El “crimen” de Assange, el silencio de los medios y la comodidad de los periodistas

  Si por décadas el poder de los medios se basaba en lo que daban a conocer, en lo que denunciaban e investigaban, en fin, en lo que publicaban, hoy esa realidad se ha invertido: el poder de los medios se basa en lo que no publican, en su capacidad de mantener silenciados e invisibilizados […]

Por Director

22/08/2012

Publicado en

Columnas

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Si por décadas el poder de los medios se basaba en lo que daban a conocer, en lo que denunciaban e investigaban, en fin, en lo que publicaban, hoy esa realidad se ha invertido: el poder de los medios se basa en lo que no publican, en su capacidad de mantener silenciados e invisibilizados temas y puntos de vista. Esto tiene mucho que ver con la relación entre poder y prensa.

 

En general, la relación entre medios y poderosos no fue buena en el siglo 20, la elite siempre consideró molestos a los periodistas y recelaba de ellos. Durante la Guerra de Vietnam, por ejemplo, los acusó de ser “la Quinta Columna” y responsables de la derrota ante el Vietcong. Durante bastante tiempo los poderosos efectivamente consideraban a los medios el Cuarto Poder y temían a sus periodistas por lo que éstos pudieran llegar a descubrir y difundir. Sin embargo y a su pesar, la elite necesita de esos mismos medios, sobre todo en sociedades complejas como las actuales. Sólo a través de ellos puede difundir masivamente sus ideas y puntos de vista, sólo mediante ellos sus candidatos pueden ser conocidos y sus valores defendidos. La manera de resolver esa paradoja (recelarlos, pero necesitarlos) fue comprando los principales medios de comunicación y formar corporaciones mediáticas. De este modo, hoy muchos medios están en manos de pocos dueños, dueños que, a su vez forman alianzas con el poder económico, político y militar, tal como el caso de Murdok en Gran Bretaña lo demuestra ejemplarmente.

 

Y detrás de esta concentración de la propiedad de los medios en el mundo, no sólo hay un afán de hacer negocios, los grandes grupos económicos que poseen medios, como los Luksic en Chile, Slim en México o Berlusconi en Italia, saben que también se trata de influir ideológicamente.  Tienen claro una premisa que la llamada Teoría del Agenda Setting descubrió hace 40 años: parte importante del poder de los medios radica en que los temas a los que éstos dan importancia, son muchas veces los temas sobre los cuales conversa la población, es decir, cuando los medios ponen un tema en su agenda, también lo ponen en la agenda de las personas.

 

Pero esto tiene su contracara: cuando los medios no mencionan un tema, muy probablemente la población tampoco lo hará, ya sea porque carecerá de la información o porque, al igual que los medios, otorgará a ese tópico una mínima relevancia.

 

Todo ello hace sentido en relación con el caso Julian Assange y, específicamente, con el delito por el cual se le acusa: los periodistas de las grandes cadenas internacionales y de los principales medios nacionales han insistido una y otra vez de que Suecia lo requiere por “agresión sexual”, “violación” o “abusos sexuales”. Sin embargo, de lo que realmente se le acusa en el país nórdico y por lo cual se pide su extradición es por “haber mantenido relaciones sexuales consensuadas sin protección”, esa, y no otra es la acusación. Es decir, dos mujeres, adultas, que voluntariamente consintieron tener relaciones sexuales con Julian Assange, en diferentes momentos, lo acusan hoy ante la justicia sueca de que él no usó condón durante el coito.

 

Se trata de una acusación que en ningún país de América Latina es ni siquiera una falta, pero, no obstante, muchísimos periodistas de nuestro continente repiten acríticamente, sin autonomía ni intelectual ni profesional, las expresiones que las agencias internacionales de manera interesada ponen en circulación.

 

Y esta pereza y mediocridad intelectual no sólo afecta a los periodistas. Por estos días se han escuchado a académicos y políticos pronunciarse sobre el caso repitiendo el guión de la “violación” y la “agresión sexual”, demostrándose así como, en ocasiones, no sólo el tema, sino también la valoración del tema que hacen los medios es repetida por los discursos de otros actores.

 

Afortunadamente, Internet permite hoy con mayor facilidad que antes hacer lecturas críticas, propias y autónomas. De este modo podemos indagar de manera independiente en temas que nos interesan y a los cuales debemos acercarnos con una sana sospecha cuando los escuchamos repetidos por los periodistas de los grandes medios que han demostrado a menudo no ser más que ventrílocuos de otros intereses.

 

Por Pedro Santander Molina

Periodista

Académico PUCV

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