La inversión de los Derechos Humanos en materia intercultural

La intervención de fuerzas militares de Estados Unidos en Afganistán e Irak, así como la fuerte represión en aguas internacionales, de un grupo de agentes del ejército israelí sobre una flotilla con ayuda humanitaria que trataba de llegar a Gaza

Por Wari

01/05/2011

Publicado en

Columnas

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La intervención de fuerzas militares de Estados Unidos en Afganistán e Irak, así como la fuerte represión en aguas internacionales, de un grupo de agentes del ejército israelí sobre una flotilla con ayuda humanitaria que trataba de llegar a Gaza. Muestran la ambivalencia de los derechos humanos especialmente en países de occidente, en cuanto a su forma de relacionarse con aquellos grupos étnicos, cuyas creencias difieren de los biotipos éticos que predominan en sus discursos totalitarios.

En el caso de Irak, todo un país fue saqueado en nombre de la paz, la seguridad y la vigencia de los derechos humanos. La excusa, el terrorismo. Esta es la inversión de los derechos humanos de la que habla Franz J. Hinkelammert en sus escritos. Inversión en cuyo nombre se aniquilan los derechos humanos del otro.

En Chile, acontece a diario por medio de actos de represión en contra de miembros de comunidades de origen. Represiones que se ocultan en la imagen mansa de gobiernos que se escudan en promesas y políticas de reconocimiento intercultural, que no hacen más que mantener y preservar una imagen benigna, a la luz de la opinión pública y los ojos de la comunidad internacional.

Estos actos se repitieron, por desgracia, en plena Catedral de Santiago este domingo de resurrección. Ocurrió cuando un grupo de familiares de presos por la causa mapuche, desplegaron una pancarta en demanda de su liberación. Este hecho detonó una fuerte represión policial que acabó con el desalojo de los asistentes y la formalización de algunos de ellos. Todo esto sucedió, bajo la atenta mirada de sacerdotes y feligreses, como queriendo naturalizar la violencia empleada en contra de estas personas.

Detrás de este hecho hay una peligrosa convicción, según la cual quien pone en jaque la organización de los derechos tradicionales de una sociedad occidental, pierde todo derecho humano que le ampare. Por tal razón, la sangre derramada por occidente no deja manchas visibles ni cuestionables.

¿Será acaso el epilogo de la tolerancia y respeto por la diversidad cultural? Así lo manifestó el Primer Ministro británico, David Cameron, a principios de año –y meses antes, la canciller alemán, Ángela Merkel-. Según trascendió, el Primer Ministro sostuvo: la «solidaridad pasiva» de la sociedad ante las «prácticas inaceptables» de algunas comunidades habría gatillado en una pérdida de valores y un fortalecimiento del extremismo.

Nuestro país, sobrevalora los discursos que provienen del autoproclamado “primer mundo”. Más aún, ahora que ronda la idea de compararnos con estos países. Empero, que unos cuantos años de bonanza económica –que en todo caso, fueron para algunos- no nos hagan perder la humildad y mirar con desprecio a nuestros vecinos, cuestión que nos privaría de participar de un proceso mucho mayor de integración cultural.

En apoyo y respeto a los pueblos de origen.

Por Cristhián G. Palma Bobadilla

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