Premio Nacional de Periodismo 2017

«Gato» Gamboa y el estilo Clarín: política, humor y sentir de clase

El Premio Nacional de Periodismo 2017 recayó en el destacado periodista y ex director de medios Alberto "Gato" Gamboa. Un galardón por su larga trayectoria, pero principalmente un reconocimiento hacia el final de su vida por haber desarrollado una forma de hacer periodismo, con un lenguaje único, durante uno de los periodos más interesantes de la historia de Chile. Gamboa, en la dirección del Clarín, fusionó el habla popular con la lucha política.

Por paulwalder

28/08/2017

Publicado en

Chile / Columnas / Portada

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La obtención del Premio Nacional de Periodismo 2017 por el periodista y ex director del diario Clarín de Chile, Alberto “Gato” Gamboa, no sólo es un tal vez tardío reconocimiento a su figura y trayectoria, sino a un tipo de periodismo de trinchera en tiempos de importantes avances de la historia política y social. Un periodismo de inclusión a través del habla popular que buscó armonizar los discursos políticos con el sentir de clase. Este encuentro en el lenguaje, levantado sobre un momento histórico único en Chile, fue desarrollado y llevado a su máxima expresión por Gamboa diariamente a través de las páginas del Clarín.

Este ha sido en parte el reconocimiento del Ministerio de Educación al entregarle al «Gato» Gamboa el galardón, al afirmar que se le otorga por su «basta experiencia en el periodismo, que ha dejado un legado de la narrativa popular, dando importancia a quienes eran marginados de la agenda noticiosa. Se permitió ahondar en temas antes no abordados, de manera llamativa y que produjo un acercamiento masivo a la lectura de la prensa, transformándose en un extraordinario exponente del humor nacional».

Pero esto es sólo parte del estilo. Clarín, y más tarde El Fortín Mapocho, fueron diarios profundamente políticos que pusieron esta narrativa al servicio de una causa. Todas las imitaciones posteriores, desligadas del sentido social y político en el uso del lenguaje popular, fueron simples remedos sin verdaderos contenidos.

El estilo Clarín si bien es creación del periodista Darío Sainte Marie desde los inicios de ese diario, se consolida con el paso de los años y de la mano y pluma de sus directores, editores y periodistas. Es un proceso que ya hacia los primeros años de la década de los sesenta está bien moldeado y reconocido. Pero es sin duda bajo la dirección de Alberto Gamboa con quien el periódico, como su estilo, alcanza su esplendor. Durante la década de los años sesenta del siglo XX Clarín llega a tener un tiraje históricamente alto para sí mismo como para el resto de la prensa nacional, en tanto su sello queda consolidado tanto por los contenidos, el humor, la intensidad política, como por un gran equipo con firmas de la talla de Hernán Millas y Eugenio Lira Massi, entre otros.

De todas estas facetas, sin duda que la más extendida fue el humor y su estilo deslenguado, pero la que más caló en la historia chilena fue su vocación política. Sainte Marie era antioligárquico y Gamboa fue izquierdista y allendista. Entre ambos, la mezcla fue políticamente explosiva: el Clarín se mantuvo en medio de las enormes tensiones de aquellos años en el centro de la vorágine política fiel a su consigna «Firme junto al pueblo». Así fue hasta la mañana del golpe. Años más tarde y tras el largo viaje por el infierno del «Gato» Gamboa, que lo llevó desde el Estadio Nacional al campo de concentración de Chacabuco, reflexionaba en una entrevista: «Yo creía ingenuamente que si los diarios reforzaban el discurso revolucionario iban a poder cambiar la opinión de la gente que estaba con temor al golpe».

El Clarín vive durante sus casi dos décadas de vida todas las tensiones de los procesos sociales y políticos que estremecieron la historia chilena durante la segunda mitad del siglo pasado. Un proceso vivido día a día que enfrenta, expresa y publica todas las presiones y contradicciones que desembocaron en el golpe de 1973. El Clarín no fue un mero observador, sino que vivió con pasión este trance histórico. Su destino, como el de su director Alberto Gamboa y algunos periodistas, fue el que sufrieron millares de partidarios del gobierno de Salvador Allende. El 11 de septiembre el diario fue allanado, varios de sus periodistas detenidos y todas sus instalaciones incautadas. En la redacción de calle Dieciocho 263 funcionó durante un tiempo un cuartel de la DINA, el edificio que estaba próximo a inaugurarse de calle Zenteno con Alonso Ovalle pasó a ser sede de la Fiscalía Militar y la flamante rotativa Goss, instalada en el subterráneo y todavía sin estrenar, siguió el destino de los desaparecidos. Así hasta el día de hoy.

