Muchos candidatos, pocas ideas

El lunes 19 de agosto pasadas las 21 horas el Servicio Electoral (Servel) cerró el proceso de inscripción de candidaturas a la presidencia llegando a dicha institución nueve presidenciables, la cifra más alta en la historia política de Chile

Por Leonel Retamal

28/08/2013

Publicado en

Columnas

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El lunes 19 de agosto pasadas las 21 horas el Servicio Electoral (Servel) cerró el proceso de inscripción de candidaturas a la presidencia llegando a dicha institución nueve presidenciables, la cifra más alta en la historia política de Chile. Este es un fenómeno sin parangón en nuestro país, salvo contados momentos en que la papeleta final congregó a cinco candidatos en 1932 y en 1958, y seis candidatos en 1993 y 1999. Si bien el Servel tiene algunos días para determinar si todas las candidaturas están en regla, aun cuando alguna de ellas se caiga por cuestiones formales, seguirá siendo una contienda política con bastantes aspirantes al sillón presidencial. Sin embargo, este abanico de candidatos plantea tres cuestiones interesantes a debatir. Lo primero tiene que ver con la capacidad de entregar el mensaje de sus principales ejes de programa a una sociedad más exigente y más informada. El segundo punto tiene que ver con que, aquellos candidatos que tienen mayores ventajas electorales logran aumentar sus menciones en los medios y con ello posicionamiento mediático, alcanzando notables ventajas electorales de aquellos que no pueden estar en televisión. Finalmente, si bien la existencia de mayores candidatos hace atractivas las campañas y entrega diversas visiones de país, esto confunde a los electores y debilita la calidad de la democracia.

Originalmente los debates televisivos son el espacio predilecto de los candidatos para dirigirse al voto duro, pero principalmente le hablan a los electores que están indecisos por quien votar en una elección presidencial. Además, este ejercicio se hace muy interesante para la comparación de ideas entre pocos candidatos, pero en el caso de los nueve que se inscribieron esto puede confundir más que aclarar, perdiendo el debate electoral todo tipo de efectividad.

Normalmente y bajo un sistema de mercado como el nuestro en que los tiempos son bastante restringidos, la mayoría de las personas esperan los debates para informarse de las propuestas que harán sus candidatos. En este escenario, el presidenciable que lidera las encuestas, le favorece la existencia de muchas voces que le impidan interpelarlo (a) y el que va segundo pide debates con el primero para acortar distancias. Matthei hizo esta petición, lo que responde a esta reflexión y por cierto, a una preocupación política.

Claramente las candidatas de la concertación y la alianza son las que más minutos acaparan en los mass medias, siendo un elemento clave en la competencia electoral y que ayuda bastante a la hora de definir el nuevo presidente de la república. Esta situación deja en desventaja absoluta a quienes esperan disputarle el espacio político a los dos grupos con más maquinaria política, y que se ven perjudicados al no contar con las mismas apariciones en los medios escritos y televisivos que los candidatos del establishment. Ahora bien, desde un punto de vista de la calidad de la democracia, esto de tener una serie de candidatos imposibilita que desde la sociedad civil haya un estricto control al cumplimiento de las promesas de campaña. Es decir, la amplia gama de candidatos más que ordenar las ideas, genera todo lo contrario, y se convierte todo en un desorden de propuestas de quien tiene la panacea para los problemas que aquejan al país.

Como se dice en ciencia política, esto impide que se ejecute el “accountability” o rendición de cuentas, que busca que los candidatos que ganan elecciones, cumplan con lo prometido ante su electorado. Esto, con nueve candidatos, se hace complejo, porque no se tiene claridad de que todo lo prometido en una campaña se cumpla definitivamente. Ciertamente esto le resta importancia al programa, fortalece a los candidatos que marcan preferencia en las encuestas y desorienta a quienes esperan mayor claridad de los contendores.

Por Máximo Quitral

Historiador y politólogo del Instituto de Estudios Internacionales, INTE, Universidad Arturo Prat

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