Carta Geopolítica

El ciclo derechista en América Latina

Se puede apreciar que hay nueve gobiernos con presidencias declaradamente de derecha, la mayoría en Sudamérica, con varios de ellos relevantes en distintos ámbitos como Argentina, Chile y Perú. Hay otros gobiernos que se declaran de izquierda o centro izquierda, pero su praxis en materia de política exterior está totalmente alineada con Estados Unidos, son los ejemplos de Costa Rica, Guatemala, Surinam, República Dominicana y Guyana.

El ciclo derechista en América Latina

Autor: El Ciudadano

Por Carlos Gutiérrez P.

América Latina está en un ciclo en que afloran y se complementan dos realidades, por una parte, un gobierno estadounidense republicano dirigido por un presidente y un equipo ejecutivo que ha hecho una lectura acertada de la actual complejidad mundial, que se podría definir global y sintéticamente como el de la transición del unilateralismo hegemónico de Estados Unidos a un sistema multipolar con la participación de algunos actores con poder de alcance regional y otros de alcance global. A partir de esta interpretación ha ordenado sus intereses y estrategias y las ha declarado públicamente a través de su Estrategia Nacional de Seguridad 2025.

Por la otra, una serie de partidos y movimientos políticos derechistas que están o han alcanzado recientemente los gobiernos de sus países, con planteamientos similares anclados en una agenda que ha privilegiado los temas de seguridad interior, migración, crecimiento económico, además de un fuerte resentimiento anti izquierdista, masificando discursos de odio, de temor, amparados en la desinformación y la distorsión flagrante de la realidad.

La geografía política de la región se refleja en este sencillo cuadro, con una situación actualizada de los presidentes/as, con el correspondiente período de su mandato y una clasificación ideológica general, considerando una división gruesa de izquierda-derecha (nunca he concebido la posmoderna afirmación de la desaparición de este eje). Hay que asumir que en la mayoría de los casos a las elecciones presidenciales se presentan coaliciones con nombres de fantasía, pero también con partidos políticos con denominaciones compuestas que rayan con una gran dificultad para exponerla ideológicamente ante un público común, y solo se hace posible traducirlas siguiendo la trayectoria política de los sujetos, de sus programas y de su praxis de gobierno.

PAÍSPRESIDENTEIDEOLOGÍAPERIODO
ArgentinaJavier MileiUltra derecha2023-2027
BrasilLula da SilvaIzquierda2023-2027
UruguayYamandú OrsiIzquierda2025-2030
ParaguaySantiago PeñaDerecha2023-2028
BoliviaRodrigo PazDemocracia cristiana2025-2030
ChileJosé Antonio KastUltra derecha2026-2030
PerúJosé JeríDerecha2025-2030
EcuadorDaniel NoboaDerecha2025-2029
ColombiaGustavo PetroIzquierda2022-2026
VenezuelaNicolás MaduroIzquierda2024-2029
PanamáJosé Raul MulinoCentro derecha2024-2029
Costa RicaRodrigo ChavesCentro izquierda2022-2026
NicaraguaDaniel OrtegaIzquierda2022-2027
El SalvadorNayib BukeleDerecha2024-2030
HondurasPendienteDerecha2025-2029
GuatemalaBernardo ArévaloCentro izquierda2024-2028
MéxicoClaudia SheinbaumIzquierda2024-2030
CubaMiguel Díaz CaneloIzquierda2024-2029
República DominicanaLuis AbinaderCentro2024-2028
GuyanaIrfaan AliCentro izquierda2020-2025
SurinamJennifer SimonsCentro izquierda2025-2030

Tomé en consideración estos 21 países por ser considerados clásicamente como región latinoamericana. Dejé fuera a Haití porque vive una situación socio-política de mucha complejidad y extrema fragilidad institucional, que la hace irrelevante en el panorama político regional, aunque dolorosa para su pueblo y peligrosa para la región en tanto la exportación del crimen organizado y migración masiva irregular. También dejé fuera a las islas caribeñas que son colonias de Reino Unido. Las otras islas Barbados, Trinidad y Tobago también las excluí debido a su baja incidencia en los vaivenes de la región.