El diario tuvo siete directores durante sus casi veinte años de vida, pero solo dos fueron importantes. Hacia inicios de los años sesenta estuvo el periodista DC especializado en política Román Alegría, a quien reemplazó Alberto «Gato» Gamboa, a cargo del diario entre 1961 y su abrupto cierre y secuestro el 11 de septiembre de 1973.

Uno de los grandes logros del estilo periodístico, con titulares ejemplares e históricos, fue trazar una relación perfecta entre el habla callejera y su representación en la versión periodística. El habla popular sobre la temática popular. Y qué mejor lugar de identidad para los pobres que el sufrimiento, la tragedia, el dolor, la injusticia. Con estas temáticas Clarín logra representar la vida del pueblo, sus problemas, los abusos, sus dolores, sus demandas. Pero lo expresa como bien sabemos los chilenos: al mal tiempo, buena cara; con la talla, el chiste. Y ante la injusticia —bien representada por la oligarquía y encarnada por políticos y empresarios—, el sobrenombre, la mofa pesada y permanente. El único poder del pobre, ejercido en silencio ante el abuso de la clase dominante. A Jorge Alessandri, Sainte Marie y los editores de Clarín le pusieron «La Señora» durante los primeros años sesenta; mote de uso casi diario hasta el Golpe y el secuestro del medio en 1973.

El estilo en la titulación, así como el énfasis en la crónica roja, tiene sus antecedentes más directos en el periódico Las Noticias Gráficas de los años cuarenta y primeros cincuenta. Hay reporteros que proceden de este medio y desarrollan en Clarín libremente su pluma. Se le atribuye al periodista Hugo Marillán titulares memorables del Clarín, tales como «Matarife benefició a su mujer: por vaca»,  o aquel que decía: «Iba como uva, pasó un tractor, y lo dejó como pasa». Más tarde, aparecieron otros muy llamativos aun cuando con denuncia social: «Miembro aristocrático se introdujo en círculo obrero», que, en palabras más simples, expresa la violación de un joven proletario por un pije de la época.

Foto: Archivo Fortín Mapocho

Pero sin duda el lugar de Clarín y la pluma del «Gato» Gamboa está en la escena política. En un estudio realizado por este cronista al revisar portadas desde los primeros meses de 1970 (durante el gobierno de Eduardo Frei Montalva) hasta entrado el gobierno de Salvador Allende, veremos que la política está siempre presente. Entre sus titulares, aquellos que denuncian: «Gorila alessandrista pretendía secuestrar a Frei y fusilar al presidente de la CUT: todos encanados», «Mercenarios del vejete pretendieron asaltarnos: personal del Clarín los hizo huir», «Escándalo nacional, El Mercurio se apoderó de la TV estatal y el gobierno se hace el cucho», «A la cárcel el gorila Anafre Jarpa», «El que roba a un Edwards ladrón, tiene cien años de perdón: en el banco del que te dije», «El lujoso hotel Sheraton era la cueva de Ali Babá: ahí funcionaba el cuartel de la CIA», «Los momios picotas: la CUT vivo el ojo: al lote no devolverán las fábricas», «Momio cochino; desnudó y azotó a tierna lolita de 14», «Denuncias momias sobre hallazgo de armas son puras mentiras».

Y aquellos desafiantes, como «Huichichío. Gana Chile y los momios sufren: el cobre pasó los 90» o «Momios, empiecen a contar, pero del millón p’arriba: grandioso respaldo de los trabajadores al doctor Allende» y «¡Momia, préstame tu cacerola para cocer esta salchichita! Les gritó un trabajador». Y están, por supuesto, los titulares dirigidos a «La Señora»: «A la Señora la abandonó el desodorante: pueblo de Tomé le hizo la gran tapa», «¡La Señora fue a provocar a los mineros del carbón! El pueblo repudia al momio derechista», «A La Señora se le quemaron los rollos: incendio en la Papelera». Y si se le menciona por su nombre, que quede claro en 1970: «Viejo, cansado y con una pata a la rastra, votó Jorge Alessandri», o aquel otro: «¡Chileno, vota contra la derecha! ¡Sacúdele la pallasa al viejo patuleco Alessandri!».

Más tarde, en el Fortín Mapocho, escribió uno de los titulares emblemáticos contra la dictadura tras el Plebiscito de 1988. Sobre Pinochet, dijo: «Corrió solo y salió segundo».

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