Columna

El fútbol y la Nueva Constitución

Columna por José M. Santa Cruz G.

Columna por José M. Santa Cruz G.

Hace unas semanas la ANFP publicaba una declaración que no se “usara” la camiseta chilena con fines políticos, a propósito de la campaña del Apruebo, hace unos días la hinchada de Magallanes levantaba un lienzo a favor del Apruebo y en complicidad con el reporte del arbitro, la ANFP amenazó a la Sociedad Anónima que administra al club con una multa, este fin de semana hubo un lienzo en el clásico universitario a favor del Apruebo por parte de la hinchada de la U. de Chile. El mundo de fútbol mediático ha tratado por todos los lados evitar de hablar del proceso constituyente, porque saben que con la Nueva Constitución habría más herramientas para intervenir una industria y actividad que está podrida desde sus cimientos, en una posición de neutralidad que solapadamente apoya a la campaña del rechazo y que se mantenga la constitución de Pinochet. Bajo la idea de que no hay que politizar el fútbol y el deporte.

El deporte y, en especial, el fútbol ha estado internamente involucrado con lo político en Chile desde su masificación como expresión de la cultura popular en los años 20’ del siglo pasado. Los sectores conservadores y la derecha lo han utilizado como forma de validación de sus ideas en los sectores populares. El dictador Carlos Ibáñez del Campo en 1927 recibió al Colo-Colo de los hermanos Arellano tras su exitosa gira a España a estadio lleno ¿podía el equipo evitar el recibimiento estando frente a un Dictador? Y, también, llevó a cabo una total re-estructuración del fútbol de los años 20’. Lo mismo hizo Augusto Pinochet, que no solo intervino todos los clubes de fútbol después del Golpe, sino que creó nuevos equipos nuevos (Cobreloa, Cobresal, por nombrar algunos), fusionó otros e hizo desaparecer unos pocos, generando las bases del modelo actual, dotando de total autonomía a la ANFP e impidiendo la separación administrativa de la Federación (que fue la base para la corrupción en la administración de Sergio Jadue), que el año 2000 se coronaría con la creación de la Ley de Sociedades Anónimas Deportivas. No es casualidad que Sebastián Piñera se comprara Blanco y Negro como plataforma para ser presidente de Chile. Siendo el golpe final contra el fútbol entendido en su dimensión social y cultural, siendo el último eslabón del saqueo más grande que se ha hecho al deporte en Chile, un saqueo a nosotras y nosotros socias y socios, también hinchas, de aquello que era nuestro, privatizando nuestros colores y emblemas, expropiando “legalmente” nuestras instituciones (a propósito de que tanto le preocupa a la derecha la propiedad privada).

Para el mundo del fútbol, la Nueva Constitución no es un tema que no le afecte, para los puristas, el artículo 60 con sus tres incisos, supone un rol más activo del Estado en la promoción y desarrollo integral del deporte en su conjunto, pero también del rol social que este cumple en la sociedad. La Nueva Constitución nos abre una puerta para poder recuperar nuestros clubes, que aunque nos quieran convencer no son ni nunca han sido empresas y los mayores triunfos deportivos a nivel de clubes se lograron cuando no lo eran, sino que espacios sociales de cooperación e intercambio que funciona de manera transversal en la sociedad. Asimismo, se tendrán más herramientas constitucionales para intervenir y fiscalizar el accionar de la ANFP, institución profundamente corrupta y que está manejada para un cartel empresarial que funciona como un mafia, (ratificado en la justicia chilena a propósito del tema de los pagos en los ascensos de la Segunda División Profesional), que ha tenido a Sergio Jadue el eximio representante de la corrupción deportiva y que hoy tiene metido medio pie en la administración de Azul Azul, a través del grupo Sartor.

Pero, más aún, la Nueva Constitución entiende que el Estado tiene que asegurar el desarrollo de la vida humana en entornos sin violencia, flagelo que está en el centro de las problemáticas para el mundo del fútbol. Y aquí es necesario hacer una aclaración, construir entornos libres de violencia, no está asociado al concepto de “orden público”, que está en el actual orden constitucional, porque sabemos que este puede ser profundamente violento. Cualquier persona que haya ido al estadio a un evento de alta convocatoria, sabe lo violento que ha sido el fracasado plan de Estadio Seguro y antes de este la presencia policial que nos arreaban como ganado, sin poder disminuir en nada la violencia estructural. Esta violencia que trata de solucionar el problema de la violencia en los estadios, les ha sido funcional a las SADP, porque nos ha relegado a un lugar de sospecha constante, sin poder hacernos cargo de nuestros clubes de forma responsable y seria. Y, con ello, tienen vía libre para el festín con las riquezas de la empresa global del fútbol está generando, para colmo, este jolgorio es de un pequeño grupo de empresarios de representantes de fútbol que se reparten los equipos y tienen coaptada toda la ANFP.

Toda y todo hincha que enarbole el amor por sus colores futbolísticos, antes que cualquier bandera política o que se ubique en la posición política de los apolíticos, teniendo en cuenta solo estos dos puntos, deberá reconocer que la Nueva Constitución es una posibilidad real de limpiar el fútbol chileno, situación que hoy es imposible, (ya se vio cuando no hubo ningún condenado después del escandalo de corrupción de Sergio Jadue), que se transforme de forma estructural la actividad deportiva en su totalidad en todo Chile como un derecho constitucional.

Que podamos recuperar nuestros clubes y que volvamos a ser socias y socios con derecho a voz y voto de sus destinos, controlando a esos delincuentes que quieran aprovecharse de estos, que los clubes y el fútbol tengan un rol social real y efectivo que aporte a la sociedad en su conjunto, para mejorar la calidad de vida de las grandes mayorías.

Porque a través de la Nueva Constitución tendremos herramientas para combatir este modelo de fútbol que solo nos quiere como consumidores de camisetas y abonados de canales de televisión, mientras se llenan los bolsillos con nuestra pasión, ilusión, penas y pesares.

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