OPINIÓN

Nueve reflexiones en torno al conflicto en La Araucanía

"Cree usted que un pueblo, un grupo humano, con una lengua común, una historia común, una tradición común y un territorio común, es sujeto de derechos civiles?". Esta es la interrogante que plantea el historiador Francisco Píriz y que resume a su juicio el conflicto, la violencia y el desafío de la diversidad en nuestro país.

Por mauriciomorales

28/04/2016

Publicado en

Chile / Columnas / Derechos Humanos / Portada

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No creo sea necesario entrar en detalles. Usted y yo lo conocemos, todo Chile ha oído hablar de él y de los mitos, verdades, leyendas, batallas y rivales que lo hacen EL conflicto más relevante en nuestro país.

Pero, y a pesar de que ya se arrastra por largas décadas, el nivel de ignorancia, odiosidad y miopía frente al mismo me han dejado sorprendido, y me ha llamado profundamente la atención el escaso entendimiento que se tiene de la situación que se vive hoy en La Araucanía. Y, más doloroso aún, nadie ha querido, existiendo toda la información disponible para ello, informarse y opinar desde la verdad y la objetividad. Escuchar hablar a nuestros parlamentarios y políticos sobre este tema da pena, y espero usted no sea como ellos.

Por eso es que he querido dejarle acá algunas breves reflexiones que lo ayudarán a entender de qué estamos hablando, para que no repita barbaridades en la sobremesa ni se crea todo lo que le dicen.

Primero, el mal llamado conflicto mapuche es actual: los abuelos de los ancianos de hoy nacieron en un Wallmapu libre, y el recuerdo de la Ocupación hasta hoy está vivo en el imaginario colectivo mapuche. Imagínese que Bolivia perdió el mar en la misma época y no lo han olvidado todavía. Es más, muchos de los reclamos de tierras tienen que ver con acciones de despojo sucedidas en la contrarreforma agraria llevada a cabo en dictadura. Por lo que, para muchas comunidades, el conflicto no tiene más de cincuenta años.

Segundo, usted debe entender que el escenario del conflicto, la Araucanía, desde la Ocupación fue una tierra de violencia y desencuentros, nuestro propio “far south” criollo. En una misma zona en tensión han debido “convivir” colonos, chilenos y mapuche. Cada uno con sus costumbres, idiosincracias, visiones de mundo y de un “otro” ajeno. Si usted nació del Bío-Bío hacia arriba, ese problema sus antepasados no lo tuvieron desde mediados del siglo XVI.

Tercero, efectivamente hay conflictos por la tierra y el territorio que datan desde la desprolija y nefasta parcelación y remate de terrenos que hizo el Estado a principios del siglo XX, y posteriormente agudizados por la contrarreforma agraria realizada en dictadura. Lo que usted probablemente no sabe es que tanto los Títulos de Merced indígenas como todos los datos referidos a los deslindes y territorios entregados a colonos han sido investigados, analizados y sistematizados por varios investigadores, siendo la Comisión de Verdad Histórica y Nuevo Trato la que hizo la más completa labor. Por ello, hoy es más fácil saber qué territorios fueron usurpados, qué reclamaciones podrían no tener validez y qué pertenece a quién. A pesar de lo que nos quieren hacer creer, ¿ve que ya hay una base para avanzar en una solución?

Cuarto, la prensa que usted lee ha querido mostrarle un conflicto entre grupos terroristas y los pobres agricultores y las forestales. Y quien habla del conflicto suele tomar, injustamente, partido por uno de los dos lados. Pero la realidad es que el conflicto afecta a toda la sociedad de la Araucanía, y cada uno es responsable. Efectivamente se han cometido históricas injusticias contra los mapuche, los más pobres entre los pobres del sur; pero su respuesta ha afectado también a agricultores, colonos, chilenos, mapuche y todos quienes viven en la zona. Por eso es que el conflicto es más complejo que terroristas y pobres agricultores asustados. Eso, créame, no es más que una simplista caricatura mostrada desde hace décadas por un diario, que tiene muy claro a quién busca defender.

Quinto, Chile es un país racista. Y somos una sociedad racista. Quien no lo vea es, por falta de una mejor palabra, hueón. Y, lamentablemente, en este particular caso el racismo ha hecho un enorme daño en la Araucanía. Porque el racismo que nosotros demostramos día a día, los carabineros lo hacen carne en cada allanamiento, cada tortura, cada apaleo y detención ilegal de mapuche. Y después quienes pagan por la revancha son quienes viven en la zona. Si usted no me cree, pregúntese por qué desde todo Chile se exige a gritos la aplicación de la Ley Antiterrorista al quemar un camión forestal, que en realidad a nadie le importa mucho, pero cuando queman un bus del Transantiago nadie dice nada. Si eso no es racismo…

