Elecciones presidenciales en Ecuador: Tramas, fake news y montajes judiciales

Los poderosos enemigos de ese cambio de timón nacional, también llamado Socialismo del Siglo XXI, son los principales adversarios de Arauz, algunos con el mismo rostro y otros con encubridoras máscaras

Por Nelytza Lara

19/02/2021

Publicado en

Columnas

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Así se desarrolla la campaña por la primera magistratura de la nación andina. El enrarecido ambiente que envolvió la primera vuelta arrecia ahora, de cara al balotaje pautado para el próximo 11 de abril.

En el primer tiempo, 16 candidatos se disputaban la Presidencia, de los cuales 15 hicieron abierta campaña contra uno. Ese uno es el economista Andrés Arauz, que en fórmula a la vicepresidencia con el periodista Carlos Rabascall, fueron los más votados, tal como lo advertían todas las encuestas de opinión electoral.

¿Por qué Arauz? Sencillo. El joven político representa a la Revolución Ciudadana, que en cabeza de Rafael Correa gobernó el país durante diez años desde una ideología política progresista, anti neoliberal e integracionista. Durante esa década, 2007-2017, el entonces Presidente Correa adelantó un ambicioso plan de recuperación social y económica a través del llamado plan del “Buen Vivir”, que con la llegada del actual presidente, Lenin Moreno, quedó desmantelado, aunque en campaña prometiera su continuidad.

Los poderosos enemigos de ese cambio de timón nacional, también llamado Socialismo del Siglo XXI, son los principales adversarios de Arauz, algunos con el mismo rostro y otros con encubridoras máscaras. Y en un hecho más que paradójico dos de ellos se unen cuando deberían enfrentarse por puro sentido común, teniendo en cuenta que se disputan el paso a la segunda vuelta presidencial.

Es eso lo que sucede con el banquero Guillermo Lasso (Creo) y el líder indígena Yaku Pérez (Pachakutik). Mientras que Andrés Arauz los aventaja ampliamente, Lasso y Pérez se distancian entre sí por un puñado de votos en lo que los expertos califican de empate técnico. Es por ello que la incertidumbre es la protagonista. Ha pasado más de una semana desde que se realizó la elección -7 de febrero- y el Consejo Nacional Electoral aún sigue contando las actas con “novedades”, es decir con inconsistencias, para llegar al 100% del escrutinio.

Este sinuoso escenario ha sido aprovechado desde la campaña de Pérez para tratar de instalar la narrativa del fraude en la contienda, ante los medios de comunicación y entre los diversos movimientos que componen la organización indígena que él representa (Pachakutik).

Tras denunciar el fraude, Pérez exigió al CNE el reconteo del total de los votos de la Provincia de Guayas y el 50% de otras 16 Provincias. Aunque carece de toda legalidad, la autoridad electoral aceptó el reclamo, al igual que su directo contendor, Guillermo Lasso, quien 24 horas después dio un paso atrás.

En Twitter Lasso dijo este domingo 14 de febrero “Hoy he presentado una carta a @DianaAtamaint, presidenta del CNE sobre el proceso de reconteo de votos acordado el viernes 12” y anexa un documento en el que reconoce que la negociación no tiene sustento legal y que de seguir adelante, debe haber consentimiento de todos los candidatos de la primera vuelta.

Horas después Pérez respondió también a través del Twitter. Allí escribió “Señor Lasso, usted no es el mismo del 2017, porque durante los últimos 4 años ha cogobernado con el peor gobierno, el de Moreno. Por eso no tiene ninguna oportunidad de triunfar si llega a la segunda vuelta”. Y en una parte del hilo escrito agregó “¿Por qué se echa para atrás en el recuento de votos? ¿Qué hizo usted y el CNE que no quieren que sepa el Ecuador?”.

Así, el acuerdo que tuvo el visto bueno de la desprestigiada Organización de Estados Americanos y que sin lugar a dudas maquina un plan para “vencer” al Correísmo, sufre un traspié antes de ser puesto en práctica.

Pero mientras los ojos están puestos en este complejo entramado de actas, porcentajes y contradictorias declaraciones, otra peligrosa estrategia se intenta imponer para proscribir la candidatura de Andrés Arauz y cuenta con el apoyo del gobierno de la vecina Colombia.

Al mejor estilo del Lawfare o guerra jurídica ya conocida en América Latina contra gobiernos y líderes progresistas, a la campaña de la Revolución Ciudadana se le acusa de haber recibido financiamiento del grupo insurgente colombiano ELN. Las pruebas son un video, desmontado por su mal parodia, y una supuesta información extraída del computador de alias «Uriel», un cabecilla de un bloque de esta guerrilla que opera en el Departamento del Chocó y que fue asesinado por el ejército.

Primero fue un titular de una revista colombiana de extrema derecha y después una visita sorpresa del Fiscal General de Colombia a su homóloga ecuatoriana en Quito, capital del país, para revestir de legalidad la información. Esta visita de Francisco Barbosa prendió las alarmas de líderes y organizaciones de la región. Y no solo por la historia de Colombia en cuanto a montajes con computadores incautados se refiere, sino por su clara intervención en los asuntos internos de otro país.

En un comunicado publicado en Twitter, el expresidente de Colombia, Ernesto Samper calificó de infamia los supuestos vínculos de Arauz con el ELN y agregó “Forman parte de un juego sucio que están orquestando desde Colombia los sectores radicales de la derecha de ambos países para interferir en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales ecuatorianas”.

En tanto, el Grupo de Puebla, del que hacen parte presidentes, expresidentes, congresistas y líderes progresistas de la región emitió un comunicado condenando el hecho. En una parte del documento señala “Ante este intento de golpe a la democracia en Ecuador, rechazamos que se utilicen los aparatos mediáticos y judiciales para doblegar la voluntad popular del pueblo ecuatoriano y hacemos un llamado a todas las fuerzas comprometidas con la paz, con la democracia y la autodeterminación de los pueblos, a velar por un proceso limpio, libre de violencia”.

En medio de este adverso escenario, la candidatura de Arauz-Rabascall se alista para iniciar una nueva campaña, en esta oportunidad por el triunfo definitivo. El próximo 11 de abril en manos del pueblo ecuatoriano está el futuro de una golpeada nación.

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