Columna

¿Dónde van a parar los suicidas como Eduardo Bonvallet ?

Eduardo Bonvallet falleció esta mañana y si bien podemos decir que fue un tipo que tuvo tantos adherentes como detractores y que generó tanto fervor como odiosidad tenemos que reconocer que pasó por nuestras vidas sin jamás pasar inadvertido

Por Arturo Ledezma

18/09/2015

Publicado en

Columnas

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bonvallet

Eduardo Bonvallet falleció esta mañana y si bien podemos decir que fue un tipo que tuvo tantos adherentes como detractores y que generó tanto fervor como odiosidad tenemos que reconocer que pasó por nuestras vidas sin jamás pasar inadvertido. Nos puede caer mal, es cierto. Pero cuando alguien muere uno toma distancia. Da dos pasos atrás. Respeta. Luego mira de nuevo la situación y quizá retomando el aire es capaz de establecer un punto o de decir algo. Eso intento. Decir algo de Eduardo Bonvallet sin caer ni en el homenaje, ni en el acoso a su memoria, y mucho menos en establecer un juicio deliberado, porque se ha muerto un hombre que tuvo una vida dolorosa y decidió acabar con ella atándose un cinturón al cuello y eso es un detalle importante a la hora de decir cualquier cosa respecto de un tipo que se acaba de suicidar.   

Instinto de muerte, el infierno como elección

Gabriela Mistral escribió un bellísimo poema titulado Interrogaciones en el cual se pregunta en el primer párrafo: ¿Cómo quedan, Señor, durmiendo los suicidas? Pues no olvidemos que la tradición judeocristiana castiga el suicidio con el infierno.

En el caso de Bonvallet yo me pregunto si ese infierno no fue acaso su propia vida y el morir no es más que un descanso prudente para un tipo que padecía de una depresión que lo llevó a vestir de negro hasta el pensamiento más tímido. Y es que a veces la vida no es color de rosas, ni es tan cierto eso de que todo personaje famoso es también dueño de una dicha que uno se imagina desde el sillón de su casa. Por eso es que no me cabe duda de que cuando el autoproclamado Gurú decidió tomar la muerte como único escenario posible lo hizo pensando en que a veces es mejor dar un paso al lado antes que seguir cargando con la procesión fatal de una vida de mierda.

De futbolista del montón a personaje principal de la balada para un loco

Eduardo Bonvallet no fue un futbolista talentoso, pasó por la vida deportiva sin penas ni glorias y se retiró a temprana edad para dedicarse a otros negocios relacionados con el mundo del deporte. Sin embargo en el mundo de las comunicaciones fue donde alcanzó su máxima expresión y pasó de ser un mediocampista retirado a personificar la figura más polémica de los años noventa.

Se hizo llamar Gurú. Y ya sea desde un locutorio de radio o desde un estudio de televisión se las ingenió para disparar con lengua afilada en contra de dirigentes, futbolistas, entrenadores y hasta políticos. Tanta fue su fama que llegó a entrevistar al mismísimo dictador Pinochet en una entrevista que ha dado vueltas por la red en los último meses luego del impasse que tuvo con Giorgio Jackson en Vértigo. Y así, como este, hay cientos de detalles en la vida de Bonvallet que nos harán recordarlo como un tipo al que muchos jamás entendimos por completo, pero a quien aprendimos a soportar dentro del mundo de los medios ya sea por cansancio o simplemente por predilección. El caso es que así como algunas personas llegaron a odiarlo otros lo veneran, mientras unos lo taparon en demandas hubo un público fiel que lo llenó de aplausos y lo privilegió con una audiencia enorme en sus programas radiales.

Cuando la procesión va por dentro no hay nada qué hacer

Me imagino que debe ser difícil ser un tipo que está en el punto de tiro de las miradas periodísticas y también supongo que no debe ser fácil vivir la vida con una depresión a cuestas. Bonvallet siempre expresó públicamente lo de su estado depresivo, y a la par llevaba una vida de combate cuerpo a cuerpo con muchas personas, se trenzó hasta hace muy pocas semanas en peleas con periodistas chilenos y extranjeros, vivió en carne propia de la locura farandulera y fue víctima y victimario de su propia exposición mediática. Hizo alarde de sus condiciones personales con una egolatría que llegaba a tocar el techo y estuvo siempre en medio de la balacera terrible de la violencia verbal y del fanatismo (propio y de otros). Esa combinación es muy compleja de sobrellevar y pocas personas en el mundo podrían con ese cóctel de emociones. Por eso es que el suicidio de Bonvallet no me parece una cosa tan extraña y, de alguna manera, lo apoyo, respeto y comparto con él la determinación de poner fin a una carga que seguramente era demasiado grande para una sola persona. Debe ser muy complejo ser megalómano y depresivo al mismo tiempo; debe ser horrible ir por la vida dando escupitajos y saber que a quien escupes puede también escupirte de vuelta.

Como decía al comienzo, cuando una persona muere hay que tomar distancia y dar dos pasos atrás antes de empezar a decir cualquier cosa. Con Eduardo Guillermo Bonvallet me pasa que nunca lo escuché en la radio en los últimos años, pero sí recuerdo que en su primera época (la dorada) del Gurú y del comentarista crítico, lo escuché y lo seguí por televisión. Me gustaba en esa época. Me entretenía. Me daba risa verlo con su ahora mítica y famosa pizarra magnética en la que puteaba y formaba equipos ideales. Ahora quizá nos pueda dar un poco de risa incluso, pero el tipo tenía lo suyo. Sin embargo, a la hora de hacer un recuento, y a pesar de cualquier cosa que nos quede como residuo de la imagen del Bonva, tenemos que reconocer que el tipo, loco y todo, raro y todo, pasó por el mundo de la televisión chilena dejando una huella que será difícil de superar. Incluso el mismo hecho de quitarse la vida un 18 de septiembre es otra muestra más de esa personalidad que quiso dejar huella hasta en el último día, hasta en el último detalle.

por @arturoledezma

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