El combate por la educación

Por efecto de neoliberalismo, el 20% de los habitantes del planeta posee el 82,7% del ingreso mundial, mientras que el 60% tiene el 5,6% del ingreso

Por Cesarius

10/08/2012

Publicado en

Columnas

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Por efecto de neoliberalismo, el 20% de los habitantes del planeta posee el 82,7% del ingreso mundial, mientras que el 60% tiene el 5,6% del ingreso. En el mercado financiero, el 20% más pobre de la población participa del 0,2% de los préstamos internacionales de la banca comercial. El Norte, con una cuarta parte de la población mundial, consume el 70% de la energía del planeta, el 75% de los metales, el 85% de la madera y el 60% de los alimentos.

En otros términos, “ha sido construido un sistema que considera el provecho como motor esencial del progreso económico, la competencia como ley suprema de la economía, la propiedad privada de los medios de producción como un derecho absoluto, sin límites ni obligaciones correspondientes. (…) No hay mejor manera de reprobar un tal abuso que recordando solemnemente una vez más que la economía está al servicio del hombre”. (Pablo VI, “Populorum progressio”, Nº 26). Esto significa que el mercado ha moldeado un concepto de hombre concebido en lucha de todos contra todos, basado en las relaciones entre quienes intercambian mercancías y donde los pobres no tienen sitio, lo que ha sido impuesto por la fuerza de la Ideología de la Seguridad Nacional.

Ligado a lo anterior, en Chile, el crecimiento concentrado en la exportación de materias primas se está logrando a costa de una enorme destrucción del medio ambiente. Además, se ha instalado un cambio profundo en la subjetividad, expresado en la mercantilización del sentido de la vida, que deshumaniza a las personas al vaciarlas por completo de valores éticos y remitiéndolas a lo que significan monetariamente. Los medios de comunicación de masas, el sistema educativo y las autoridades públicas se esmeran en remarcar que vivimos en un mundo de competidores y que los triunfadores son aquellos que, merced a su espíritu emprendedor, vencen en el mercado. Los grandes empresarios son convertidos en “modelos de conducta” a ser imitados por toda la sociedad, pues el camino del éxito pasaría por el esfuerzo individual, la deslealtad con los compañeros y la subordinación a los superiores.

Entre otras consecuencias, Chile exhibe una de las jornadas de trabajo más largas en el mundo, al mismo tiempo que se ubica en el tercer lugar del maltrato infantil y lidera la región en alteraciones mentales, accidentes de tránsito, tabaquismo, alcoholismo y drogadicción juvenil. Por su parte, el Informe PNUD 2009, indica que Chile tiene un grado de desigualdad en la distribución de la riqueza que se aparta de los países con similares niveles de ingreso. En una sola urbe coexisten cuatro o cinco ciudades distintas, falta de seguridad, impacto de la droga y del alcoholismo que destruye familias, dificulta el acceso al trabajo e impide la formación de los jóvenes. El Estado cubre las falencias del mercado por medio de “bonos”.

El terremoto de febrero de 2010 desnudó el ingreso de Chile a la OCDE: las autopistas concesionadas sufrieron graves daños, cortando la conectividad del país. Edificios recién construidos se derrumbaron o han tenido que ser demolidos por los daños. Ninguna empresa constructora ha asumido sus responsabilidades. Los supermercados suben los precios de los productos de primera necesidad y ocultan otros. El gobierno compró miles de millones de pesos en mercaderías para distribuir a los damnificados a estos mismos supermercados.

Sin organización social, las personas quedan indefensas frente a las privatizaciones de los servicios públicos, la eliminación de los sindicatos, las exportaciones de materias primas, las desnacionalizaciones de los servicios básicos. Para ello se requiere de un sistema educacional que domestique a hombres acríticos, que consuman, con gustos estandarizados, que se crean libres, que se adapten a la maquinaria social, que sean funcionales al sistema.

Es ésta situación de opresión la que ha hecho estallar a los estudiantes. No es posible solucionar los problemas con “bonos”, ni limosnas, ni “parches”. Es la idea de educación la que está en las manifestaciones callejeras. Y la educación es la concientización, en el sentido de buscar la plenitud de la condición humana que, a la vez, está ligada a la liberación, la que consiste en protagonizar la historia. El actual sistema educacional es un medio de dominación cultural, al margen de la cultura del pueblo, separado del proceso en el que las personas se historicizan, porque está “encastillado” al asumir las falsedades de los medios masivos de comunicación para defender, mantener y propagar los engañosos valores de una cultura de esclavos.

La educación debe hacerse a partir de la participación en el quehacer y en la lucha del pueblo por su liberación. La educación es un proceso de humanización y la cualidad sustantiva del hombre es la libertad. Por tanto, la educación debe ser liberadora, es decir, debe romper con todo aquello que mantiene al hombre imposibilitado de realizarse como tal y por esto debe luchar por la construcción de una sociedad y de un mundo nuevo, humano y solidario.

Tras tanta palabrería hueca sobre educación en labios de tecnócratas soberbios, mercantilizados e ignorantes, cuán vigentes son las palabras de Fernando Castillo Velasco, quien fuera auténtico Rector de la Universidad Católica de Chile, al definir al educador como “no aquel que es sabio en una ciencia o disciplina del saber, sino aquel que es capaz de conducir con amor; de respetar las ideas ajenas; de enseñar aprendiendo; de crear cada día un mundo nuevo y no vivir sólo del pasado; de buscar la justicia y la liberación del hombre”.

 

Por Hervi Lara

Comisión Etica contra la Tortura (CECT-Chile)

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