El ala oscura de la Casa Blanca

Los Bush, tras el salvataje del apellido presidencial

Los insultos de Trump contra Jeb Bush, hermano del ex presidente George W. Bush, han sido más efectivos que el legado político de la familia tejana; el ex mandatario va tras el rescate en Carolina del Sur

Por Patricio Zamorano

17/02/2016

Publicado en

Columnas / Estados Unidos / Mundo

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Ha sido una de las peores formas de exponer la dinastía presidencial a los vaivenes de la lucha electoral en Estados Unidos. La familia Bush, que le ha dado al país dos presidentes y varias guerras entre George H. Bush, el padre, y George W. Bush, el hijo, ve ahora como el hermano del ex mandatario, Jeb, ex gobernador de Florida, ve diluirse sus posibilidades de sentir el calor del sillón presidencial.

Es tanta la desesperación, que el ex Presidente George W. Bush ha hecho lo que nadie le había pedido hasta ahora: pisar la campaña presidencial de primarias e intentar ayudar al hermano que está a punto de acabar con la línea de sucesión que los Bush han construido por décadas.

Es desesperado el movimiento de la campaña de Jeb Bush, pues el ex presidente no ha sido un factor relevante en las primarias republicanas. Respetado como ex presidente, George W. Bush no goza, sin embargo, de un favoritismo exitista a nivel del voto general, aunque cuenta con un 77% de favorabilidad entre los republicanos. El debilitamiento de Jeb Bush lo ha demostrado Donald Trump, que lleva varios días atacando férreamente el legado del ex mandatario, desde el debate de CBS el 13 de febrero pasado. Hizo lo que se creía imposible. Desde el corazón del Partido Republicano culpó a George de los ataques a las Torres Gemelas, y denunció lo que se ha repetido hasta al cansancio desde la izquierda estadounidense: que George envió a Estados Unidos a una guerra-invasión contra Irak basado en información falsa, pues nunca hubo armas de destrucción masiva bajo control de Sadam Hussein. Trump atacando a Jeb Bush utilizando los argumentos de la izquierda dura. De antología.

En el debate del 13 de febrero, Jeb Bush apareció nuevamente débil defendiendo el legado de su hermano. Y ha aparecido débil ante los ataques y los insultos de Trump en casi todos los debates. Trump ha regalado a Jeb Bush un amplio abanico de improperios, desde “incompetente” hasta “tonto como una roca”. Y Bush no ha tenido la entereza o claridad para atacar de vuelta con la misma energía.

Como forma de respaldo, medida última de salvataje, Jeb pidió al ex presidente-hermano ir a Carolina del Sur e intentar detener la debacle de las encuestas en estas primarias. Jeb Bush no supera en este momento el 5% del apoyo en las primarias, según la última medición de USA Today. Un desastre. Carolina del Sur siempre ha sido tierra generosa para la familia Bush. Las esperanzas están en que la intervención del ex presidente obre un milagro de apoyo que mantenga la luz encendida de la esperanza…

Y lo peor: Jeb Bush ha gastado una cifra récord de dinero sin resultados. Ya llevaba sobre 24 millones de dólares gastados hasta fines de 2015, versus los 22 millones gastados por Marco Rubio, por ejemplo, que en tercer lugar de preferencias goza de un 20% a nivel nacional entre los republicanos y supera a su antiguo mentor, que en sexto lugar mantiene la tendencia hacia la baja.

Cada porcentaje de ese magro 5% de apoyo ha costado una cantidad enorme de dinero, que no será eterno entre los donantes, con apellido Bush y todo. Según lo gastado en Iowa, cada voto de Jeb Bush le costó más de 5 mil dólares. A Marco Rubio, en comparación, solo 600 dólares. Y a Donald Trump, 300 dólares, según informa el Washington Post. Trump aparece como el más exitoso: domina la carrera presidencial habiendo gastado “solo” 12 millones de dólares hasta fines de 2015, 12 menos que Jeb Bush,.

Está por verse si la presencia de George W. Bush en las primarias de Carolina del Sur logrará salvar a su hermano. Están en juego la dignidad política de una de las familias políticas más exitosas de las últimas décadas, solo comparable a los Kennedy. El verdugo ha sido un millonario de lengua mordaz, sin modales políticos ni sociales, y sin una pizca de respeto hacia el poder presidencial ganado a punta de petróleo, guerras y leyenda tejana. Trump busca, pisoteando a los Bush, iniciar su propia dinastía de poder.

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