EE.UU. no está preparado para una guerra simultánea contra China y Rusia

Por Alfredo Jalife-Rahme

Por Sofia Belandria

11/12/2020

Publicado en

Columnas

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El Índice de la Fuerza Militar de EE.UU. 2021 de la Fundación Heritage coloca como las 4 principales amenazas a la seguridad expansionista de EE.UU. a China, Rusia, Irán y Corea del Norte y juzga que el país norteamericano «no se encuentra preparado a librar una guerra simultánea contra China y Rusia», por lo que reclama mayor gasto militar.

El Índice de la Fuerza Militar de EE.UU. 2021 del think tank Fundación Heritage desglosa el Ambiente Operativo Global y coloca en primer lugar a China, a quien estigmatizan con la mano en la cintura (desde 2012) de estar detrás del 96% del espionaje industrial en el mundo.

Juzga en forma alarmante que China «representa un conjunto diverso de amenazas y desafíos a EE.UU., sus aliados y socios y sus intereses en la región Indo-Pacifico», donde Beijing es «cada vez más capaz de desafiar el dominio de EE.UU. y de interrumpir la libertad de los demás» en los ámbitos aéreo y marítimo, donde «incidentes inadvertidos puedan escalar a un conflicto mayor», debido a los tratados específicos de EE.UU.

Pese a que China posee un «amplio arsenal de armas nucleares», ha demostrado ser un «actor más estable que Corea del Norte» y considera que en el espacio «representa un desafío cualitativo» por ser el «primer país en ser capaz de acceder al espacio motu propio, mientras impide la capacidad de EE.UU. de hacer lo mismo». Y eso que el índice todavía no tomaba en cuenta el reciente alunizaje de una plataforma robótica china no tripulada.

El mayor temor es que China «penetre las redes computacionales foráneas»: un «mayor riesgo a la seguridad occidental», lo cual ha sido exacerbado por su dominio del mercado 5G, la columna vertebral de la próxima generación de las telecomunicaciones» cuando el Ejército chino contempla «suprimir y destruir los sistemas informáticos del enemigo».

El think tank de EE.UU. propone «establecer un bloqueo informático» y no pasa por alto el deseo de China para reintegrar a Taiwán, mientras Beijing «usa las tensiones fronterizas con la India para obtener ganancias políticas y diplomáticas».

Parece que la paranoia de EE.UU. es muy redituable con el fin de incrementar su gasto militar, que es el mayor del planeta, y en referencia a Rusia, juzga que «posee la capacidad militar de dañar y [en caso de su arsenal nuclear] representar una amenaza existencial para EE.UU.», pero «no ha demostrado de manera concluyente la intención de hacerlo». Como que en ciertos circuitos estratégicos de EE.UU. todavía sueñan con seducir a Rusia para que rompa su asociación estratégica con China, lo cual, a mi juicio, parece ser muy tardío.

El índice considera que «Rusia no es una amenaza a los intereses globales a EE.UU. como lo fue la URSS durante la Guerra Fría», pero «ostenta desafíos a una serie de intereses de EE.UU. y de sus aliados y amigos cercanos a las fronteras de Rusia» que temen que Moscú «todavía mantiene el arsenal nuclear más amplio del mundo».

Visualiza un ataque de Rusia a EE.UU. como «altamente improbable» y juzga que las amenazas serán puntuales en Europa Oriental/Central, el Ártico, los Balcanes y el Cáucaso del Sur» —donde no fue gratuito que «alguien» haya incendiado el conflicto de Nagorno Karabaj entre Armenia y Azerbaiyán—.

Heritage Foundation argumenta que Rusia «perseguirá opciones relativas de bajo costo» con instrumentos de ciberguerra e «intervenciones militares limitadas».

Me llama poderosamente la atención que el índice no haya citado en absoluto las miríficas «armas hipersónicas» donde Rusia lleva una delantera de 20 años, según Andréi Martyanov.

