Errores de juventud

Como soy observador -o intruso, según se quiera ver- siempre me ha llamado la atención que los “ninjas”, los carabineros que andan en motos todo-terreno, suelen detenerse regularmente en variados negocios de barrio

Por Wari

24/01/2011

Publicado en

Columnas

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Como soy observador -o intruso, según se quiera ver- siempre me ha llamado la atención que los “ninjas”, los carabineros que andan en motos todo-terreno, suelen detenerse regularmente en variados negocios de barrio. No sé qué hacen allí. En el mejor de los casos, se me ocurre, están sacando la vuelta, y no había querido pensar en el caso peor. No, hasta ahora. Un alto oficial de Carabineros decidió por su cuenta que el episodio de los cuatro oficiales y dos suboficiales abusando repetidamente de un hombre pobre y enfermo, no es más que un desliz juvenil, que le puede pasar a cualquiera. Claro ¿Quién de nosotros no ha sacado alguna vez su pistola y se la ha puesto en el pecho a algún adicto? El oficial solicitó el perdón del personaje, a quien habían previamente preparado, vestido y arreglado para la ocasión y yastá.

Al día siguiente, los medios de comunicación desviaron rápidamente su atención hacia el coincidencial desenmascaramiento y arresto por la propia institución de otros carabineros -esta vez ningún oficial- que se dedicaban a extorsionar, a traficar con droga y a robar. Por algún motivo pavloviano me acordé con esa noticia de los jóvenes motorizados verdes que se detienen en los mismos negocios.

Estos lamentables episodios, dicen la jefatura policial y el coro respectivo, tiene que ver con el apartamiento de esta gente de “la doctrina de Carabineros”, que está explayada a lo largo de 122 páginas en un manual. Esta doctrina define a los Carabineros de Chile primero como militares, y segundo como líderes y servidores sociales, apegados a estrictas normas morales y éticas, basadas en la institucionalidad y la historia. En el documento la palabra democracia -o democrático- no aparece ni una sola vez, en tanto que “orden” aparece 62 veces, “seguridad” 40 y “militar” 52. El vocablo “pueblo” se encuentra una sola vez, y en el contexto de una cita del primer Director del cuerpo, en 1928, cuando esa palabra era parte del léxico nacional.

Por comparación, digamos que en las ocho páginas del borrador de doctrina de la recién creada Policía Nacional Bolivariana de Venezuela, la palabra “pueblo” aparece ocho veces, “seguridad” cuatro, “democracia participativa y protagónica” una, y “militar” ninguna. Y vale la pena destacar que la doctrina de la policía venezolana es una propuesta sometida a discusión popular, tanto abierta por Internet como focalizada en las organizaciones sociales, con carácter vinculante. Esta policía nace explícitamente en oposición a aquella clasista, represiva y corrupta que la precede.

Entre los antecedentes históricos de Carabineros de Chile no figura su adhesión a un golpe militar y a una dictadura, y tampoco que centenares de sus miembros son culpables o sospechosos de asesinatos, torturas y persecuciones políticas. “La institución” considera que su historia comienza cuando Pedro de Valdivia consagró su ocupación de Chile en 1541, y nombró un alguacil, el capitán Juan Gómez de Almagro, a quien la “doctrina” policial elogia como “noble entre nobles”. Prueba de sus virtudes, dice el documento, fue el heroísmo que demostró luchando contra los combatientes mapuche de Lautaro, que combatían la ocupación española.

Leyendo esto, se me vino a la cabeza lo que presencié reporteando las comunidades mapuche, cercadas por destacamentos de Fuerzas Especiales de Carabineros en la zona de Temuco. Recordé los dibujos de los niños mostrando policías armados pateando a sus padres. Recordé los restos de bombas lacrimógenas dejadas tras allanamientos masivos. Es la herencia del “noble entre nobles”, muy posiblemente un aventurero analfabeto, como casi todos nuestros conquistadores. Dicen que es más fácil definir a la policía antidemocrática que a la democrática, porque un organismo armado con poder sobre la libertad de sus pares es una invitación al abuso. Más aun cuando en su propia doctrina no hay una sola mención ni a la democracia, ni al único poder soberano posible en democracia: El pueblo.

Por Alejandro Kirk

Politika, primera quincena enero 2011

El Ciudadano N°94

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