Deserción escolar y pandemia

Por Dafne Concha, presidenta Coordinadora de Madres, Padres y Apoderados por el Derecho a la Educación, CORPADE

Por Dafne Concha, presidenta Coordinadora de Madres, Padres y Apoderados por el Derecho a la Educación, CORPADE.-

Entre tanto abandono y aprovechamiento de este gobierno en esta tremenda crisis, muchas familias lo están pasando mal y muy mal, y la escuela, en este contexto, no está siendo prioridad para ellas, pues si no tienen ni cómo asegurar el pan para el día, bien difícil que puedan estar pensando en las tareas escolares de sus hijos e hijas.

Es más, ya hemos sabido de muchas familias que se han tenido que dividir, enviando a los niños con parientes lejanos para poder resistir y generar algún ingreso. Otras familias que pagan por la educación de sus hijos, han incluso optado por retirarlos de los colegios para no seguir pagando, porque han quedado cesantes o bien porque consideran que no se les está otorgando el servicio educativo por el que firmaron contrato.

En medio de esta realidad, se han comenzado a escuchar muchas voces que dicen que para que sus hijos no repitan el año escolar 2020, los retirarán de los establecimientos educacionales para que den exámenes libres. Otros tantos han ya decidido, aunque se vuelva a clases presenciales, que sus hijos no regresarán este año, porque son población de alto riesgo frente al Covid-19 por enfermedades de prevalencia, por condición inmunológica y asma, como también porque quedan al cuidado de adultos mayores que también quedarían mucho más expuestos al contagio.

Y el Ministerio de Educación ¿en qué está? Insistiendo en las clases en línea, en la entrega de guías y en las evaluaciones de contenidos (evaluaciones que quedan sin ningún sustento reglamentario técnico pedagógico). Ciego y sordo frente a las recomendaciones y exigencias de postergar la evaluación docente y el Simce 2020. O sea, fuera de todo sentido de realidad acorte al momento, las condiciones y el nivel de la crisis que no solo es sanitaria (contagios, sistema hospitalario y muertes) sino también social (temor, cesantía y hambre).

Visto así, el panorama de vuelta a clases se ve muy complejo, pues entre tanta política autoritaria y de abandono se visualiza otro flagelo más para la niñez y la adolescencia: la deserción escolar.

Con todos estos antecedentes deberían encenderse todas las alertas institucionales para abordar estas complejidades en toda su dimensión y que no signifiquen un “HAY QUE VOLVER MAÑANA A CLASES”, porque cualquier medida que se tome debe ser primero en resguardo de la vida.

Tendrá entonces el Mineduc que asumir su responsabilidad respecto al tratamiento que ha hecho y hace de la crisis. Tendrá que escuchar a las comunidades y generar políticas públicas de contingencia a través de mecanismos democráticos (los que hasta ahora ha negado) poniendo al centro lo que será la acogida y bienvenida de las y los estudiantes a los establecimientos, darle todo el sentido a lo que significa ganar la campaña por la vida, haber resistido al encierro, a la distancia física y social. Hacer sentir a las comunidades la fraternidad y solidaridad de quien vence una campaña tan importante como el salir adelante en conjunto como sociedad, porque trabajadores de la educación y estudiantes de Chile vuelven a sus escuelas, al reencuentro, al abrazo compartido que cuida y protege, para seguir creciendo, aprender, enseñar, vivir y crear.

¿O no es eso acaso la escuela?

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