Se puede apreciar que hay nueve gobiernos con presidencias declaradamente de derecha, la mayoría en Sudamérica, con varios de ellos relevantes en distintos ámbitos como Argentina, Chile y Perú. Hay otros gobiernos que se declaran de izquierda o centro izquierda, pero su praxis en materia de política exterior está totalmente alineada con Estados Unidos, son los ejemplos de Costa Rica, Guatemala, Surinam, República Dominicana y Guyana (estos dos son parte de todo el despliegue militar de Estados Unidos en el Mar Caribe contra Venezuela).

A los gobiernos de izquierda se les acosa permanentemente, por distintas vías. En Brasil fue a través de los aranceles y la presión política por decisiones propias de su soberanía. A México con los aranceles y la amenaza fronteriza constantemente por la compleja realidad del crimen organizado, que al igual que Colombia, se ha llegado a plantear que ambas presidencias tienen relación y alientan el narcotráfico. Desde el gobierno de la Casa Blanca se les ha denominado como narco-presidentes. Todo el concentrado ataque contra el presidente Petro anuncia inequívocamente la dimensión que adquirirá el intervencionismo electoral de Estados Unidos para la elección presidencial de mediados del año 2026. Con Cuba se mantiene su histórica política de bloqueo, permanentemente denunciado por Naciones Unidas. A Venezuela se le cerca política, económica y militarmente, siendo la situación más compleja de la región, por la posibilidad de una intervención militar y la dificultad de una negociación, teniendo en cuenta el alto interés de Trump y el nivel que ha alcanzado la escalada.

En este escenario, muy favorable para el despliegue de la estrategia estadounidense, el presidente Trump pretende ordenar la región en torno a cuatro ejes:

1.-        Su imposición económico-comercial, que necesita de dos factores. Uno de ellos es expulsar a la economía china de la región, que después de décadas de trabajo paciente y silencioso se instaló como el primer socio comercial de la mayoría de nuestros países. Se consolidó a través de fuertes flujos comerciales de bienes, inversión directa en áreas claves como la minería y la infraestructura, y también en espacios de alta tecnología.

            El otro factor apunta al incremento de la presencia económico-comercial de Estados Unidos, que no se gesta de buena manera, ya que usa una “diplomacia económica” de presión a través de la imposición de aranceles que obliga a nuevas negociaciones bilaterales, de por sí muy asimétricas, que se resuelven en forma inconveniente para nuestros países.

            Para potenciar ese proyecto también necesita que los países, ahora gobernados por la derecha, reformulen políticas económicas y sociales que se instalaron en el ciclo de los gobiernos progresistas, como por ejemplo políticas tributarias que alivien al gran empresariado, flexibilización de las exigencias ambientales, mayores facilidades de inversión extranjera (léase estadounidenses), nueva oleada de privatizaciones, más restricciones al rol estatal. En cuanto a los derechos sociales, se toman medidas restrictivas para controlar y disminuir el potencial negociador de asociaciones sindicales (Argentina, Perú, y se viene en Chile con los trabajadores públicos. En Bolivia se eliminan los subsidios al combustible, se declara estado de emergencia económica, financiera, energética y social, y un régimen extraordinario de repatriación de capitales con 0 % de impuestos).

            Un factor clave para el futuro económico de Estados Unidos es aumentar la producción de combustibles fósiles y construir oleoductos para la seguridad energética. En su territorio están cancelando cualquier medida restrictiva (Acuerdos de París y medidas de Biden). Tienen una especial atención a las reservas de hidrocarburos en el entorno cercano (léase el ataque a Venezuela); en una crisis geopolítica es más beneficioso obtener petróleo del patio trasero que arrastrarlo a través de océanos. La situación en el mercado es más compleja con la OPEP+, ya que no siempre actúan en beneficio de Estados Unidos, por eso su estrategia es dividir a los actores de la OPEP+, y afectar estos recursos a la economía rusa y china.

            Y en cuanto a la disputa mundial por minerales estratégicos, la mejor noticia para Trump es que en nuestra región el famoso triángulo del Litio, una de las mayores reservas del mundo, hoy está en manos de tres gobiernos derechistas, uno de los cuales, Bolivia, ya dijo que revisará los actuales contratos.

