El 5 de mayo, dos discursos históricos

Se debe afirmar que la jornada cívica del viernes 5 de mayo de 2023 fue una fiesta y recordatorio de un conjunto de hazañas del pueblo mexicano

Por Alfonso Yáñez Delgado

02/06/2023

Publicado en

Columnas / México / Puebla

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Tanto el presidente Andrés Manuel López Obrador, como el gobernador del Estado, Sergio Salomón Céspedes Peregrina pronunciaron sendos discursos históricos en la celebración del triunfo del ejército mexicano el 5 de mayo de 1862. Ojalá la Secretaría de Cultura los editara y distribuyera masivamente entre el alumnado de primera y segunda enseñanza. Vale la pena por la importancia que ha tenido para nuestro país el triunfo de las fuerzas republicanas que encabezara don Benito Juárez.

No basta levantar la voz y gritar a los cuatro vientos que vencimos a un ejército extranjero; ganamos la batalla y también la guerra porque la maniobra -como señaló Andrés Manuel- de los conservadores de nuestro país fracasaron, como ya lo había hecho diez años antes trayendo del exilio al traidor Santa Anna, en esa ocasión actuaron como comparsas de los franceses y los ayudaron en los planes intervencionistas visitando a Maximiliano en su Castillo de Miramar en Trieste, Italia, para ofrecerle el trono del llamado gobierno monárquico de México.

“Desde luego, esto sólo fue el medio – continúo explicando el presidente- la forma, la simulación; los conservadores fueron simples títeres, achichincles, traidorzuelos, cómplices en otro de los terribles atentados imperiales a la soberanía de nuestra patria.

“Tan fija tenía Napoleón III la idea de volvernos de nuevo colonia, que a pesar de la actitud conciliadora del presidente Benito Juárez que llevó a Inglaterra y a España a aceptar un arreglo pacífico y a retirarse de México junto con sus tropas, el general francés Latrille, conde de Lorencez recibió órdenes desde París de no aceptar ningún acuerdo y declaró la guerra a México.

“Como ha sucedido en todas las intervenciones extranjeras que ha padecido nuestro país, siempre el invasor y sus voceros tratan de justificar sus felonías en nombre de la civilización, de la libertad, a veces de la democracia para ocultar el afán autoritario y la sed de pillaje que los mueve.

“Como parte de ese guion, en ese tiempo se desató en el Viejo Continente una campaña en contra de México; en vísperas de la invasión, políticos europeos decían que necesitábamos un gobierno de orden y los periodistas del Times inglés afirmaban que la única moral de [nuestra] nación, que, según ellos, nuestra raza estaba ˈprofundamente pervertidaˈ y que la única moral era el robo, visto como objeto principal de todos los partidos políticos”. A Juárez la prensa francesa lo calificaba de demagogo, déspota, jacobino, vendepatrias, y tirano rojo, sin que faltara el insulto racial de “indio ladino”.

“Esa prepotencia de los invasores se advierte cuando a finales del mes de abril, –como lo señaló Sergio Salomón Céspedes, gobernador de Puebla–, antes de partir de Veracruz hacia Puebla, Lorencez, en una carta dirigida al ministro de Guerra francés le expresa, dice textualmente:

«Somos tan superiores a los mexicanos, en organización, en disciplina, raza, moral y refinamiento de sensibilidades, que, desde este momento, al mando de nuestros 6000 valientes soldados, ya soy el amo de México».

“Hay dos célebres momentos que siempre debemos recordar con admiración y respeto -enfatizó el presidente Andrés Manuel López Obrador: la forma en que el general Ignacio Zaragoza, antes de la Batalla del 5 de mayo de 1862, animaba a los soldados mexicanos recorriendo las líneas de combate con estas palabras:

Tenemos ante nosotros al mejor ejército del mundo, pero vamos a triunfar porque ustedes son los mejores soldados de la patria”.

Tras la batalla el general Zaragoza envía al ministro de Guerra del gobierno del presidente Juárez el célebre telegrama en el que expresa: “las armas del supremo gobierno se han cubierto de gloria…”.

“Claro que luego vino lo más difícil en la defensa de nuestro territorio. No se deben olvidar, entre otros hechos, el sitio de Puebla, defendida con heroísmo durante sesenta y dos días por los partidarios de la república y que causó cuantiosas víctimas, también no olvidar otros enfrentamientos con los invasores en todo el territorio nacional; sin embargo, la Batalla de Puebla del 5 de mayo de 1862 fue una gran victoria que sentó un precedente: el mejor ejército del mundo puede ser derrotado cuando se lucha en defensa de la soberanía y la libertad. Ese episodio permitió mantener encendida, durante la posterior ocupación, la llama de la esperanza y el patriotismo.

“Como todos sabemos, en esos momentos aciagos, difíciles para la patria tuvimos un dirigente firme e incorruptible, como lo fue el presidente Juárez; nunca flaqueó y mantuvo siempre una inquebrantable fe en el triunfo de la república. Sus firmes principios permitieron no caer en la tentación de negociar lo innegociable. Por eso es pertinente recordar lo que el 2 de marzo de 1865, desde el Paso del Norte, hoy Ciudad Juárez, le escribió a su leal consejero y yerno, Pedro Santacilia; decía el presidente:

“Que el enemigo nos venza y nos robe si tal es nuestro destino, pero nosotros no debemos legalizar un atentado entregándole voluntariamente lo que nos exige por la fuerza. Si la Francia, los Estados Unidos o cualquier otra nación se apodera de algún punto de nuestro territorio y por nuestra debilidad no podemos arrojarlo de él, dejemos siquiera vivo nuestro derecho para que las generaciones que nos sucedan lo recobren. Malo sería dejarnos desarmar por una fuerza superior, pero sería pésimo desarmar a nuestros hijos, privándolos de su buen derecho, que más valientes, más patriotas y sufridos que nosotros, ese derecho lo harían valer y sabrían reivindicarlo algún día”.

La solidaridad internacional la recordó el presidente López Obrador, en la presencia del embajador norteamericano, con un estribillo mexicano que decía: “habrá muchos Abrahames, pero como Abraham, no habrán”; ciertamente Abraham Lincoln dio refugio y protección a la familia del presidente Juárez y atendió al embajador de nuestro país, Matías Romero, y nunca, nunca, el presidente Lincoln reconoció al régimen de Maximiliano-“

Finalmente, se debe afirmar que la jornada cívica del viernes 5 de mayo de 2023 fue una fiesta y recordatorio de un conjunto de hazañas del pueblo mexicano.

Foto: Archivo El Ciudadano

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