Mar para Bolivia: Celebremos todo, incluso lo que no tenemos

El maestro intelectual boliviano René Zabaleta Mercado, dijo que Bolivia era un Estado aparente, era ilusorio, que no logró condensar la totalidad de la sociedad, que solamente fue representado por una parte privilegiada, que Bolivia no logró articular la territorialidad del Estado y solamente unificó fragmentos aislados del territorio patrio

Por Leonel Retamal

22/03/2013

Publicado en

Columnas

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El maestro intelectual boliviano René Zabaleta Mercado, dijo que Bolivia era un Estado aparente, era ilusorio, que no logró condensar la totalidad de la sociedad, que solamente fue representado por una parte privilegiada, que Bolivia no logró articular la territorialidad del Estado y solamente unificó fragmentos aislados del territorio patrio.

Por eso Bolivia, la inmensa Bolivia… gigante como sí sola, con apenas 11 millones de habitantes calculados en el último censo de 2012 y con más de tres millones de kilómetros cuadrados, era evidente que no podía mantenerse íntegro si no se lo defendía, si no se lo administraba y si no se lo educaba. Dentro de nuestra ingenuidad considero que nunca encontramos el camino para gobernar, siempre creíamos que los títulos de dominio eran suficientes, emergidos de los instrumentos de la Corona, al crearse la República que habíamos heredado.

Bolivia pierde el mar porque para 1879 no había salido de la anarquía militar, de la élite y minoría blanca que vivía en el ocio, servida por sus indios, una economía pobre y un desconocimiento de sus propios territorios inexplotados y desiertos. Los gobernantes cambiaban de turno, mediante sus caudillos o sus populistas. Abajo, un pueblo ignorante y la ilusión de que Bolivia era una nación cuando apenas éramos una sombra.

Pero nuestros vecinos pobres no poseían ni el inmenso territorio boliviano ni sus riquezas ni su cultura, por eso comenzaron a poner los ojos en Bolivia. Perú nos invadió dos veces, también lo hizo Brasil, el Paraguay, la Argentina y Chile que nos arrebató el perdido litoral.

De repente aparece un chileno, Diego Portales, aliado al tirano Rosas, el argentino, para derrotar al Mariscal Santa Cruz, para salir de su condición de país pobre, agrícola y de escasos recursos en la naturaleza de su suelo pero sobre todo fue el iniciador de la aventura de la guerra del Pacífico en 1879.

Chile estaba muy bien acompañado, por una clase dirigente, concejeros y comerciantes británicos. El guía era el imperio británico, por eso asaltar a dos naciones que vivían con los humos de la colonia y de sus minas, no era una gran empresa; se trataba de buscar la oportunidad y ella vino cuando el gobierno boliviano dictó una ley imponiendo diez centavos por quintal de salitre exportado.

Es que ahí empieza una guerra extractivita por los recursos naturales que poseía Bolivia: guano, salitre, cobre. Es gracias a esos recursos que Chile sale de nación pobrísima a una nación moderna, con industrias que atraerían emigración europea.

Bolivia nunca pudo levantar un ejército para combatir a los chilenos, ni unidos con el Perú se pudo. Chile que previamente se habían armado con rifles modernos, con una marina regular y con el apoyo de los empresarios británicos, entró al puerto de Antofagasta, hasta Calama sin ninguna complicación más que por algún patriota como Abaroa que en la agonía les dijo: ¡Rendirme yo, que se rinda su abuela Carajo!

Puede sonar a una tragicomedia, desde el mito de que no fuimos a defender el mar por festejar el carnaval, pero lo trágico es que Bolivia quedó encerrada en sus montañas después de la guerra del Pacífico. Ya no tiene mar.

Y terminamos hasta el día de hoy con el recuerdo del tratado de 1904.

Por Sergio Salazar Aliaga

Estudiante de Derecho y activista del proceso de cambio en Latinoamérica

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