2.-        Una uniformidad político-ideológica, que en este período histórico se realiza a través de fórmulas algo menos brutales como fueron los golpes e intervenciones militares, y que busca la instalación de gobiernos de derecha. Hoy se ha privilegiado una línea legal para acusar a líderes de izquierda y dejarlos al margen de la disputa política (Lula, Rousseff, Correa, Kirchner, Arce, Castillo), y también el intervencionismo electoral directamente por parte del presidente Trump, con ejemplos emblemáticos como sucedió en Argentina, Bolivia y Honduras (y pensando en el futuro con el caso de Colombia).

            Una estrategia distinta es usada contra el triángulo duro (Venezuela, Cuba y Nicaragua), que tienen el proyecto más anti-imperialista, el que ha profundizado relaciones con potencias extra regionales y que ha consolidado un poder interno. En este caso es el uso de la fuerza a través del bloqueo económico, aislamiento político y la amenaza del componente militar, como es la tensa situación en el Mar Caribe contra Venezuela.

            La presión contra Venezuela tiene un objetivo central, que tendría tres efectos. Se busca el cambio de régimen con la salida del presidente Maduro y su coalición política, que repercutiría con la ascensión de un gobierno de derecha en un país muy importante en términos geopolíticos y que se alinearía con Estados Unidos; el imperio se haría de enormes riquezas básica, especialmente el petróleo, lo que lo situaría en una posición dominante a nivel mundial y resolvería el déficit interno; producto de esa realidad habría un efecto dominó en Cuba y Nicaragua, economías débiles, que tienen una dependencia importante del apoyo venezolano. Con esto acabaría con la resistencia más dura anti-imperialista.

            El socio ideológico más activo de Estados Unidos, hasta ahora, ha sido el presidente argentino Javier Milei, que el día 20 de diciembre declaró que “La atroz e inhumana dictadura del narco-terrorista Nicolás Maduro arroja una sombra oscura sobre nuestra región. Argentina celebra la presión de Estados Unidos y de Donald Trump para liberar al pueblo venezolano. El tiempo de actuar con tibieza en este asunto ha terminado”. En su momento le propuso a Washington sumarse con una fuerza naval al apoyo a Israel y recientemente al bloqueo de Venezuela.

            La subsecretaria del Departamento de Estado para el hemisferio occidental, Katherine Dueholm, convocó a la presidenta mexicana a alinearse con la política exterior del gobierno de Trump y alejarse de Cuba. Claudia Sheinbaum respondió que no cambiará la histórica política que este país ha mantenido para defender a la isla.

            El día 19 de diciembre, el Departamento de Estado anunció que revoca la visa del magistrado del Tribunal de Justicia Electoral de Honduras, Mario Morazán “por socavar la democracia en Honduras al impedir el recuento de votos. Estados Unidos no tolerará acciones que socaven nuestra seguridad nacional ni la estabilidad de nuestra región”. El día 20 hizo lo mismo con el consejero del Consejo Nacional Electoral, Marlon Ochoa, rechazando su solicitud de visado. El consejero denunció una injerencia estadounidense en el escrutinio y asegura que no valdrían los resultados de los comicios, a los que calificó de fraudulentos. Aunque ambos candidatos que se disputan la presidencia son de derecha, es Asfura el que ha sido apoyado descaradamente por Trump y por ahora encabeza el escrutinio, pero en un ambiente enrarecido de fraude.

            En la conferencia de prensa de fin de año del 19 de diciembre, el canciller Marco Rubio hizo declaraciones bastante agresivas, en el marco de su nueva estrategia de seguridad nacional para la región, particularmente en el campo de la correlación política favorable a sus intereses. Declaró que “Este nuevo año tendremos gobiernos en la región dispuestos a cooperar. Lo que está buscando Estados Unidos es la seguridad del hemisferio”. Calificó al presidente Maduro de “ilegítimo”, al presidente Petro de “inestable”, y describió la realidad cubana de “desastre”. Afirmó que Venezuela es una amenaza para la estabilidad del hemisferio occidental y que “Las voces deben ser respetadas y defendidas”, refiriéndose a los resultados electorales de Honduras, que favorecen a su protegido.