En tercer lugar coloca a Irán y abulta el carácter «terrorista» de la milicia libanesa Hizbulá. Solo faltaría, en forma grotesca, que el índice invente que Hizbulá posee las armas nucleares que le faltan a Irán.

Arguye que el poder misilístico de Irán y sus inventarios de cohetes «pueden golpear objetivos en la región medio-oriental y en Europa oriental», mientras «busca mejorar la letalidad y efectividad de sus sistemas», como es el caso del misil balístico Khalij Fars, que «puede amenazar la actividad marítima en el Golfo Pérsico y en el estrecho de Ormuz».

Expone una evaluación del FBI de que «actores foráneos cibernéticos que operan en Irán pueden potencialmente usar una amplia variedad de operaciones de redes computacionales contra las redes de EE.UU.».

Concluye que Irán representa de lejos el mayor desafío significativo a la seguridad de EE.UU., a sus aliados y a sus intereses en el Gran Medio Oriente«, debido a su hostilidad contra Israel. El índice oculta que Israel es el único país del Oriente Medio que posee un mínimo de 250 bombas nucleares.

En cuarto lugar viene Corea del Norte que representa «un desafío a la seguridad de los aliados de EE.UU., Corea del Sur y Japón, así como a las bases de EE.UU. en esos países y en Guam» y «busca mediante sus pruebas nucleares y misilísticas extraer varias concesiones de EE.UU.» cuando, según las agencias de espionaje de EE.UU., «Pyongyang ha conseguido la miniaturización de ojivas» que pueden ser colocadas en misiles de alcance medio con la «capacidad de alcanzar al territorio de EE.UU.», lo cual suena a una prosaica hipérbole propagandística.

En quinto lugar aparece la díada Afganistán/Pakistán y el índice se lava olímpicamente las manos sobre el hecho de que EE.UU. invadió Afganistán, donde todavía permanece, y colabora con el Ejército de Pakistán que posee una sustancial dotación de armas nucleares, equiparable a la de la India, su vecino y enemigo.

Para EE.UU., la región AfPak son los «grupos terroristas no estatales quienes representan la mayor amenaza a la seguridad nacional de EE.UU.».

En sexto lugar descollan los «actores no-estatales»: todo un caleidoscopio de operadores «islámicos yihadistas» y, evidentemente, elude la gran responsabilidad de EE.UU. y Occidente en su (re)creación, con el fin, a mi juicio, de desestabilizar las fronteras musulmanas de Rusia y China y, ahora, para interrumpir el proyecto y trayecto de las tres Rutas de la Seda de China y su conectividad geoeconómica con Europa, en el más puro estilo balcanizador del británico Sir Halford Mackinder y del polaco/canadiense/estadounidense y, más que nada, zelote rusófobo, Zbigniew Brzezinski.

En su lectura del reporte de marras, Asia Times destaca que el «Ejército de EE.UU. actualmente solo puede manejar a un enemigo mayor» y no a dos en forma simultánea.

A propósito, en la semana en curso se celebró el Halifax International Security Forum que amplifica la amenaza china que «realizará más pruebas con misiles —convencionales y asociados a misiles nucleares— este año que el resto de los países», lo cual constituye la mayor «amenaza asimétrica a la Armada de EE.UU.

Lo más perturbador radica en que el ejército expansionista/intervencionista de EE.UU. se arroga el derecho unilateral de merodear en el Mar Negro, frontera con Rusia, y en el mar del Sur de China, mientras prohíbe la presencia militar de Moscú y Beijing en sus costas del Atlántico y del Pacífico, no se diga en su bajo vientre (su “soft belly” ) del Golfo de México/mar Caribe.

EE.UU. siempre se victimiza agrediendo a los demás, a quienes colma con los peores epítetos para lloriquear sus falsas lamentaciones.

Por Alfredo Jalife-Rahme

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