Chávez, América Latina y el socialismo del siglo XXI

Cuando otros prominentes dirigentes latinoamericanos han enfermado de cáncer, como el caso de Fernando Lugo e incluso el ex Presidente de Brasil, Lula, no hubo tanto revuelo como el caso del Presidente re-electo de Venezuela, Hugo Chávez

Por Mauricio Becerra

06/01/2013

Publicado en

Columnas

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Cuando otros prominentes dirigentes latinoamericanos han enfermado de cáncer, como el caso de Fernando Lugo e incluso el ex Presidente de Brasil, Lula, no hubo tanto revuelo como el caso del Presidente re-electo de Venezuela, Hugo Chávez.  Esto es indicativo de la importancia que tiene el líder venezolano en el contexto regional y mundial y por ende, en esa dimensión corresponde evaluar la situación política que se ha generado y proyectar eventuales escenarios.

Un asunto que llama poderosamente la atención son los rumores insistentes sobre su muerte o conceptos afines. Es del caso recordar a Fidel Castro, que numerosos medios siempre dan por muerto y luego aparecen fotos del líder cubano realizando faenas en un jardín. Más asombro aún produce la crítica de los medios sobre una falta de verdad o transparencia de los representantes gubernamentales, alegando que se ocultan los hechos. Es irónico si consideramos que Chávez está vivo y quienes faltan a la verdad son precisamente los medios que se encargan de replicar una noticia inventada sin mayor fundamento y producto de una especulación basado en el deseo y no en hechos que lo respaldan. El cuento es bastante infantil si consideramos que tarde o temprano, tendrá que morir y será el único momento en que la bola de cristal les haya funcionado, no obstante, probablemente en ese momento se felicitarán por su gran acierto.

Antes de partir a La Habana, Hugo Chávez anunció que Nicolás Maduro sería su continuador, hecho que puso de relieve la delicada situación que se avecinaba y las disyuntivas puestas en la mesa dado que por medio no estaba la salud de Chávez, sino la sobreviviencia de la Revolución Bolivariana. Las fuerzas del cambio en Venezuela han sido conducidas por Chávez y en estos años, se construyó – y se construye – un partido político que intenta dirigir ese proceso, con dificultades y problemas, pero posee un proyecto, tiene iniciativa política y es una fuerza viva en ascenso. La muerte de Chávez, que años atrás pudo haber presagiado el fin de este proceso demostrando la inmadurez de las condiciones subjetivas, hoy no tendría el mismo impacto porque existe una conciencia distinta y más consolidada en torno a los objetivos del proyecto bolivariano que hoy cuenta con un consenso relevante al interior de la sociedad venezolana. Fue así como en las últimas elecciones, no fue Hugo Chávez quien ganó las elecciones presidenciales sino el apoyo popular al proyecto bolivariano. Es una gran diferencia y refleja un cambio cualitativo en la nación venezolana. Si bien este cambio y este consenso no poseen el carácter de irreversible, representa sí una modificación subjetiva sustancial resignificando la apreciación que ha de tenerse sobre el curso de los acontecimientos en Venezuela y denota el paso desde la construcción de una sociedad en sí hacia la construcción para sí.

En este sentido, ¿qué se juega con la muerte de Chávez? Puesto de otro modo y pesquisando mas bien su significado político, ¿Implica la muerte de Hugo Chávez, el fin del “!chavismo”? Evidentemente la muerte del Presidente de Venezuela pone en tela de juicio el futuro del proyecto bolivariano y la concepción que en Venezuela se tiene de una sociedad distinta al capitalismo y que han llamado el socialismo del siglo XXI. Sin embargo, Chávez no ha muerto, y no por eso, la disyuntiva sea distinta. Es la misma ya que con vida y ejerciendo como Presidente, debían implementar un proyecto alternativo al neoliberalismo con miras a superar el capitalismo cuyo protagonista fueran los sectores populares de Venezuela. En consecuencia, el problema central para del chavismo, con o sin su líder, es consolidar el consenso nacional a favor del proyecto bolivariano, y lo que ayer parecía ser imposible sin Chávez, hoy parece factible. Es así  como Chávez y chavismo, de su aparente origen único y mimetizado, han logrado diferenciarse con el tiempo para reflejarse como lo que realmente son. El chavismo es expresión actual del pensamiento y acción política que proviene y es parte de un proceso histórico de larga data iniciado en los albores de la Independencia por una parte, y por otra, Hugo Chávez es la figura histórica individual enclavada en ese proceso, que ha logrado sintetizar los anhelos de y voluntad de una mayoría.

