Los padrinos hace rato que llegaron

Siempre ha sido interesante y esclarecedor leer la historia de la Mafia y de sus diferentes protagonistas

Por Wari

31/05/2015

Publicado en

Columnas

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vila2Siempre ha sido interesante y esclarecedor leer la historia de la Mafia y de sus diferentes protagonistas. Dejando de lado la mítica película El Padrino y otras tantas, es necesario y didáctico leer estudios sobre el tema o ver documentales. Encontraremos turbadoras semejanzas con lo que es nuestro país, “uno de los menos corruptos de la región”, que dista bastante de diferenciarse de otros países latinoamericanos donde la Mafia, con distintas identidades y “características nacionales”, se ha instalado con toda su batería de influencias y descarados “poderes fácticos”.

Si miramos hacia atrás, se puede decir con seguridad que quien instaló semejantes prácticas en nombre de la patria y sus valores fue Pinochet y su precursora banda de gansgters (que también estuvieron metidos en el narcotráfico, según últimas informaciones). Ante eso, ya no se podía hablar del supuesto folklor de los hampones de poca monta y de sus legendarias “hazañas”. Basta recordar tipos como “el loco Pepe” o Scarpisso o “el cabro Carrera” y otros casos de fugas espectaculares desde la Penitenciaría y las carreras internacionales que algunos habían emprendido, y que formaban parte de los titulares de la crónica roja y de las conversaciones de sobremesa, para saber que estábamos frente a realidades mucho más turbias y para nada folklóricas.

Uno lee, por ejemplo, que personajes como Lucky Luciano, Franck Costello, Bugsy Siegel e incluso Al Capone, dada la inteligencia que tenían, habrían sido grandes empresarios si no se hubieran dedicado al crimen. A buen entendedor, pocas palabras. Porque no eran simples matones y asesinos rabiosos (o “cogoteros” de cuello y corbata) como Vito Genovese, Albert Anastasia, Dutch Schultz o en Sicilia el “capo” Totò Rina, que tenían el gatillo demasiado fácil, como dicen los que saben. Tampoco habría que considerar a Dillinger, que era un “autónomo” ladrón de bancos que nunca perteneció a la Mafia como tal o a los legendarios Bonnie and Clyde, que también actuaban por cuenta propia. Los primeros “negociaron” sus influencias y lograron sobornar o corromper no sólo a la policía, sino que a jueces, sindicatos y políticos (se sabe el caso de Joseph Kennedy, que luego se reconvirtió en un poderoso patriarca que logró llevar a uno de sus hijos a la presidencia de los EEUU, en turbias negociaciones con Sam Giancana y la familia Gambino). Es lo que podría llamarse una “mafia civilizada”, si puede decirse así (hoy esa mafia ya pasó a la historia ante la violenta irrupción de la mafia rusa y de los carteles latinoamericanos, y a pesar de los Yakuza de Japón con sus códigos y rituales a la usanza de los samurái). Pero sus prácticas “sutiles” continúan vivas, como es el caso en Argentina y ahora en Chile. Todos sus exponentes, al igual que sus ancestros italoamericanos (por generalizar y no entrar en más detalles), pueden denominarse como integrantes de la “honorable società”, y actuar a plena luz del día, amparados por sus lobbys y sus contactos transversales (y quién sabe qué crímenes disfrazados o chantajes efectuados con una gran sonrisa democrática). Creo que no es necesario dar nombres pues son fáciles de detectar, sobre todo ahora con todos los casos Penta, Caval, SQM, Aguas Andinas, Fifa, etc. ¿Creían que donde ya no se respeta ni la ley de la selva y campea la hegemonía del género económico íbamos a ser una excepción? Cada día que pasa se destapa más la olla (por usar la metáfora cocinera de un conocido senador de la República) y ya no nos atrevemos a poner las manos al fuego por nadie. Quienes, se supone, debían representarnos y protegernos en cualquier momento nos disparan por la espalda o nos aplican la ley de fuga o nos quitan los pocos bienes que tenemos (si es que los tenemos) o nos agarran a palos si protestamos. ¿El islamismo fundamentalista, el imperialismo, el totalitarismo, el fascismo y otros ismos? Sí, claro, pero poco comparado con la Mafia y el Malentendido, que es su profeta.

Habría que escuchar más a menudo el tango Cambalache, entre la lucidez y la impotencia, como dice maese Juan Rivano, para dejarnos de comulgar con ruedas de carreta. Porque hay una especie ya no de resignación, sino que de justificación del todo y su contrario y ese magnífico tango lo dice sin contemplaciones. Para muestra, lo que dice en una entrevista a The Clinic el ex alcalde de Santiago, Jaime Ravinet: “…no magnifiquemos. En la democracia moderna, lamentablemente, estos escándalos se dan. En Estados Unidos no hay día en que no haya un escándalo. Mira los líos de Argentina, de Perú o de Brasil, nosotros parecemos un moco de pavo.”. El cómplice lector sacará sus propias conclusiones.

Hemos comenzado a pertenecer al Primer Mundo: a esa Italia y a ese EEUU que no nos gusta, aunque convivan con extraordinarias tradiciones y revoluciones culturales, como tantos otros países que han accedido a la modernidad. Es alentador, después de todo hemos progresado: la Mafia ya se instaló en las cúpulas de nuestro país.

Por Cristián Vila Riquelme

(El autor es escritor, doctor en Filosofía por la Sorbona de Paris y académico en la Universidad Central La Serena y Católica del Norte de Coquimbo)

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