Crítica de tocatas (Uno)

Villanos Invitados: La Mano Inquieta y Torreja´s Stars En el espíritu de lo que me dictaminó el bluesman Ricky Durante y luego de la sugerencia de Talost, el hombre perdido (Ta Lost), escribo estas notas

Por Wari

15/05/2012

Publicado en

Columnas

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Villanos Invitados: La Mano Inquieta y Torreja´s Stars

En el espíritu de lo que me dictaminó el bluesman Ricky Durante y luego de la sugerencia de Talost, el hombre perdido (Ta Lost), escribo estas notas. Creo que también, puede ser, que Ratablusera Aravena y otros u otras me hayan alentado a indagar en este tipo de literatura tan despreciada a veces o desapercibida otras, es decir, dos puntos: la crítica de tocatas.

La historia comienza en el vacío terminal de buses interprovinciales de Valparaíso (llamado ampulosamente “Rodoviario”), a eso de las cero horas con diez minutos del domingo 25 de marzo de 2012, cuando llega a buscarme alguien. -¿Mucho rato?- pregunta. Veinte minutos- le digo. Creíamos que llegarías más tarde- responde. Salimos a la calle y me enfrento a las alternativas micrito o coleto, pero el artista pide taxi, y se transa en coleto que hace de taxi. Desde el coleto-taxi le hago señas a un sociólogo que conocí en el bus a esta ciudad y él apenas me cacha y responde tímidamente. Pasamos a integrar el escaso tráfico de Avenida Pedro Montt, como tú no hay otra igual. Quien llegó a buscarme al terminal tiene parecido físico y de actitud con un amigo al cual apodamos cariñosamente “El Ornitorrinco” o también lo individualizamos con el apócope “Orni”.

La especie de Orni porteño me dice que él es el 50% de los Torreja´s Stars y que hace como un año tocamos juntos en un sindicato de marinos o auxiliares de bahía o en otro lugar con nombre parecido. Entonces recuerdo que los recuerdo en un recital en que mi camarín estaba sobre el escenario, pasando a ser una suerte de segundo escenario o relity-concert y en donde una amiga de mi nuera se sacó la chucha y desde entonces si me ve me dice “yo soy la que se cayó”. También recuerdo una banda de salsa buenísima de esa noche: “La Salsativa”. Orni porteño me cuenta que los Salsativa están siempre tocando en El Liberty del barrio puerto. Recordamos a la pianista que es extraordinaria. Le cuento que ella es de Punta Arenas y que se fue a Valparaíso a estudiar música y ahí pasó a integrar o fundó a los Salsativa, todas cosas que Orni Porteño no sabía.

Llegamos al local y lo reconozco de inmediato. Se llama La Cantera y las tocatas son bajo superficie o sea underground, en un espacio en que las paredes son rocas y el aroma ambiente es de aquellos que te lo encargo, es decir olor a puro puerto, léase olor a machas, alcohol y yodo. Me recibe Olivares, de “La Mano Inquieta”, el contacto del grupo que me invitó a Valpo. También está el otro 50% de Torreja´s Stars. El otro 50% es más bajo que Orni y tiene millones de pilas y de buena voluntad, igual que todos/as los/as jóvenes de esa noche. El recital es una celebración por el nuevo disco de Torreja´s Stars. Ellos son las estrellas todo el rato. La gente llega porque presentan su disco, pero el disco no ha llegado y ellos se esfuman diciendo que tienen que ir a cortar y doblar carátulas. Hay harta gente en la parte de arriba del bar y son las cero treinta.

De pronto llega Sebastián, mi hijo, con el que toco esa noche. Le llevo de regalo maní japonés con ciboulet, maní con merkén y frutos secos. Los probamos y recordamos otros tiempos en que también estuvimos en ese camarín con Ruido Bustos, cuando éramos nosotros dos más Tocori y Massardo. Esa noche nos teloneó Chinoy (aún recuerdo su acezar), y el roaddie solo se comió y bebió el catering de todos. Viejos tiempos.

