Día Internacional de la Mujer: ¿Qué ocurre en el mercado laboral?

El 19 de marzo de 1911 se celebró el primer Día Internacional de la Mujer, en donde más de un millón de personas marcharon exigiendo para las mujeres el derecho a voto y el de ocupar cargos públicos, al trabajo, a la formación profesional y a la no discriminación laboral

Por Daniel Labbé Yáñez

08/03/2017

Publicado en

Columnas

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Foto: latendencia.cl

Foto: latendencia.cl

El 19 de marzo de 1911 se celebró el primer Día Internacional de la Mujer, en donde más de un millón de personas marcharon exigiendo para las mujeres el derecho a voto y el de ocupar cargos públicos, al trabajo, a la formación profesional y a la no discriminación laboral. Hoy, a más de cien conmemoraciones, la lucha no se ha detenido y la búsqueda de la igualdad entre mujeres y hombres continúa a paso firme.

Si bien los avances y logros han sido muchos, aún hay cambios necesarios que hace falta realizar, siendo el mercado laboral uno de los ámbitos relevantes. Es por lo anterior que la consigna dedicada para este año por las Naciones Unidas es Las mujeres en un mundo laboral en transformación: hacia un planeta 50-50 en 2030, debido a los cambios que el mercado laboral ha experimentado y sus efectos en las inequidades existentes en la mayoría de los países.

Particularmente en Chile aún queda mucho por hacer en torno a la desigualdad de género en el mercado laboral. Según datos de la Encuesta Nacional de Empleo (ENE), realizada por el Instituto Nacional de Estadísticas, las mujeres presentan menor tasa de participación y ocupación, y mayor tasa de desempleo que los hombres. La tasa de participación y ocupación femenina para el año 2016 fue de 48,0% y 44,7%, respectivamente; en cambio, para los hombres fue de 71,3% y 66,9%. En ambos casos se evidencia una brecha de más de 20 puntos porcentuales en desmedro de las mujeres, la que ha persistido desde 2010. A su vez, las mujeres tienen una mayor tasa de desocupación que los hombres: 7,0% las mujeres versus 6,1% los hombres.

Cuando ahondamos en las ocupaciones de las mujeres, observamos que ellas tienen una mayor prevalencia que los hombres en empleos a tiempo parcial, con condiciones contractuales más precarias y principalmente en servicios (comercio, educación, manufactura). A su vez, las mujeres destinan 3 horas más que los hombres al trabajo no remunerado; en promedio ellas trabajan de forma no remunerada 5,89 horas y los hombres 2,74 (Encuesta Nacional sobre Uso del Tiempo 2015).

Desigualdad de géneroLo anterior va en línea con que son mayormente las mujeres quienes salen del mercado del trabajo por razones familiares (el 97% de las personas que no pertenecen a la fuerza de trabajo por razones familiares son mujeres, según la Encuesta Nacional de Empleo 2015). Además de lo anterior, las mujeres continúan percibiendo menores sueldos que los hombres, con una brecha salarial que desde el año 2010 no baja del 30%; el ingreso medio mensual de las ocupadas fue de $402.200, en contraposición con los $587.800 de los ocupados, con una brecha de ingreso de 31,6% para el 2015 (Encuesta Suplementaria de Ingresos 2015).

Estas inequidades aumentan si profundizamos el análisis según los territorios y las realidades particulares de cada uno. En el Informe Latinoamericano 2015 que realizó Rimisp -Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural- se evidencia que las zonas o los territorios donde tanto hombres como mujeres viven y trabajan, son un factor importante a la hora de estudiar las brechas de género. Utilizando datos de la CASEN 2013, a nivel nacional las mujeres percibían un ingreso 19% menor a de los hombres; pero al desagregar territorialmente se observa una brecha mayor en aquellas zonas urbanas que en las zonas rurales (21% y 19%, respectivamente).

Este año en Rimisp comenzamos a preparar el Informe Latinoamericano 2017, el cual también incorporará en sus análisis el enfoque de género, para poder aportar a la discusión y generar incidencia en las políticas públicas.

La desigualdad y discriminación salarial, la feminización de ciertos trabajos, incluidas las labores domésticas, y la precarización de los empleos que usualmente realizan las mujeres, presentan un impedimento para lograr la igualdad, la justicia y el desarrollo social y económico que todos anhelamos. Los hacedores de políticas públicas laborales deben incorporar el enfoque de género, considerando las particularidades que cada territorio tiene, para así poder avanzar en lograr la igualdad entre mujeres y hombres en todos los lugares del país, por más alejados que se encuentren.

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