Con fecha 7 de febrero de 2018 la prensa internacional ha divulgado una importante noticia que, especialmente a nosotros los latinoamericanos, debe hoy interesarnos y, sobre todo, motivarnos por su profunda significación de todo orden, especialmente político. Particularmente, si para nadie es un misterio que Nuestra América -al decir de Martí- padece en la actualidad de una profunda y nefasta crisis que, no solo abarca el orden político -tan amplio- sino aun, el moral: como nadie tiene derecho a ignorar, se evidencia éste a través de la creciente corrupción… Tanto así, que ya son numerosos los presidentes o ex presidentes de la República quienes también caen presos… o están al borde de ser definitivamente condenados. Baste citar un Fujimori, un Andrés Pérez, un Inácio Lula o una Cristina Kirchner.
Huelga entonces abundar en los fundamentos de una aseveración tan desoladora y triste, que guarda radical contraste con nuestra propia historia: solo si recordamos que, cuando recién descubierta América, los propios europeos no dudaban en hablar de un “nuevo mundo”. Nuevo, fundamentalmente, en el sentido de estar libres de los crecientes lastres de que la culta Europa era víctima: envuelta en permanentes y sangrientos conflictos que culminarían en dos Guerras Mundiales, con alrededor de 60 millones de víctimas. Las que, como agravante, acontecen en menos de dos generaciones. Masacres y sufrimientos tan solo superados por los “ilustres” asesinos que solemos olvidar, silenciar o, aun, justificar cínicamente por razones de sectarismo ideológico, verdaderamente inconfesables:
1- Mao Tse Tung, con más de 78 millones de muertos…
2- José Stalin -inspirado esencialmente en Lenin-, con alrededor de 25 millones de fallecidos
3- O Adolfo Hitler, con alrededor de 17 millones de víctimas…
Aunque a muchos sorprenda, merced a la propaganda contraria, ya que el vulgo lo considera a él como el más canalla de todos.
Cabría entonces legítimamente preguntarse: ¿en qué radicaría la real y extraordinaria importancia de este gran paso hacia la consolidación de una verdadera Democracia, tan opuesta a los tenebrosos dictadores Mao Tse, Stalin o Hiltler, que ocupan los primeros lugares como asesinos históricos?
Ni más ni menos que en el esperanzador mensaje de cuño radicalmente democrático que envuelve este referéndum en Ecuador. Sin ignorar -de paso- que él ha imperado históricamente en numerosos países -Suiza, Dinamarca, etc…-, como lo ha destacado, aunque sin éxito en Chile, Edgardo Condeza, quien hace poco ha renunciado a su Partido Socialista -de cuño marxista leninista, como en China y la ex URSS-, pero que con esta contundente noticia recobra legítima actualidad; y no solo en nuestro país, en que un 1% de la población sería “dueña” de más del 30% de la riqueza nacional, sin que deba servirnos de “consuelo”, que en un país como EE.UU. posean más del 40%… Llegándose al extremo “delictual” de que un cierto ministro de Economía del gobierno anterior -el señor Longueira-, “logró” la dictación de una ley que ha concedido a perpetuidad la concesión de nuestro mar territorial de Chile, a solo 7 familias. Una de las cuales tenía en su seno al ex senador Andrés Zaldívar Larraín. Hecho gravísimo, si se sabe o debe saber que la “pesca de arrastre” practicada por estos benefactores de su bolsillo eliminará en breve el privilegiado plancton marino de nuestro litoral. Ya no tendremos más peces en Chile, debiendo sumarse la enorme mortandad de aquellos que por kilómetros cubren nuestras playas, u otros moribundos… que vuelven al mar.
Pese a ello, sin embargo, nuestra actual gobernante ni siquiera ha recibido en La Moneda al conocido “Pescador Caminante”, don Gerardo Díaz Rojas, quien en señal de pacífica protesta ha recorrido a pie y en bicicleta Chile entero. Me invitó a La Moneda, creyendo inocentemente que allá lo recibirían… Y luego viajamos a la séptima región, dos veces, a denunciar este verdadero “crimen de lesa patria” y esa inconfesable codicia, donde era candidato Andrés Zaldívar Larraín, quien -por ello, me parece- no fue reelecto. Y son numerosas las personas que enviaron correos electrónicos agradeciendo que así les hayan “abierto los ojos”. Ahora, Gerardo Díaz Rojas, escribirá un libro, el cual espero será vastamente divulgado y no sólo dentro del país.