Sexto, déjeme decirle que lo que usted o yo pensemos de los mapuche da igual para solucionar el conflicto. ¿Usted de verdad cree que los neocelandeses veían como iguales a los maoríes? ¿O modernos, desarrollados, dignos de su reconocimiento? El problema es que nosotros opinamos desde el prejuicio: “es que el mapuche es flojo, borracho, tala
todo”. ¿Y? ¿Qué nos importa a nosotros lo que ellos deseen hacer con sus tierras? Imagínese que los países no quisieran hacer tratados con nosotros por los prejuicios que de nuestra gente se tienen: “es que los chilenos son pillos, frescos, siempre buscan la plata fácil”. ¿Y? ¿Qué les importa cómo somos los chilenos? Si buscamos soluciones desde nuestros prejuicios nunca llegaremos a buen puerto, por lo que a la hora de opinar ruego deje sus ideas preconcebidas fuera. Créame que son una de las mayores causas para que este conflicto se perpetúe. Sólo le pido respeto, para ambos lados. Es la única manera de avanzar en una solución.

Séptimo, en Chile aún hay gente que cree que somos todos iguales. De norte a sur, todos chilenos, todos los mismos. Creo yo humildemente que no pueden estar más equivocados: somos un país diverso, en paisajes y en gente. Y yo quiero creer que esa diversidad es una de nuestras mayores riquezas. Puede gustarle o no, pero hay un “otro” (léase mapuche, rapa nui, atacameño, diaguita, inmigrante, o quien usted considere un “otro”) que se siente distinto, piensa distinto, tiene una lengua y una historia distinta. Incluso tradiciones distintas. Tal como “amablemente” les hemos pedido que sean chilenos, y lo son, no sería muy complicado la verdad reconocerles su diversidad, su “otridad”. Ganamos todos, ¿no lo cree?

Octavo, el conflicto en la Araucanía es el ejemplo más dramático de la crisis que vivimos como sociedad, y en donde el modelo instaurado en dictadura ha empezado a resquebrajarse. Hoy muchos, y me cuento entre ellos, no creemos en un crecer más. Creemos en un crecer bien, respetuoso de la diversidad y sustentable con el medio ambiente. Pero hoy sigue siendo más importante un pino o un camión maderero que la dignidad humana de mapuche, colonos y chilenos en la Araucanía. Y en muchas partes de Chile el mismo conflicto se repite. ¿Sabía usted que hoy hay más carabineros custodiando el negocio forestal que resguardando a la población? Si no me cree, pregúntele al Alcalde de Tirúa. Hoy los mapuche, querámoslo o no, nos están haciendo repensar cómo queremos seguir construyendo Chile, y el llegar a acuerdos y buscar soluciones inclusivas es urgente.

Noveno, ¿usted sabía que por más de 200 años españoles y mapuche, con todas sus desavenencias, no sólo lograron parlamentar y llegar a acuerdos, si no que se reconocieron en sus diferencias y se aceptaron? De hecho, en Quilín en 1641 la Corona Española reconoció la existencia de un pueblo mapuche al sur del Bío-Bío, con lengua, leyes y  territorio propio. ¿No le llama la atención que hace 200 años el diálogo fue posible y hoy no? Lo que la historia nos enseña es que, para ganar, también hay que perder. Y aquí hay gente que no quiere perder nada. Poder, dinero, tierras, influencia. Así es imposible llegar a una solución. Mientras, nuestro brillante Estado, en sus sucesivos gobiernos, decide hacer uso de la salida más fácil: más carabineros, más violencia, más represión. Y, en esa, llevamos décadas perdiendo todos como país. Hay gente que abogará por un nuevo Wallmapu; otros por una zona de autonomía; otros por la entrega de tierras. En realidad eso todavía no urge, porque ni siquiera hemos sido capaces de aceptar nuestra diferencia y sentarnos a conversar. Mientras tanto, mapuche son torturados y apaleados y muchos colonos y chilenos viven aterrados por su trabajo y sus vidas.

Por último, quiero dejarlo con una pregunta para que la converse con la almohada. Todo este conflicto, la violencia, el desafío de la diversidad, todo se resume en una pregunta: ¿cree usted que un pueblo, un grupo humano, con una lengua común, una historia común, una tradición común y un territorio común, es sujeto de derechos civiles? Misma pregunta se han hecho muchos países ya. Nueva Zelanda, España, Colombia, México y Estados Unidos son algunos. Yo creo que sí. Me guste o no me guste, creo que sí. Ahí está la pregunta clave. Y nuestros políticos y nuestra miope elite están cagados de susto de hacernos esa pregunta. Porque saben que este Chile no es de ellos ya. Este Chile sin odio, sin racismo, sin violencia. Este Chile diverso, chileno, mestizo e indígena.

Francisco-Píriz

Por Francisco Píriz
Viajero e Historiador
www.chilesobreruedas.com

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