Columna

La envidia entre las mujeres

De qué ratos he querido escribir este artículo y siempre por andar silbando en la loma paso por ahí de noche

Por Arturo Ledezma

08/12/2014

Publicado en

Columnas

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Sophia Loren y Jayne Mansfield

Sophia Loren y Jayne Mansfield

De qué ratos he querido escribir este artículo y siempre por andar silbando en la loma paso por ahí de noche.

Pero ahora es cuando, en lo que me tomo un café y me como un bagel de canela con pasas.

No hay cosa más detestable que la envidia entre mujeres – y el acoso de una mujer a otra- es un insulto en su totalidad. Es una de las razones por las que me llevo mejor con los hombres que con las mujeres. Yo no soporto ni cinco minutos en grupos de mujeres, me asfixio, me aburro de inmediato, me marea el dejo que tienen para criticar a otras. Esa soltura de lengua y de estereotipos. Aclaro, porque después del aire me caen los cuentazos, no generalizo, no son todas.

Que si las miradas mataran ay dios, las de las mujeres envidiosas ocuparan el primer lugar. Que critican a la que tiene trasero macizo, a la que se viste con faldas cortas y luce el lujo de piernas que se anda echando. A la que se viste de escote y muestra el arte de su clavícula infernal. A la que se pinta los labios de rojo fuego. A la que se pone zapatos de tacón de punta de aguja, que seguro es para írsele a resbalar a su jefe, o al novio de su amiga o al esposo de su jefa. Que a esa le dieron el puesto porque de seguro le restregó las chiches en la cara a su jefe, o le hizo sexo oral o de seguro le dio para sus dulces, él agradecido le incluyó el aumento de sueldo.

{destacado-1} Que esa furcia tiene carro nuevo porque de seguro anda de amante de su jefe, que pobre el marido en su casa y sigue siendo un santo. Pobre fulano la mujer anda de resbalosa con el vecino, en la sonrisa se le nota lo puta. ¿No has visto cómo se le somete? Que sean amargadas no quiere decir que otras no puedan sonreír con libertad. Se le nota la ligereza en la forma en que baila. Que otras sean arrítmicas no es asunto de la que acusan de libertina. Tan mal humorada, ¿acaso no está contenta con el carro que el compró el esposo?

Siempre para las otras, la inteligente, libre, preciosa, con cuerpazo y encima feliz, es una puta. Como si ser puta fuera pecado capital. Las mujeres envidiosas y mojigatas también creen que con decirle puta a una mujer la ofenden. Y que quede claro este artículo no va con tintes de teoría del feminismo y patriarcado. Es así llano, como el atol que vende nía Yoyis a la hora de la refacción.

Se fijan en cómo la otra agarra la copa de vino, mastica la comida, se sirve el agua en un vaso, se sienta, sonríe, habla, le estudian minuciosamente la gesticulación. Le pasan un escáner a la marca de la ropa que lleva puesta, si lleva las medias deshiladas y pobre si las pegó con pintauñas porque ya estuvo que se las comieron viva. Que si la bolsa que usa es de marca, ¿de qué marca es? ¿En dónde la compró? ¿Por pagos o al contado? Si la loción es de marca, ¿la compró en oferta o a precio regular?

Luego esas cosas de competencia, quién tiene más títulos universitarios, a dónde las lleva de vacaciones el novio, el amante o el esposo. Cuánto gastaron en la fiesta de quince años de su hija, quiénes fueron. Qué dieron de comida en la boda de la fulana? ¿Cuánto le costó el anillo de compromiso al novio? ¿A dónde fueron de luna de miel? Y si trabajan que qué puesto tienen, cuánto ganan.

Me asfixio en los lugares donde hay muchas mujeres, y peor si es en una reunión social, demasiadas lociones dulces, demasiadas fajas para ocultar las lonjas, demasiados celos y las conversaciones triviales.

Es habitual que solo me quede ahí unos dos minutos mientras las saludo, y que automáticamente agarre para donde están los hombres donde me siento cómoda y no se pelan los unos a los otros, nadie anda cuestionándole el precio de la corbata al otro, o si lleva los zapatos lustrados, qué jabón usa o si su loción la compró en oferta.

No veo que cuando a un conocido lo suban de puesto en el trabajo digan que es porque se cogió a la jefa. Tampoco que le envidien el carro, o que digan que anda de mal humor porque de seguro la esposa la noche anterior le salió con dolor de cabeza. Cosa que es bien mencionado entre las mujeres: anda de mal humor la fulana esa porque de seguro su esposo no se la agarró anoche.

Con los hombres las conversaciones varían, entre deportes, política, realidad nacional e internacional, arte, libros. No pierden el tiempo en fumadas ni en andar enviando a los otros. Aunque aquí también aplica lo de no todos…

Las peleas entre mujeres –amigas- duran años, con los hombres cinco minutos y terminan brindando con una cerveza. Con las mujeres cuando se pelean se sacan todos los trapos al sol, los hombres se quedan con el recuerdo de la amistad y no lo divulgan. Las mujeres se pelean continuamente por un hombre, los hombres saben que mujeres hay hasta para hacer chinchilete, no se arriesgan a perder un amigo por una mujer. Son más fieles en la amistad. Se entregan desinteresadamente. Mantienen su palabra y son honestos.

Hay de todo en todos lados. Pero estoy segura que quienes han crecido rodeadas de hombres no me dejarán mentir y sabrán que no exagero. También las mujeres que tienen más amigos hombres que mujeres, sabrán que no es por denigrar que escribo esto.

Hay de todo en todos lados. Hay mujeres extraordinarias que desafían el paso marcado de su género, que no actúan conforme a la casilla donde las colocan. Que no son parte de la jauría. Que no condicionan y no critican, y que al contrario emancipan. También he conocido a este tipo de mujeres y es de ellas de quienes me enamoro. ¡Ay, dolor me volviste a dar, justo en el ojo del pie! De los hombres he estado enamorada desde niña, son parte de mi hábitat.

Con la disculpa a quienes se sientan ofendidas, ya aclaré que no se trata de generalizar. Y por cierto, no es generalizar tampoco, pero hay muchas que son graduadas de educación superior y entre más títulos más envidias. Aguas, le quitan la silla a cualquiera, con la pura lengua. Y con la pura lengua –sin doble sentido- también al novio, amante o esposo si este es asoleado. Cuando sea así, no se queje, un favor le hicieron. ¡Ulugrún!

Este artículo no va dedicado, ahí cada quien que busque sus guantes, y ahí que vea…

Le iba a decir, etiquete a sus amigas envidiosas en este texto, pero me voy a ver muy clavera y usted mucho más. Pero ahí vea usted su valor.

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