            Anteriormente se había referido al triunfo de José Antonio Kast afirmando que “Bajo su liderazgo, confiamos en que Chile impulsará prioridades compartidas, como el fortalecimiento de la seguridad pública, el fin de la inmigración ilegal y la revitalización de nuestra relación comercial”.

3.-        Un espacio de dependencia en el ámbito de la seguridad, que le asegure militarmente su base regional de proyección estratégica (Estados Unidos aprobó un presupuesto militar de 901.000 millones de dólares para el año fiscal 2026, el más grande de la historia). Para esto continúa las relaciones militares con las fuerzas armadas de la región; promoviendo la compra de sus sistemas de armas, que le reporta negocios para su industria militar y dependencia tecnológica y doctrinaria; ampliación de las funciones de las fuerzas armadas, involucrándolas directamente en la lucha sobre las nuevas amenazas de crimen organizado y migración irregular, pero sin descartar “otros actores peligrosos” (en Ecuador, el 17 de diciembre se confirmó el envío de personal militar estadounidense a la base de Manta, en una operación temporal con las fuerzas armadas del país. Se busca fortalecer la capacidad del ejército para combatir al narcotráfico y otros delitos transnacionales. Según Noboa esto “permitirá identificar y desarticular rutas de narcotráfico y controlar a quienes pretendieran aprovecharse del país”. Hay que recordar que en noviembre se realizó un plebiscito que rechazó las bases extranjeras en el país, pero según la embajada de Estados Unidos, eso no es obstáculo porque “esta es una operación conjunta temporal”).

4.-        Un ordenamiento securitizado de la región ante el aumento de los carteles del crimen organizado, particularmente el vinculado al tráfico de drogas, que tiene a Estados Unidos como el mercado privilegiado, tanto de consumo como el de lavado de dinero.

            También necesita de todos sus socios para el control migratorio, especialmente con los países centroamericanos que es de donde provienen los flujos que se dirigen hacia el norte. En esta materia encuentra un diálogo muy fluido con nuestros países, que efectivamente enfrentan una realidad compleja ante oleadas irregulares de migrantes; el problema es que los gobiernos de derecha asumen la problemática desde una óptica esencialmente punitiva, fronteriza y sin coordinaciones intra regionales. Todo esto agrega mayores problemas al conjunto de la región, porque es imposible una solución particularista a un fenómeno global.

            El Salvador y Costa Rica firmaron un acuerdo denominado “Escudo de las Américas”, que es un esfuerzo en seguridad, desarrollo y coordinación regional. Es una invitación para todos los gobiernos “que piensen igual, que quieran lo mejor para sus pueblos y que quieran acabar con la criminalidad internacional, que es la que plaga toda Latinoamérica”, declararon ambos presidentes el 13 de diciembre.

            Los cancilleres Rubio de Estados Unidos y Rubén Ramírez de Paraguay firmaron, el 15 de diciembre, un acuerdo de cooperación militar en seguridad, que “permitirá enfrentar conjuntamente al crimen organizado y el narcotráfico en la región”. En la declaración se sostiene que tenemos “objetivos compartidos, pero por sobre todas las cosas, por la libertad de nuestra gente, lo que está en riesgo es la libertad de las personas”.

La región se encuentra en un círculo virtuoso para aumentar la hegemonía estadounidense, para lo cual cuenta con un gobierno muy agresivo en manos de su canciller de origen latino Marco Rubio, y sus correspondientes seguidores latinoamericanos. Al gobierno de Trump le quedan todavía tres años más de ejercicio, y a la mayoría de los gobiernos locales de derecha un período de tres a cuatro años más. Esto coincidirá con el año 2030, donde la famosa Agenda 2030 de Desarrollo Sustentable será un canto de sirena para estos gobiernos. Es tiempo suficiente para llevar adelante su agenda de retrocesos -restauradora de lo que fueron acotados logros del ciclo progresista. La región vivirá tiempos difíciles porque estos proyectos estarán en medio de un mundo más turbulento, con anuncios de una nueva crisis económica y vientos de guerra, en que nos encontrará alineados con uno de los actores que estará en el ojo del huracán y que vive una pendiente decadente (Estados Unidos), junto a una elite regional que no tiene precisamente entre sus prioridades a la mayoría de la población.

Por Carlos Gutiérrez P.

Carta Geopolítica 76 – 23/12/2025

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