Carta Geopolítica

La consigna de “democracia siempre” en los conflictos actuales

Es innegable que la frase y la estética de “democracia siempre” es llamativa e incluso emociona, sobre todo ante el recuerdo de violaciones a los derechos humanos. Pero, planteada solo así, carece de sustancia crítica y autocrítica del ejercicio real, sobre todo cuando se le asocia a un solo modelo de práctica histórica -el imaginario formalista liberal-, que se lleva bien con las monarquías europeas en el siglo XXI, con la plutocracia estadounidense o con el estado genocida de Israel.

La consigna de “democracia siempre” en los conflictos actuales

Autor: El Ciudadano

Por Carlos Gutiérrez P.

En esta ocasión quiero detenerme en los segundos planos de las principales noticias complejas que nos asolan globalmente, y que son soslayadas por los medios de comunicación, pero también por los análisis críticos, como una suerte de acostumbramiento a la existencia de esa realidad subyacente, la que está en el fondo borroso, producto de la dislocación que se produce, por ejemplo, entre el primer plano y el fondo de la fotografía, que no funcionan al unísono, porque uno desperfila al otro.

Tomaré cuatro ejemplos, tras los cuales aparece este fondo borroso cuestionando una consigna muy de moda en ciertos liderazgos socialdemócratas que dice relación con la defensa acérrima de la “democracia siempre” y que la han transformado permanentemente en su discursivo ideario político, pero no queda claro si es realmente consistente su adscripción.

1. Las amenazas y casi bloqueo de Estados Unidos contra Venezuela con el falaz argumento de que el gobierno de Nicolás Maduro lidera una estrategia y una organización criminal dedicada al narcotráfico, ya nos ha actualizado la constante histórica de Estados Unidos hacia nuestra región, consistente en la lógica del dominio de su zona de influencia directa y del arrastre que hace de las elites conservadoras regionales en su apoyo. Lo más demostrativo de aquello es que en el comunicado de la Celac que denuncia el peligro de conflicto armado está con suma claridad, en las firmas ausentes, las alineaciones de los países a su amo estadounidense (Paraguay, Argentina, Perú, Ecuador).

Pero vayamos al segundo plano. Quienes rápidamente se sumaron a esta “operación contra el narcotráfico” fueron dos países europeos que se preocuparon por el efecto en sus “colonias”. Así es. Ya en la segunda década del siglo XXI y en países y “reinos” inmaculadamente democráticos, deberíamos recordar que poseen colonias en nuestra subregión (sabemos que en la nomenclatura de Naciones Unidas tienen distintos estatus, pero ninguna de ellas es independiente). Francia (Guadalupe, Martinica, San Bartolomé, San Martín y la Guayana Francesa); Países Bajos (Aruba y Antillas Holandesas) y Reino Unido (Anguila, Islas Caimán, Bermudas, Islas Vírgenes Británicas y Las Malvinas).

Francia movilizó unidades de su fuerza naval a la isla de Guadalupe, al igual que Países Bajos, para sumarse a esta operación. Nadie ha cuestionado esta injerencia extraterritorial en el marco de la aplicación de una política neocolonial.

Así también sucede con Estados Unidos, que ha ocupado como centro de operaciones en la zona a la isla de Puerto Rico. Sigue siendo territorio de los Estados Unidos, con un importante autogobierno interno, pero subordinado a la Constitución estadounidense en áreas como asuntos exteriores y defensa. Por esta razón, no se considera un estado asociado de pleno derecho, ni en el derecho internacional ni en el derecho interno estadounidense. Se reactivó la estación naval Roosevelt Road, que recibió a los modernos F-35; se han realizado maniobras de desembarco de infantería de marina, y se consolida como el principal centro estratégico en la región.

Las Naciones Unidas han impulsado la erradicación del colonialismo a través de la promoción del principio de libre determinación de los pueblos, reconocido en su Carta fundacional en 1945. A lo largo de los años, la ONU ha establecido mecanismos como el Comité Especial de Descolonización y ha proclamado varios Decenios Internacionales para la Erradicación del Colonialismo. A pesar de los avances, la ONU continúa comprometida con la erradicación completa, y en el año 2020, la Asamblea General declaró el Cuarto Decenio Internacional para la Erradicación del Colonialismo (2021-2030), exhortando a los Estados Miembros a renovar su compromiso y a cooperar para que este sea el último decenio en el que se deba conmemorar.

Coyuntura plausible para que la izquierda mundial, y particularmente la latinoamericana, repusiera en su estantería política e ideológica el ideario anticolonial, que debiera ser un principio fundamental de la taxonomía democrática, del cual fue un eximio exponente el luchador político Frantz Fanon, nacido en la Martinica francesa, que recientemente, el 20 de julio, se cumplieron 100 años de su nacimiento.

Su aguda reflexión ideológica, política y cultural anticolonial adquiere gran relevancia debido a los acontecimientos en África, en Medio Oriente particularmente con el caso palestino, así como ante la decadencia y la falacia europea de la democracia liberal que ha sustentado la xenofobia y el racismo, la agresión imperial y el genocidio.