Nadie pone en duda -a menos que sea mental o moralmente insano- la importancia que reviste el mencionado referéndum en Ecuador. Y la propia Constitución Política de Chile contempla el plebiscito que, como debe saberse también, el General Pinochet lo puso en práctica. Sin embargo, la “retornada” Democracia jamás lo ha hecho, pese a tenerlo en su mano… ¿Por qué?: ambigüedades, engaños y graves perjuicios para el país, nos obligan a preguntar ¿qué legado va a defender quedándose en Chile, la señora Bachelet?
Pero es más. No recibió en La Moneda a Gerardo Díaz, como he señalado, pero sí al dueño de la Barrick Gold, quien ha estado a la cabeza del proyecto Pascua Lama. Baste leer un prestigiado libro -“El Mal” de Miguel Bonasso- para entender cabal y fundadamente esta vergonzosa contradicción. Y aquí ya no importa su apertura o su trabajo en la Stassi -“filial” de la KGB de la ex URSS- y tampoco interesan sus reuniones con Rockefeller, en el otro extremo. Es mucho más grave todavía, porque significa atentar contra nuestra propia soberanía nacional, si se tiene conocimiento y, como no puede ignorarlo, que las propias Naciones Unidas dictó el 14 de diciembre de 1962 la Resolución N° 1803, donde se declara que “los recursos naturales son INHERENTES a la soberanía nacional”.
Pero la lección que nos da este referéndum va más lejos aún: como lo ha precisado Lenin Moreno, Presidente de Ecuador, es necesario imponer tres logros específicos: 1° La Unidad Nacional, 2° La paz y 3° El trabajo.
Algo que nos obliga como mínimo a un par de reflexiones.
1- Hablar de Unidad Nacional implica -como lo han entendido numerosos pensadores- que este rasgo constituye el sello mismo de una Nación: la unidad es fundamental, si sabemos o debemos saber, que a una nación la caracteriza su “destino común”, como lúcidamente ha sido destacado desde largo tiempo, entre otros, por un Ernesto Renan o un Ramiro de Maeztu, cuyos análisis profundizo en mi reciente libro ¿Por qué, mar para Bolivia?
2- Destacar la paz es reactualizar o potenciar la genial política de un gran gobernante: Mahatma Gandhi. La paz, por sobre todo, significa el auténtico respeto por la vida, que es nuestro bien más sagrado y preciado. Lo más opuesto a la violencia -guerrillas armadas, por ejemplo-, como tan certeramente expresara -entre otros- W. Jankélévitch, al expresar que “no sería exagerado definir la violencia como una fuerza débil”, agregando que “la debilidad no tiene con frecuencia otro síntoma que la propia violencia”.
Ciertamente, toda revolución armada nos hace evocar otra afirmación célebre: “El que no es revolucionario -violento, asesino- cuando joven, no tiene corazón; pero el que es revolucionario cuando viejo, no tiene cerebro”. Este autor francés parece estar más vigente que nunca en ciertos territorios y países de América Latina donde, según las evidencias, impera la locura de la violencia. Baste pensar en una Venezuela, Colombia u otros, donde a consecuencia de ello suman millares los muertos en nuestro continente.
El destino de la paz parece haber sido enterrado de cabeza, cuando las Naciones Unidas, por imposición de la ex-URSS y EEUU, rechazó el Plan Baruch, que fuera presentado luego de descubrirse la bomba atómica.
3- En cuanto al trabajo, aquí importa sobremanera reflexionar acerca de un concepto que ha ejercido enorme gravitación en todo el mundo y que puede condensarse en la frase “Ganarás el pan con el sudor de tu frente…”.
Precisamente, en cuanto el trabajo debería ejecutarse con alegría, cabe pues, recordar las sabias palabras de André Gide: “La primera condición de la felicidad, es que el hombre pueda hallar su alegría en el trabajo. Solo hay verdadera alegría en el descanso, en el ocio, cuando el trabajo alegre le precede”.
Alcances que cabe asociar a la experiencia de Japón. Allá, por eso los trabajadores jamás cambian de empresa. Lo que se debe fundamentalmente a que hay mayor comunidad, respeto y sentido de responsabilidad. Lo que, entre otras cosas, explica por qué pudo Japón históricamente haber derrotado al elefante chino.
Debemos saber asumir la enorme importancia de estos acontecimientos. Los que constituyen, sin duda ninguna, un valioso ejemplo. Particularmente, frente a quienes deseen perpetuarse en el poder y, no raro, engañen a sus pueblos…
Mario Osses Quirós. Consultor abogado y cientista político