Días de resistencia

Estamos en resistencia desde la mañana del 15 de junio, cuando sucedió la matanza en el distrito de Curuguaty. Resistencia al miedo que la derecha quiso imponer, resistencia al temor de una izquierda demasiado cauta e inmovilizada. Para no olvidar, resistimos también al gobierno de Lugo cuando, presionado por el Congreso Nacional, destituyó a su ministro del interior, Carlos Filizzola y en su lugar puso a un derechista del Partido Colorado, el ex fiscal Candia Amarilla. Porque antes que le dieran el golpe de Estado parlamentario a Lugo, el 22 de junio, el ex Presidente se dio un autogolpe entregando el Gobierno al Partido Colorado. Y a eso resistimos también. En esos días salimos a la calle para solidarizar y expresar nuestro repudio a la masacre, y esa salida a la calle fue difícil y angustiosa, había en el aire una suerte de «orden» de la izquierda de no hablar, no expresar, esperar. Y la derecha imponía su opinión y su verdad a través de la prensa. Resistimos saliendo a la calle, esos días.

Durante el golpe estuvimos día y noche en la calle. Terminado el golpe resistimos a la frustración y levantamos la esperanza y la lucha en la TV Pública. Después todo ha sido resistir.

Hoy, nuestra resistencia continúa y continuará. Porque es nuestra política y nuestra voluntad. En todo caso no del mismo modo que hasta ahora. Debemos ser un poco más punzantes, más molestosos, más irritantes. Nuestra resistencia, hasta ahora, salvo excepciones, más que pacífica parece pasiva, más que noviolenta parece invisible. Sin salir del marco de la noviolencia y la desobediencia civil creo que podemos ser más conflictivos y efectivos. También podemos ser más abiertos y plurales. Las acciones de resistencia, hasta hoy, han estado muy centralizadas y en general han sido bastante timoratas. Si seguimos por ese camino nuestra resistencia no morirá por la represión sino de aburrimiento. Necesitamos que la resistencia florezca en miles de acciones, pequeñas, medianas, grandes, gigantes. Que el conjunto del pueblo sienta que se hace, que hay resistencia, aunque le moleste en su cotidiano o justamente porque le va a molestar en su cotidiano. Debemos hacer de la desobediencia civil un cotidiano, del boicot una herramienta.

Faltan hoy algunos elementos para construir una resistencia más efectiva. Voluntad política, herramientas pedagógicas, articulaciones para la acción y conocimiento de medidas de cuidado y logística mínima. La voluntad política de la izquierda parece más discursiva que real hoy: se dice que se resiste, pero…. Las herramientas pedagógicas existen pero no se han puesto a disposición del pueblo… no circulan volantes, panfletos ni afiches con mensajes que indiquen cómo y qué hacer para resistir. Las articulaciones para la acción, por centralismo y temor a la participación del pueblo, se reducen a la comunidad de izquierda de siempre, dejando a mucha gente fuera de esto. El conocimiento mínimo necesario también está restringido a grupos determinados de la izquierda, negándole al pueblo la posibilidad de construir sus propias acciones de desobediencia y resistencia.

Si llenamos esos faltantes, podremos construir un resistencia que al mismo tiempo sea un tiempo pedagógico para ir construyéndonos como un pueblo consciente y con capacidad de gestionar sus luchas y demandas. Pero es difícil vencer todas las taras y obstáculos culturales que nuestra izquierda paraguaya, sobre todo ese exceso de precaución o temor que demuestra hoy.

El pueblo resistente puede obviar a la izquierda si ésta sigue por ese camino de una resistencia que no hace problemas ni daños a los golpistas. Que confunde pacifismo con inefectividad y noviolencia con pasividad. El pueblo que resiste simplemente encontrará su propio camino de acción noviolenta si la izquierda no se despierta y resiste de verdad y con consistencia, fuera de las oficinas, salas de reunión y cámaras de foto y tv, en la calle.

Por Pelao Carvallo

18 de julio de 2012

Asunción del Paraguay

Columna publicada simultáneamente en portugués en el Portal Vermelho