2. Las noticias del genocidio israelí contra el pueblo palestino, del bloqueo a Venezuela y los ataque y asesinatos de personas en lanchas supuestamente transportando drogas, y la próxima Asamblea de Naciones Unidas, tienen un trasfondo común, que es el menosprecio de informes, resoluciones y funcionamiento del máximo órgano mundial de gobernanza por algunas de las principales democracias del mundo.

Llamativo es que el funcionamiento de la Asamblea de Naciones Unidas, como máximo organismo mundial, opera en un territorio nacional (Estados Unidos) que ocupa sus propias reglas para la entrada al país y participar en los eventos pertinentes, y no se considera un estatus especial a los representantes de los países miembros legítimos del organismo mundial. En esta Asamblea, Estados Unidos revocó la visa para el ingreso del presidente palestino Mahmoud Abbas, impidiéndole participar presencialmente, lo que llevó a que la Asamblea votara por una participación telemática. Esta fue ganada por 145 votos a favor y cinco en contra (Estados Unidos, Israel, Paraguay, Palaos y Nauru).

Se impusieron restricciones de visados a los miembros de la delegación brasilera para asistir a la Asamblea. Se redujo el personal autorizado que acompaña al canciller ruso Lavrov. Se prohibió la entrada al canciller iraní Araqchi.

Estados Unidos fue el único país que vetó una resolución del Consejo de Seguridad que exigía un alto al fuego inmediato y permanente en la Franja de Gaza, además del levantamiento de las restricciones a la entrega de ayuda humanitaria en el enclave palestino y la liberación de los rehenes retenidos por Hamas.

La ONU pidió expresamente a Estados Unidos que cese en su guerra sin ley contra el narcotráfico en el espacio caribeño, y advirtió que el uso unilateral de la fuerza es ilegal bajo la Carta de Naciones Unidas. Esto sumado a que el propio informe anual sobre drogas de la comisión especial para esos asuntos no ha acreditado que desde Venezuela exista una red de tránsito de drogas hacia Estados Unidos. Pero, una vez más, al farol democrático de la élite actual no le hace mella la opinión del máximo organismo mundial.

En la ONU existen decenas de resoluciones conminando a una solución a la demanda palestina, y hoy ha vuelto a emitir una declaración exigiendo que la guerra en Gaza debe terminar, condenando los ataques israelíes contra civiles e infraestructura civil, el bloqueo y la hambruna. Pero, para la mayor “democracia” de la región no hay escucha.

3. La crisis europea en la política, la economía y la ética también tiene una figura en el fondo que no se nombra, y es la decadencia de su democracia formal liberal; incluso ésta pende de un hilo cuando las elites, políticas y económicas se enfrentan al cuestionamiento popular y riesgo de ser desbancadas por partidos radicales de derecha.

Hoy día Europa se encuentra en un ciclo de crisis económica importante, especialmente los países más grandes: Alemania, que se encuentra técnicamente en recesión y un sistemático proceso de desindustrialización, con altos costos en energía, está en una crisis estructural; Francia paga el costo de su sobre endeudamiento (113,9 % del PIB), perspectivas presupuestarias desfavorables con la caída de un nuevo primer ministro y la pérdida de certificación crediticia de la agencia Fitch Ratings y Morningstar DBRS; Reino Unido con una economía estancada, creciente inflación, huida de empresas al extranjero y con un récord de déficit presupuestario levanta con fuerza el fantasma de la ultraderecha; Italia, con una economía contraída, es el segundo país más endeudado de Europa; y España, con altas de cesantía juvenil, altos costos de bienes esenciales y el cuarto país más endeudado de la región. El resto de Europa, especialmente la oriental, está amenazada por el aumento de la pobreza.

Pero, aun así, el relato salva vida de la elite sigue siendo el modelo de guerra cognitiva a través de los medios de comunicación y la censura de facto de toda opinión crítica y contraria, basada en la amenaza rusa. Hoy día centrada en los apoyos económicos sociales y militares a uno de los países más corruptos del mundo, con la consiga de la defensa de la “democracia y la libertad”. No hay mejor fórmula para desprestigiar su propia experiencia de democracia liberal, hoy inmersa en una carrera militarista que trae recuerdos trágicos para Europa y el mundo.

Esta realidad, auto fabricada por decisiones geopolíticas, como es el caso del conflicto con Rusia, por la subordinación a las directrices estadounidenses, por el vaciamiento político e ideológico de las izquierdas que no ha reinventado un proyecto estratégico, se suma al crecimiento y fortaleza de organizaciones y propuestas derechistas que, con una lectura acertada del momento crítico, ha levantado medidas facilistas que encuentra campo abonado en el malestar social, que se ha expresado en masivas movilizaciones. Recientemente, cientos de miles en Francia (profesores, trabajadores y estudiantes), miles en Inglaterra, paro sindical en Italia, entre otros.

Europa se desprestigia aceleradamente, adopta un doble estándar ante conflictos como el de Ucrania y el de Palestina; no ha trepidado en intervenciones electorales groseras en Rumania, Georgia, Alemania y ahora Moldavia, propias de regímenes autoritarios o dictaduras.

