Fair Play

Pocas veces se ha insistido lo suficiente en torno a cierta “ética cívica” que resulta indispensable en una democracia moderna

Por Director

20/09/2009

Publicado en

Columnas

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Pocas veces se ha insistido lo suficiente en torno a cierta “ética cívica” que resulta indispensable en una democracia moderna. Esta dimensión de la cuestión política tiene que ver con la transparencia en el gasto público, con una lucha contra cualquier asomo de corrupción en el aparato público, pero, sobre todo, se relaciona con aquellas conductas necesarias y deseables en los diversos actores políticos de cara a la ciudadanía. Entre estas conductas, el llamado “fair play”, no es una cuestión marginal.

En los últimos días, altos dignatarios de diversas Iglesias han hecho un llamado a todos los candidatos presidenciales para evitar descalificaciones y una instrumentalización abusiva de la propaganda electoral. El llamado parece más que oportuno a menos de cien días de las elecciones y cuando ya se detectan algunos exabruptos de parte de los distintos comandos.

Llama la atención, por ejemplo, que se invite a personeros extranjeros para pronunciarse sobre la política doméstica, acusando al representante de la Concertación porque dicho conglomerado ha hecho un pacto con el Juntos Podemos, que incluye a los comunistas, olvidando que la coalición de derechas incluye entre sus filas a reconocidos ex funcionarios de la dictadura militar. Este tipo de campaña sólo sirve para agitar añejos fantasmas que ya no tienen lugar en el horizonte democrático al que aspira la mayoría. La democracia que Chile reclama no se construye sobre el miedo ni sobre la odiosa exclusión.

La práctica de lanzar acusaciones de manera infundada es otra manera irresponsable de conducirse en política. En un estado de derecho son los tribunales los llamados a conocer los casos en que se verifique alguna irregularidad,  es el Poder Judicial el llamado a señalar a los responsables de algún delito. No corresponde, por tanto, descalificar a alguien por meras presunciones o prejuicios. La construcción de una “ética cívica” en Chile es una tarea pendiente y en ella le corresponde un papel protagónico a los comandos y a los medios de comunicación.

Los medios se han convertido a esta altura del siglo XXI en una suerte de nuevo espacio público, el foro donde la ciudadanía conoce y reconoce a los actores políticos. Los medios son los encargados de transmitir aquella información relevante, de manera responsable, para que los ciudadanos se formen una opinión. Convertir la política en un hecho trivial en que todo se trata como la farándula, degrada a todos los actores del sistema político y principalmente, a los ciudadanos. Degradar la política es, en primer lugar, impedir que la ciudadanía piense de manera madura e informada, convirtiéndolos en seres en estado larvario que responden a estímulos elementales. Cada vez que los medios se mofan de lo político, lo que hacen en verdad es rebajar a los chilenos a la condición de ilotas.

En Chile, hemos conocido de sobra los excesos y desmesuras a las que nos puede llevar la exacerbación tendenciosa de los medios. Las nuevas generaciones necesitan un debate de ideas para pensar el futuro y no una retahíla de vacías frases propagandísticas, por ello el llamado de los Pastores de diversas religiones, es más que pertinente. El “fair play” es un primer paso en la dirección correcta, es de esperar que todos los candidatos entiendan el mensaje y suban el nivel de la discusión política en nuestro país.

Por Álvaro Cuadra

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