El sector eléctrico y las campañas del terror

No es una novedad

Por Wari

13/09/2012

Publicado en

Columnas

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No es una novedad. En el sector eléctrico hay muchos asesores comunicacionales –expertos comunicólogos- que deberían estar becados para ir a ver “No, la película”. Aún no logran entender el valor de la propuesta positiva e insisten una y otra vez, tozudamente, en convencer a la gente por el miedo a través de campañas del terror. Hidroaysén, a través de su vocero, nuevamente ha salido a explicarle al país que sin electricidad seguiremos en la miseria del “tercer mundo”. Y dale con la cantinela, probadamente inútil. La población reconoce de lejos el oportunismo de esta declaración.

En un país donde hay “profesionales” ofreciendo servicios funerarios a la salida del médico legal, esa figura no nos es extraña. El buitre es parte de nuestro ecosistema social. Y el sector eléctrico no es muy diferente; no estaba ni tibio el cuerpo sin vida del proyecto de la central Castilla (que era, tal como dijimos, ilegal) y salieron en coro a gritar que este nuevo revés de las inversiones –ilegales, ilegítimas, innecesarias, nefastas- ponía en riesgo el futuro. Como si Chile tuviera un mismo futuro para todos… (¿O es muy tonto lo que estoy diciendo?)

Si usted es empresario y los conoce, comience a dudar de ellos. No vaya a ser que le pasen un folletito que describe una pomposa metodología “comunicacional” que consiste en la más vieja de las tácticas: tratar de sobornar. Por muy amparado que ello esté en nuestra necesidad de inversiones locales y nuestra moralidad se rebaje a lo que la ley permite, esa táctica es vieja y como decía Maquiavelo; un ejército pagado es menos confiable que uno convencido y con buena moral.

Mi metáfora es pésima siendo un pacifista, pero Maquiavelo tenía toda la razón. El espíritu se alegra cuando uno ha visto la historia completa en primera fila. Una pequeña comunidad costera, la de Totoral, con muy poca ayuda de otras organizaciones (Olca), logró lo que el año pasado parecía un imposible: enterrar –funeral mediante en la Corte Suprema– el principal proyecto termoeléctrico de toda América Latina. Los titulares hoy le pusieron la lápida a la Central Termoeléctrica Castilla, de propiedad de MPX y del brasilero Eike Batista. A nuestro juicio la convicción de la comunidad ha sido la clave en esta victoria épica.

A pesar de los múltiples intentos de la empresa, de sus asesores “expertos”, de las otras comunidades que habían comenzado a ceder, una pequeña comunidad de pescadores decidió que respetarían la Ley y la harían valer. Incluso en contra de los intentos del propio Poder Judicial por conciliar las “posiciones” de las partes (como si el medio ambiente fuera conflicto entre privados). Una parte era el octavo millonario más poderoso del globo. La otra una comunidad costera. David parado frente a Goliat, con la mirada desafiante pero tranquila.

¿Qué le dobló la mano a la maquinaria pretoriana de Castilla, a su dinero, a su lobby comunicacional? La dignidad. Así de simple. No se dejaron vencer ni doblegar y ganaron. Nosotros mismos, en Greenpeace, quedamos impactados por la nobleza de esa comunidad y ese fue un factor clave para involucrarnos en denunciar las malas prácticas de la empresa durante los últimos meses. Nuestro granito a la hazaña que –sin duda- ellos protagonizaron.

El mito que hoy debemos derribar es otro; es uno que dice que con más electricidad el crecimiento se transforma en desarrollo. En la famosa “superación de la pobreza” que hoy es más bien una razón para seguir haciendo las cosas como siempre, en vez de entender que es esa misma forma la que impide que los pobres dejen de serlo.

Cuando uno ve el oportunismo de los empresarios que protegen sus inversiones, y a un gobierno que hace trajes únicamente a la medida de los privados abriéndoles sus puertas de forma privilegiada para evitar el rumor de inestabilidad, uno sabe que falta harto más que electricidad para que el crecimiento sea realmente desarrollo, justicia social, y equidad para todos. Falta participación, calidad en la gestión y una mirada centrada en el bien común. ¿No me cree? Mire las encuestas. Cualquiera.

Lo que hoy estamos haciendo como nación en materia de inversiones con impacto en el medio ambiente –¡el hábitat de quienes allí viven!- se parece mucho a esconder el polvo tras la alfombra, aunque le estemos llamando un “profundo proceso de limpieza”. ¿Cómo se puede superar la pobreza si para lograr la famosa receta hay que hacerle pebre la vida a las comunidades más marginadas del país? Muchas de ellas hoy están secuestradas por las inversiones mineras y eléctricas, que han utilizado el vacío de la política pública para abrirse paso ofreciendo empleos de baja calidad, comprando tierras y entregando dudosos beneficios de mediano plazo.

Forestales, mineras, eléctricas, el patrón es el mismo. Es muy difícil exigirles a esas comunidades cuando el país entero les ha dado la espalda, y por tanto tiempo. Y aún así, como hoy, muchas han dado un ejemplo notable de dignidad, decencia y sentido común. Reparar no implica transar sus vidas con la empresa; implica favorecer empresas e inversiones que sirvan a todos, y políticas públicas que los integren y reparen la brecha histórica de aislamiento y olvido al que han sido condenados.

¿Cómo no concluir ésto cuando un fallo judicial despierta otra vez la cantinela del terror de parte de la empresa? Si Chile necesita energía es para las inversiones mineras futuras (a eso se refieren los expertos cuando dicen que “este escenario pone en riesgo las inversiones”). ¿Acaso no es, entonces, razonable exigirle a la propia minería mayor eficiencia, inversión en infraestructura y desarrollo de proyectos renovables de bajo impacto que –ahora si- nos sirvan a todos? Si señor inversionista, usted ya sabe de qué hablo.

El fracaso de Castilla es aún mayor. Especialmente por este rumorcito de que hay un asesor de la propia campaña del No trabajando para sus inversiones. Si, usted sabe de quien hablo (y si, chuta que tiene negocios cruzados ¿no?). Como sea, lo que hoy es su derrota me hace querer cantar con ganas que la alegría ya viene.

Sin embargo la cantinela del terror tiene un asidero que es tan correcto como tenebroso. Dada la limitada capacidad de nuestros gobiernos para equilibrar desarrollo y respeto por la vida (de todos, no sólo la de algunos que pueden pagarla) cierto es que somos rehenes de las inversiones corporativas. Hoy la falta de regulación de externalidades y las lucrativas utilidades a largo plazo del sector minero y eléctrico los colocan como sectores ideales para la inversión. Mañana nuestro presidente dará a conocer varias medidas relativas al sector eléctrico y la famosa carretera energética. Ya veremos qué sale de ahí. Como dijo Lucio Dalla hay que estar atento.

Por Matías Asun

30 de agosto de 2012

Tomado de www.eldinamo.cl

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