El razonamiento anterior nos lleva a concluir que las conjeturas sobre coma inducido, agravamiento de salud, etc. tienen por objetivo caldear los ánimos, predisponer la población interesada en derrocar el gobierno venezolano a salir a las calles y aprovechar el momento que consideran el más débil para el oficialismo, y así intentar derribarlo, una vez más. De eso se trata la especulación y no si gobierno dice o no la verdad.

Partidarios y adversarios están interesados en el desenlace por cuanto ha comenzado un proceso de reacomodo de las fuerzas políticas y aun cuando Hugo Chávez regrese a Venezuela y fuera capaz de dirigir al país, no menos probable es que no será por mucho tiempo. De modo que es natural pensar que el gobierno ha estar empeñado en asegurar que en el lugar de Hugo Chávez no quede un vacío, sino un legado.

Tal legado se compone de hechos relevantes que incluye una política activa de integración latinoamericana, solidaridad con todos, reivindicación de una postura anti imperialista, establecimiento de políticas sociales financiadas por la renta petrolera, una nueva constituyente; todos elementos determinantes en la configuración de un nuevo escenario a nivel regional. Varios países iniciaron procesos constituyentes después de Venezuela, varios países fueron beneficiados por la cooperación solidaria de Venezuela y Estados Unidos tuvo que dar por perdida su proyecto del ALCA producto de la contención anti neoliberal, que algunos llaman gobiernos progresistas, surgido en varios países después del primer triunfo electoral de Chávez en 1998.

El continente vive tiempos nuevos, aunque en estricto rigor, el que los tiempos sean nuevos, son una constante en América Latina. Recordemos como cambiaron las cosas con Cuba, luego con Allende, luego con las dictaduras militares, luego las guerras impulsadas por el imperialismo en América Central, después los gobiernos neoliberales de los 90. Pero estos años, han sido fuertemente influenciados por Venezuela, Hugo Chávez y el llamado chavismo y probablemente sea esto, lo que está a punto de cambiar. Es tal vez a nivel continental donde una posible ausencia de Chávez tenga más impacto toda vez que en el escenario latinoamericano existen pluralidad de proyectos políticos en juego y cada uno con un peso político relevante. En esa perspectiva, se abren distintas posibilidades, incluyendo repeticiones de lo que hemos visto en Paraguay y Honduras así como la alternativa de profundización de cambios que pudiera ocurrir en otros países como Bolivia. La presencia activa de Venezuela consolida mejor la viabilidad de uno de esos proyectos.

En definitiva, la ausencia de Hugo Chávez en Venezuela modificará el nuevo mapa de administración del poder, pero no hay señales de un resquebrajamiento sobre el modelo de desarrollo y por ende, no se modificará sustancialmente la disyuntiva entre consolidación o regresión que el país ha vivido por varios años. En esa interrelación, el papel de Chávez ha pasado de ser determinante a influyente y por tanto, el rol histórico que ha jugado Hugo Chávez, ya lo jugó, pase lo que pase. De ahí que seguramente las nuevas autoridades venezolanas estarán analizando cómo hacer del legado de Chávez un mandato que abre un nuevo periodo político cuya tarea más urgente para ellos, es continuar en la presidencia. En tanto en el continente, la ausencia de Chávez no modificará el mapa de administración del poder porque cada país elige su gobierno y muchos países en la región abandonaron hace tiempo las políticas neoliberales. No obstante, la ausencia de Chávez puede envalentonar fuerzas contrarias al gobierno en Bolivia y en Ecuador y con toda seguridad, promoverán acciones de fuerza, lo cual devela el poder de contención que significa Venezuela. Este escenario debe ser muy tomado en cuenta por algunos países y en particular los de mayor peso como Brasil y Argentina.

Claro está, pese a todo, que aunque muchos miran a Venezuela con cierta desconfianza, otros con desprecio, algunos con escepticismo y unos cuantos con fervor incondicional,  no cabe duda que a Hugo Chávez siempre se le extrañará.

Carlos Arrué

Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz

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