la república – resulta inexplicable que el Gerente de proyectos y su gerente comercial no hubiesen exhibido el más mínimo cuidado por saber algo de la integridad moral de las personas con las que se estaban relacionando y explica, también el desenlace que tuvo el caso que estalla precisamente porque uno de ellos no recibió su cuota en “la pasada”.

Estos antecedentes, y la conducta desprolija, por decirlo diplomáticamente, del matrimonio Dávalos-Compagnon hacen pensar que efectivamente la presidenta desconocía las aristas comerciales y las andanzas en las que andaba su hijo y su nuera. También, no se explica que aún, en el contexto de un gabinete personalista, y habiendo funcionarios de alto nivel que empatizan con las historias y personajes de novelas negras, tanto que incluso a uno se les atribuye, además, la capacidad de desdoblarse y estar en Rancagua y en otra parte – en un no-lugar según un comunicado sin firma de la subsecretaria – al mismo tiempo, no hubiesen tenido la prudencia de advertirle a la presidenta sobre las andanzas del entorno de su primogénito dado la posición que éste ocupaba como Director sociocultural de La Moneda. De haber ocurrido lo contrario, la presidenta, o alguien de su entorno, les habría avisado a ambos personajes sobre el peligro inminente de las relaciones personales y laborales que estaban estableciendo. El zigzagueo dubitativo exhibido por el gobierno durante los primeros días luego de que estalló el caso – “es un asunto entre privados” –, las imágenes de una mandataria cuyo rostro evidencia lo devastador que le ha resultado la noticia, da cuenta del impacto y sorpresa con que fue recibida la bomba en La Moneda y hacen entendible el silencio original de la mandataria, así como su primera declaración al momento de retomar el mando: “No tuve ninguna información, ni previa, ni después. Me informé en Caburgua por la prensa”.

Epílogo (de novela negra)

Es muy difícil que algún primogénito de un personaje público de relevancia supere el desatino del matrimonio Dávalos-Compagnon que, entre otras cosas, no solo acabó con el principal relato presidencial de más equidad y justicia sino que, junto a la suma de otros escándalos, puede terminar acabando con el actual régimen político. Ni el más entusiasta adherente de la asamblea constituyente hubiese pensado que, desde la propia familia presidencial, ésta iba a recibir tamaño respaldo, prueba que en política, y tal como lo señala el refrán popular, nadie sabe para quién trabaja o que dicho de otro modo da cuenta de la insoportable levedad de estos emprendedores.

Es Caval, la última novela negra llevada a la realidad en Chile y donde se entremezclan los personajes típicos de este submundo: abogados, políticos, estafadores, avaros y hombres de negocio. Ni las letras de Sabina, ni los mejores autores de este género han sido capaces de crear una novela de intrigas, timadores y submundos, como los personajes que cobran vida en esta trama.

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