El Complejo “Transporte Doble Cero” de Gabriel Boric

Los problemas y desafíos del transporte son anteriores a la tarifa y la energía de los buses, por ello las soluciones deben partir por problemas más básicos y elementales, en ese sentido esta propuesta obvia circunstancias muy iniciales como la mera existencia del transporte público.

Por Ciudadano

28/06/2021

Publicado en

Chile / Columnas

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Por Álvaro Miranda Delgado

Gabriel Boric lanzó su propuesta “Transporte Doble Cero”, en donde propone eliminar la tarifa de transporte, es decir, dejar un transporte público de libre acceso y cambiar el 100% de la flota de buses a tecnología eléctrica. Todo ello a nivel nacional.

Esta propuesta, muy audaz y progresista, lamentablemente se enfrenta a problemas técnicos y económicos de una compleja y muy difícil solución. Los problemas y desafíos del transporte son anteriores a la tarifa y la energía de los buses, por ello las soluciones deben partir por problemas más básicos y elementales, en ese sentido esta propuesta obvia circunstancias muy iniciales como la mera existencia del transporte público.  

Chile posee 346 comunas, en todas ellas se requiere de servicios de transporte público. Pero solo en 34 municipios hay servicios públicos de transporte. El sistema Red, ex Transantiago, es el único sistema de transporte público integrado y con una fuerte regulación y subsidio del Estado. En otras palabras, solo el 9% de los municipios cuenta con servicios de transporte público propiamente tal, el restante 91% de las comunas mira como las privilegiadas 34 comunas de Santiago tienen lo que ellos añoran desde años.

Pero ni siquiera en Santiago todos sus habitantes poseen servicios de transporte público, en la Región Metropolitana hay 17 comunas rurales, que totalizan 1 millón de habitantes, sin transporte público. La tónica a nivel nacional es un sistema de transporte colectivo de propiedad privada, muy débilmente regulado por el Estado, en donde la mayor parte de las variables de operación y planificación las decide el mercado.

Tarifas, itinerarios, frecuencias, tipos de buses, remuneraciones laborales a conductores, calidad de servicio y otras tantas son decididas por la empresa, en función del cálculo de sus utilidades y nada más. De público esos servicios tienen muy poco, más bien esta categorización es solo un cliché legal impuesto por el D.S. N°212 de 1992, porque en la práctica cumplen escasamente con ninguna expectativa social ni pública, su labor es casi exclusivamente mercantil.

En este contexto, pensar en “tarifa cero a nivel nacional” parece un deseo onírico más que una propuesta presidencial. Más bien debiera partirse por dotar de sistemas de transporte público a Talagante, Lampa o Colina, para luego llegar a todas las regiones, en donde el Estado planifique, regule y subsidie un sistema de transporte público multimodal, invirtiendo en sistemas de tranvías, metros ligeros, trenes de cercanía, corredores de buses o sistemas de buses, invitando al mundo privado a participar de estos servicios, cuando sea conveniente, pero con las reglas del Estado bajo un prisma social y público. Cuando ello ocurra, la propuesta “transporte cero tarifas” tendrá sentido de ser abordada, hoy esta fogata carece de leña y fuego para ser encendida.

Por otra parte, la electromovilidad es un anhelo de muchos, pero su materialización es muy compleja en el corto y mediano plazo. Un Gobierno de cuatro años no es ni remotamente suficientemente extenso para lograr este objetivo. Los motivos son variados. En Santiago está en desarrollo la licitación del 50% del sistema Red, y se estima que los nuevos buses eléctricos no superarán el 15% de la flota. El resto será diesel con horizonte de 10 años de operación, es decir, solo ese dato derrumba cualquier idea de lograr la electrificación del sistema de buses en Santiago en el corto plazo. 

Pero ese no es el único problema. Santiago no posee electroterminales para cargar 7.000 buses diarios. Un bus eléctrico requiere 8 horas de carga, por ello una flota de 7.000 buses requiere, a lo menos, 378.000 mt2 de superficie de terminales solo para cargar los buses, sin contar el espacio para circulación, reparación, oficinas, talleres, etc. A ello hay que adicionar que, si 7.000 buses son cargados con electricidad en Santiago, la luz de miles de hogares se apagaría, no hay suficiente generación de energía para este desafío. Del resto del país ni hablar, en la práctica no hay nada de infraestructura para ello y a duras penas hoy existen servicios colectivos de transporte privado todos a diesel.

Actualmente, hay 13 millones de chilenas y chilenos sin transporte público, ese es el desafío primario, luego se puede seguir innovando en desarrollo social y buenas políticas públicas, pero la realidad es que las matemáticas no mienten, cero por cero es igual a cero, y cero no es nada como muchas ideas que se lanzan en tiempos de campaña.

Alvaro Miranda Delgado

Ingeniero en Transporte y Tránsito

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