Mercadeo y primera vuelta

Una de las mejores lecciones de mercadeo, -esta moderna técnica que ayuda a desatar en el potencial comprador lo que en los EEUU llaman “the compelling reason to buy”-, dice que el mejor negocio es el  que consiste en cobrarles poco a muchísimas personas, y a cambio no darles nada

Por Mauricio Becerra

11/12/2009

Publicado en

Columnas

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Una de las mejores lecciones de mercadeo, -esta moderna técnica que ayuda a desatar en el potencial comprador lo que en los EEUU llaman “the compelling reason to buy”-, dice que el mejor negocio es el  que consiste en cobrarles poco a muchísimas personas, y a cambio no darles nada.

Sin ser un especialista, me parece que las promesas electorales forman parte de los ejercicios aplicados de la lección de mercadeo. Prometer no cuesta nada, no entregas ni das nada. A cambio les cobras poco a muchísimas personas: apenas el voto.

En una elección a cuatro bandas hay por lo menos tres candidatos que pueden permitirse el lujo de prometer el oro y el moro visto que solo uno será elegido. E incluso el elegido, antes de serlo, puede prometer lo que le dé la gana: lo que entregue a  cambio, si lo entrega, no lo paga con plata suya.

Jacques Chirac dijo en alguna ocasión que las promesas electorales comprometen solo a quien las escucha. Una vez elegido, no faltan las razones para esquivar su cumplimiento: la coyuntura económica, la oposición de la derecha (de la otra derecha), el clima, el aumento del precio del petróleo, la baja del precio del petróleo, la inflación, el desempleo, las tensiones del mercado del trabajo, la floración de las añañucas…

Jorge Arrate hizo una proposición que no tuvo respuesta: dirigiéndose a Frei y a Enríquez, sugirió acordar las condiciones de un eventual apoyo mutuo en la segunda vuelta. Forma poco común de evitar las técnicas del mercadeo y del engaño. Esa propuesta cayó en el vacío.

Porque si te hacen firmar públicamente, -“ante notario” dice un amigo cansado de los incumplimientos presidenciales-, te será imposible eludir tus compromisos. Toda vez que un acuerdo de esta magnitud debe ir acompañado de un calendario de realización muy preciso.

¿Qué es lo que identifica claramente la candidatura de Jorge Arrate con relación a todas las otras? La voluntad de convocar una Asamblea Constituyente para ponerle término, definitivamente, a la institucionalidad heredada de la dictadura.

Nadie puede llamarse a engaño: la época de los cheques en blanco se terminó. El que quiera ser presidente con los votos de la Izquierda debe asumir, pública y  solemnemente, el compromiso de terminar con el entramado jurídico que hace de nuestro pueblo el simple objeto de la dominación oligárquica.

Votar por Jorge Arrate en la primera vuelta tiene ese sentido: devolverle al país su calidad de República democrática y al pueblo de Chile su calidad de único Soberano. Mientras más votos obtenga Jorge Arrate, más difícil será esquivar esa cuestión fundamental: la Asamblea Constituyente.

La Izquierda es responsable, no tiene ánimo de revancha: Busca un acuerdo que saque a Chile de la camisa de fuerza institucional en que la dejó prisionera la tiranía. Pero no basta.

El silencio de Frei y Enríquez les hará enfrentar ante la ciudadanía la responsabilidad del eventual regreso del pinochetismo al poder. Porque ya basta de cheques en blanco. Basta de mercadeo.

Salvador Muñoz

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