El estrecho camarín está repleto de jóvenes. La salida de los “Mano Inquieta” se aproxima. A la 1:24 del domingo salen al escenario y la sala estalla. Suenan totales. Le digo a Sebastián: “A las 2.10, terminan y estaremos subiendo a las 2:20”. Me equivoqué en aproximadamente 18 minutos. Mientras tocan los “Mano Inquieta” se acerca a nosotros Fernando, frontman de los “Keko Yoma”, tal vez el mejor nombre de grupo de rock chileno alguno. Fernando dice que se quiere unir a nosotros en algún tema y que para eso trae un harpa vietnamita que compró en Amsterdam. El instrumento es rarísimo, una especie de peine de vieja que viene amorosamente enrollado en una cajita. Con la cantidad de decibeles desbocados que llegan del escenario al camarín (que está separado por cartón piedra o material parecido), apenas escucho un sonido parecido al trompe, y le propongo a la voz de Keko Yoma que lo toque en “El Blues de Santiago” y en “El Monstruo”. Subimos con Sebastián a eso de las 2:40 más o menos. Para empezar, hacemos “Nada” y luego “Triste Funcionario Policial”. La gente baila y canta furiosamente a gritos. Luego en “El Blues de Santiago” la famosa harpa vietnamita no se escucha ni en Hanoi, pero en “El Monstruo”, suena tan monstruosamente mágica la sinergia (como diría Iván Fuentes), de guitarra, cajón peruano y harpa vietnamita que incluso me olvido de la letra de la canción.

Luego sube el dúo Torreja´s Stars y suenan increíble. Se reparten los roles absolutamente y el más chico toca energéticamente y está vestido de pingüino. Los apoyan, además, algunos músicos de “La Mano Inquieta” y músicos propios. En la formación hay trompeta (que toca una joven también vestida de pingüina que además es baterista), saxo, teclado, percusiones, bajo, batería y fotógrafo que hace coros y es el que más goza. Hay un tema con un enigmático coro interminable que dice: “Y allá en Chiloé/El Maricón René”. Se oyen gritos por Aysén, que la educación chilena no se venda y la despenalización de la María Juana. Terminan de tocar los Torreja´s Stars, y el estrecho camarín con todos y todas es un submarino lleno de cuerpos, olores, sudores, humo, copete (yo ya estoy con mi vodka tónica), flash de cámaras fotográficas, conversaciones y promesas varias que nunca se cumplirán. Sebastián me dice que se va. Nos damos un beso y un abrazo. Cumplimos.

Aparece un periodista de “El Ciudadano”. Nos saludamos. Pido otro vodka tónica. Son cerca de las cuatro y media. Llega al camarín el Orni porteño, viene feliz, mojado de transpiración y agotado. Tras él aparece una dama desde la puerta que da al escenario y lo llama a terreno. Todos cantamos a coro “Lástima que terminó el Festival de hoy”, al son de Los dibujos de la Warner Brothers. El Orni desaparece como animal en extinción. Alguien me muestra la carátula del disco y me presenta al diseñador gráfico, me dicen que es hijo de un famoso dibujante de comics valparaiseño. Varias veces aparece un bajista buscando una chaqueta negra. Es tanta su insistencia que todo el mundo ríe. Al rato circula de cabeza en cabeza una gorra de paco. Se ve que es muy antigua y alguien dice que la obtuvo una abuela en una protesta callejera en los años ochenta. Me toman una foto con la gorra. Me parezco al Coronel Gadaffi en sus últimos tiempos.

Son diez para la seis y el Torreja chico y Olivares, de la “Mano Inquieta”, con la misma sonrisa generosa de siempre, me acompañan hasta la puerta y llaman un taxi. Llega un coleto que hace la pega de taxi. De nuevo estoy en el terminal o rodoviario de Valparaíso. Tomo el bus de las seis diez hacia Santiago pensando que en el Chile de hoy está naciendo mucha música nueva y buena como si fuésemos negros y estuviéramos en Chicago en los años treinta inventando el jazz. Dormí como un niño todo el trayecto de vuelta a la realidad. Y en mis oídos respirando una pegajosa frase… ”y allá en Chiloé/el Maricón René”.

Por Mauricio Redolés

El Ciudadano Nº122, primera quincena abril 2012

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