El TLC con Israel

El gobierno chileno dio un paso importante hacia delante al esclarecer su postura en relación con el conflicto árabe israelí cuando reconoció el Estado palestino

Por Mauricio Becerra

14/04/2011

Publicado en

Columnas

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El gobierno chileno dio un paso importante hacia delante al esclarecer su postura en relación con el conflicto árabe israelí cuando reconoció el Estado palestino. El hecho es significativo y en ello han coincidido amplios sectores de la sociedad toda vez que refleja una correcta combinación de consistencia política, promoción de los derechos humanos y sentido de oportunidad.

Pero esta ecuación no se pone de manifiesto al intentar celebrar un TLC con Israel.

No se trata, lamentablemente, sólo de adoptar una postura en relación a la violación sistemática de los derechos humanos fundamentales en Palestina por parte de Israel. Eso sería limitado porque pese a ser un poderoso argumento, es también un tejado de vidrio en la política internacional que lo lleva a uno a dar vueltas en círculos. Es decir, siendo la violación de derechos humanos un poderoso argumento, está lejos de ser el principal por cuanto las atrocidades cometidas por Estados Unidos, en distintas partes del mundo y cuando lo han querido, implicaría abandonar relaciones comerciales con ellos, lo cual, pudiendo ser ético, requiere más que el solo deseo.

El problema radica en el ámbito de las consistencias políticas, ideológicas y filosóficas, en los dogmas si se quiere y en donde el TLC con Israel no tiene espacio alguno.

Primero, desde la perspectiva del neoliberalismo, Chile es partidario, muy a mi pesar, del regionalismo abierto y por ende, entiende la realidad internacional desde la óptica de derribar las fronteras, integrarse desde el comercio y fomentar el libre intercambio de bienes y servicios con amplia movilidad de los factores productivos. Eso, no es reciprocado por Israel, no creen en eso y no creen en el derecho de los palestinos al  libre comercio. Es decir, Chile, si bien reconoció al Estado palestino, no podría celebrar con Palestina un TLC  pese a haberlo reconocido, por tanto, cometería una torpeza al celebrar un TLC con Israel, principal responsable de que Palestina no puede comerciar.

Por otra parte, si Israel tiene tecnología aplicada de interés para Chile, se puede aprobar un decreto que le permita a esa tecnología ingresar al país sin pagar aranceles, o se puede celebrar un acuerdo de cooperación entre Estados, lo cual a lo más, se sumaría a otros acuerdos que no debieron firmarse como el reciente Tratado Nuclear con Estados Unidos. No es necesario celebrar un TLC para eso.

Este razonamiento da cuenta que la importancia del TLC con Israel no radica en el comercio sino en el hecho políticamente relevante de contribuir a dar visos de normalidad a las relaciones a nivel internacional de Israel, cuestión que orbita en el ámbito de una mala utopía y solo contribuirá a extender en el tiempo la situación contraria: La existencia de una verdadera anomalía en las relaciones internacionales cual es la ocupación militar de un Estado por parte de otro cercenando completamente su soberanía durante más de 50 años.

La justificación salomónica para este tratado es más mala todavía por cuanto todo el sentido de reconocer al Estado palestino pierde peso al celebrar el TLC con Israel y estaremos en el mismo lugar donde se estuvo antes de ese reconocimiento. Esa actitud en política internacional, pudiera ser interpretada como diplomática y ocasionalmente  es correcta, pero en este caso solo verificará una política incapaz de adoptar y mantener posiciones. Esa actitud de estar bien don Dios y con el Diablo, totalmente pragmática, significa aplicar una política sin principios y redunda finalmente en la pérdida de credibilidad la cual, debiese ser valorada como un activo importante en política internacional.

En definitiva, no debe seguir avanzando el TLC con Israel. No lo necesitamos y sería un retroceso en relación con una postura realmente admirable en la política exterior del actual gobierno.

Por Carlos Arrue

Abogado

Master en Relaciones Internacionales

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