Comunicación para el desarrollo y resistencia en el Paraguay post golpe de estado parlamentario

A un mes y diez días del golpe de estado parlamentario, sin querer cerrar la historia, podemos decir que en lo que al pueblo se refiere los golpistas han sido plenamente derrotados en lo comunicacional

Por Wari

09/08/2012

Publicado en

Columnas

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A un mes y diez días del golpe de estado parlamentario, sin querer cerrar la historia, podemos decir que en lo que al pueblo se refiere los golpistas han sido plenamente derrotados en lo comunicacional. Sus grandes medios desinformativos son considerados un raudal de mentiras y manipulaciones, nada de lo que hacen y dicen es creído; a sus convocatorias no asisten ni sus propios convocadores. El descrédito de los golpistas está instalado y ellos lo saben, les duele e intentan negarlo a gritos.

Esto, que suena tan bien, es a todas luces insuficiente. Los golpistas derrocaron a un gobierno e instalan una política radicalmente neoliberal y culturalmente normalizadora y anti popular. Controlan los medios de desinformación y se manejan con destreza tejiendo los hilos de nuestras redes culturales. Están ahí e insistirán en su empeño de domesticarnos, por sobre la coyuntura política.

Para quienes hacemos comunicación y en especial a quienes nos interesa la inefable comunicación para el desarrollo, aparte de las trampas del concepto desarrollo, nos vemos hoy en la encrucijada de llevar adelante procesos comunicativos para el desarrollo… en resistencia. Resistencia al golpe de estado y a las políticas que intentan imponer, sobre todo en lo comunicativo. Políticas comunicativas de manual de marketing electoral yanqui. Imágenes compradas en books norteamericanos para redundar en procesos desidentificatorios de nuestra latinoamericanidad y seguir imponiéndonos una imagen que no sólo no nos refleja sino que nos hace desdesearnos como imágenes y cuerpos que somos.

Comunicativamente el acto golpista ha sido también un acto colonialista: por vía de las imágenes y mensajes emitidos los medios masivos y el mismo gobierno golpista nos vuelven a poner en el escenario de pieles buenas y civilizadas y pieles malas y salvajes. Ayer no más (31 de julio 2012) el pasquín golpista abc juntaba a la imagen de indígenas en la calle la palabra desinterés y la idea muere, en titulares de portada. Al interior imágenes de presidentes actuales, en vestimenta informal, contrastaba con una imagen de la fundación del Mercosur donde cuatro hombres de saco y corbata expresaban lo que para ese pasquín es la idea de orden: masculinidad conservadora rampante. Resistencia pues a lo mismo de siempre: la abolición de nuestra palabra, nuestros idiomas, nuestras expresiones, nuestras imágenes y nuestros cuerpos y la imposición de las imágenes, palabras, idiomas, cuerpos y expresiones apropiadas para reflejar, repetir, reproducir y amplificar los poderes dominantes.

La particularidad de esta nueva Resistencia es que nos saca de la quietud, pasividad y posición de espera en que estábamos hasta hace un tiempo. Quietud y pasividad en tanto esperábamos que el gobierno se acercara a nosotros para hacer lo que había que hacer. Que los compas y amigos en el poder (ejecutivo) nos ayudaran a lograr nuestros logros. Esperábamos usar los medios que se ofrecían bajo la idea de participación para comunicar lo que quisiéramos comunicar. Esperábamos, quietxs y pasivxs en general, a que gentilmente se nos diera lo que siempre se nos fue negado. Esta resistencia nos deja de nuevo las cosas claras: si queremos comunicar las situaciones comunicativas hemos de crearlas nosotrxs mismxs en tanto pueblo.

Una política comunicativa para el desarrollo en resistencia (que, conceptualmente, debería tener un nombre más sencillo y claro) debería esforzarse en devolvernos la palabra, la imagen y el reflejo de nuestros cuerpos en lo comunicativo. Recuperar la palabra en tanto y cuando somos pueblo. Encontrarnos para escucharnos mutuamente y dar nuestro propio sentido a las palabras. Definir, comunitariamente, en cada ámbito las palabras que nos ayuden a entender la situación. Golpe, Parlamento, Constitución, Pueblo, Resistencia, Revolución, Trasnacionales, Agrotóxicos, Transgénicos, etc., etc. ¿Qué dicen esas palabras para ese nosotrxs que somos cuando somos pueblo?

Recrear nuestras imágenes en los muros y en los papeles, que nuestra corporalidad esté reflejada en cada lugar. Es nuestro cuerpo latinoamericano, moreno, mestizo, cobrizo, trigueño, diverso el que hace resistencia y ese cuerpo es el que debe estar representado en las imágenes que portamos, frente a la blanquización que nos imponen como imaginario.

Resistir comunicativamente es volver a usar los espacios comunicativos que en nuestra historia han sido pilares de resistencia, sin abandonar por ello las posibilidades que las Tics nos han dado. Los muros de las calles, la papelería simple y ante todo los espacios de construcción colectiva de la palabra: hablar y construir palabras que digan lo que sentimos, pensamos y queremos y también pongan en duda, cuestionen y socaven esta autoridad impuesta que intenta regir nuestras vidas colectivas y personales. Frente al grito golpista anteponemos el habla colectiva y las imágenes propias del pueblo en resistencia. Palabras e imágenes que vamos construyendo desde el deseo, la rabia, la indignación, el humor y el ridículo, todo junto. Porque el dictadorzuelo ya fue nombrado por el pueblo como Florero, ese es el nombre que realmente tiene, en la realidad que hacemos en esta nueva resistencia y no en la realidad de mentira que nos quieren imponer los medios masivos de desinformación.

Se trata de afirmarnos y confirmarnos en el habla, lo comunitario, lo pequeño. De afirmar certezas propias y dudas sistémicas en estos tiempos dictatoriales. De sacar a relucir todo lo que es marginado y dar voz a la marginación, en tanto nosotrxs, colectivamente, formamos parte de lo marginado. Es decir, sacarnos de la cabeza la idea colonialista de «bajar» o «ir» hacia el pueblo o lo marginal. La resistencia nos coloca indefectiblemente en el espacio de lo marginal, y reconociéndonos allí, sin victimismos, es que podemos romper los miedos y manejarlos como parte de las circunstancias que nos tocan para convertir la situación de resistencia en un momento creativo, conspirativo, revolucionario y donde el pueblo, cuando es pueblo, se hace cargo de toda la situación.

Una práctica resistente de la comunicación (para el desarrollo) debería poder ser imaginativa, ágil, humorística, irrespetuosa y majadera. La comunicación en resistencia debe mirar como mira el pueblo a quienes dieron el golpe de estado: un objeto de risa, seres humanos convertidos en ridículos andantes. Comunicación en resistencia es comunicación que boicotea la instalación en el poder del golpismo, como una barrera, un obstáculo y un ácido que corroe. Comunicar en tanto pueblo en resistencia es también alterar las pretensiones comunicativas de los golpistas. Desnudar la mentira y reír de sus intentos vanos de seriedad.

Los muros, las paredes, el cielo, las calles y veredas, los papeles, billetes, los mensajes, la conversa íntima son espacios de comunicabilidad para la resistencia, por numerar como ejemplo algunas cosas. Un principio es encontrarse para hablar y darnos las palabras adecuadas para definir o indefinir nuestra situación y nuestros deseos. Partiendo de eso no habrá nada que nos detenga.

Por Pelao Carvallo

1 de agosto de 2012

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Asunción, Paraguay

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