Las manifestaciones callejeras, tanto por reivindicaciones sociales como en solidaridad con Palestina, son brutalmente reprimidas, llegando, en el caso del apoyo a Palestina, a tomar medidas también poco relacionadas con la democracia y el derecho a la manifestación pública.

En Reino Unido se declara legalmente a la organización Action Palestine como terrorista, con todo lo que implica para sus seguidores; ya van más de 1.600 detenidos por esta causa. En varios países de Europa está prohibido izar la bandera palestina o usar kufiya.

En definitiva, todas estas movilizaciones de la sociedad europea no solo reflejan su solidaridad con el pueblo palestino; en el fondo es una reclamación implícita hacia su propio sistema político, a su desgastada democracia y sus elites mediocres. La cooptación de la soberanía popular y la pérdida de poder del trabajo ante el capital bajo la conducción socialdemócrata ha llevado a estos niveles de degradación de la democracia europea.

No tienen mayores efectos inmediatos los bajos índices de aprobación de los líderes gobernantes: 23 % para el canciller alemán Merz; alrededor del 15 % para el francés Macron, al igual que para el británico Starmer. Sumados a los cuatro cambios de primeros ministros en Reino Unido, tres en Francia y derrotas importantes de coaliciones en los gobiernos (Alemania, Polonia, etc.).

Europa ha entrado en una vorágine de discusión sobre la lucha contra la desinformación. Ya en el informe del Club de Roma de agosto de 2024 se abogó por la creación de la Comisión Global de la Verdad, que decidiría lo que se consideraría como tal. En el estado de cuenta de la Unión, Ursula von der Leyen anunció el Escudo Europeo de la Democracia y el Centro Europeo de Resiliencia Democrática, que tendría como objetivos la lucha contra la desinformación. Hasta ahora no hay claridad de la definición o ejemplos concretos de lo que se consideraría “desinformación”. Pero sí hay mecanismos de castigo, consistentes en multas de hasta 6 % de los ingresos globales para las plataformas que no se sometan.

A propósito de experiencias recientes en casi todos nuestros países, parece una iniciativa prudente el controlar las llamadas noticias falsas. Pero, como ya lo ha demostrado la historia reciente y estetizado muy bien el arte y la literatura, los peligros de aquel control no son pocos, sobre todo porque el sustrato de aplicación considera una democracia profundamente consolidada y transparente, dos cosas absolutamente cuestionables en la escena actual. Los países del sur, y especialmente los de América Latina, sabemos de aquellas definiciones en primera persona que nos hablaban de “democracias protegidas” por parte de dictaduras criminales.

4. Israel siempre ha sido catalogada como una isla democrática en un archipiélago plagado de gobiernos autoritarios y monarquías hereditarias. Todos los estados que comparten su mismo sistema político democrático lo han respaldado históricamente en sus guerras, en sus matanzas, en sus acciones terroristas, independiente de la coalición gobernante de turno en Israel, para que no se diga que hoy es distinto porque gobierna un derechista radical. Actualmente el presidente Macron no considera que lo que ocurre en Gaza sea genocidio. El canciller alemán Merz se niega a tomar medidas contra Israel.

Expertos en derecho internacional han confirmado que el reciente ataque israelí a complejos residenciales en Catar, pertenecientes a dirigentes de Hamas, constituye una violación de la soberanía de un estado independiente y un claro incumplimiento del derecho internacional. Sería un “estado canalla” que emplea el terrorismo como una herramienta oficial, excediéndose en sus límites geográficos y recursos militares.

Las cifras de víctimas civiles en la Franja de Gaza llegan a cifras espeluznantes; se registran 61.100 asesinados, 2.800 prisioneros sin cargo ni juicio, sufriendo torturas. Por esto es acusado de crímenes de guerra y genocidio planificado.

Es innegable que la frase y la estética de “democracia siempre” es llamativa e incluso emociona, sobre todo ante el recuerdo de violaciones a los derechos humanos y prácticas genocidas. Pero, planteada solo así, carece de sustancia crítica y autocrítica del ejercicio real, sobre todo cuando se le asocia a un solo modelo de práctica histórica, el imaginario formalista liberal, que se lleva bien con las monarquías europeas en el siglo XXI, con la plutocracia estadounidense, con el estado genocida de Israel, con estados minúsculos que votan a favor de Estados Unidos en Naciones Unidas -porque dependen de su financiamiento-, con estados que reprimen a sangre y fuego la soberanía popular, con estados cínicos que arrastran a un pueblo a su exterminio “hasta el último ucraniano”.

Sería interesante escuchar a los líderes de las nuevas izquierdas alguna reflexión al respecto, y no solo cuando haya dudas sobre resultados electorales, pero ojalá fuera de lacrimógenas declamaciones superficiales, porque la democracia debería ser algo más sustancial que solo ese evento. No se trata de estar contra la democracia liberal, sino de superarla.

Por Carlos Gutiérrez P.

Carta Geopolítica 63, 23/09/2025


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