Las voces de las y los comunes

Opinión de Rodrigo Torrealba En el último tiempo, hemos asistido a diferentes episodios donde como ciudadanía, miramos desde la impotencia la colusión en diferentes ámbitos del quehacer político – social – económico

Por Jose Robredo

12/05/2016

Publicado en

Columnas

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Opinión de Rodrigo Torrealba

En el último tiempo, hemos asistido a diferentes episodios donde como ciudadanía, miramos desde la impotencia la colusión en diferentes ámbitos del quehacer político – social – económico. Es sabido que nos enfrentamos a una crisis de orden político –de la política y de lo político. ‘La política’ esta relacionada a los regímenes institucionales, quienes resguardan el orden y regulan dicho movimiento de todo su quehacer. ‘Lo político’ se relaciona con el devenir humano, la actividad que nos puede llevar a pensar y repensar que otro mundo puede ser posible. En este contexto, también podemos decir que la crisis no solo abarca al ámbito político sino que también institucional, refiriéndonos a la Iglesia, grandes empresarios, FFAA, el Estado, entre otras.

De acuerdo a los últimos estudios, podemos observar que la evaluación del parlamento es bastante desalentadora, un 80% evalúa negativamente a las y los parlamentarios -Senadores(as) y Diputados(as)-, frente a las próximas elecciones Municipales; un 50% de quienes fueron encuestados(as) no tiene interés en los comicios (Fuente: Adimark, 2016). Respecto del funcionamiento de la democracia, el 51% opina que funciona en forma regular (CEP, 2015).

En cuanto al proceso Constituyente, el 81% no sabe cómo participar en el proceso.  (CADEM, 2016). Un 66% estima que el país se encuentra en una crisis política (CERC-MORI, 2015). Por otra parte, el 77% de la población cree que ninguno de los imputados (políticos o empresarios) irá a la cárcel, el 87% opina que “la mayoría de los políticos sólo se acuerdan de la gente cuando hay elecciones.” (CERC-MORI, 2015).

Respecto a la evaluación de los empresarios, solo el 2% opina que los empresarios son ‘honestos’, el 68% opina que el único interés de los empresarios es ‘ganar dinero’, un 42% que son explotadores y el 35% que son ‘enemigos de los sindicatos’ (CERC-MORI, 2015).

Estos datos reflejan que estamos subsumidos en una crisis más profunda de la que los medios de comunicación nos muestran, más compleja que la que analizan los políticos de turno. Hoy asistimos a la configuración del ‘partido-empresa’ donde sus militantes están profesionalizados, transformándose en personajes militantes-tecnócratas y militantes actores. El primer grupo son personas con capacidades técnicas y de gestión. El segundo grupo son personas con capacidades teatrales y comunicativas cuyo objetivo es seducir o sugestionar al electorado. La convergencia de ambos grupos ha conformado una ‘Elite Profesionalizada’ con capacidades técnicas, de gestión y de comunicación que ha marginado al ciudadano de a pié.

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En este proceso no tiene cabida la gente común, la participación social y política  les es esquiva, la inclusión social solo es un sueño, la clase política se ha configurado y asemejado a la empresa, donde se coluden, emiten boletas ideológicamente falsas (empresarios y políticos), les condonan impuestos y moras a las grandes empresas, veranean juntos en Zapallar, Cachagua o Caburgua. Esta elite profesionalizada pretende exculparse de sus actos por medio de ‘errores involuntarios’ o pretenden borrar todo, como si el pecado se borrase con un decreto.

Las y los comunes no quieren ‘la política’ pero si ‘lo político’, quieren participar pero no en este sistema, quieren ser escuchados(as) pero no en los medios de comunicación tradicionales; quieren hacer política, pero desde otra forma, cristalizada en cabildos, asamblea constituyente, discutida desde las bases, requieren de formas organizativas del orden horizontal, necesitan canales de comunicación alternativos, quieren caminar sin ser interceptados(as) por la policía para controlarlos(as), quieren dejar de ser sospechosos(as) -hay quienes les creen culpables por el solo hecho de su apariencia o por vivir en zonas periféricas-, quieren confiar en sus dirigentes, ser incluidos(as) en lo social, entre otras tantas cosas que necesitamos en forma urgente.

Existen muchas variables que podríamos contemplar para re-pensar un país más democrático e inclusivo, se necesita deconstruir para cimentar nuevas bases para lograr una comunidad distinta a la actual, que integre a la gente común. No es una tarea fácil y lleva tiempo. Necesitamos con urgencia que las distintas comunidades empiecen a discutir y participar en instancias de organizaciones de base (unidades vecinales o juntas de vecinos, organizaciones juveniles, sindicatos, Universidades, entre otras), para cimentar desde las y los comunes ese país distinto, democrático e inclusivo que tanto soñamos.

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