“Para algunos es una simple planta, pero para mí es un milagro”

Cuando Javier supo que Daniel estaría por el barrio, le dijo a Paty, (su mamá), “tenemos que hablar con él”. Daniel, que es candidato a la presidencia, estaba haciendo un puerta a puerta en Puente Alto. Javier no es candidato a nada. Tiene doce años, padece parálisis cerebral y su familia lo trata con cannabis, que le ha ayudado a tener una vida feliz y activa.

Por El Ciudadano

07/07/2021

Publicado en

Chile / Columnas

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Por: Pablo Padilla

Cuando Javier supo que Daniel estaría por el barrio, le dijo a Paty, (su mamá), “tenemos que hablar con él”. Daniel, que es candidato a la presidencia, estaba haciendo un puerta a puerta en Puente Alto. Javier no es candidato a nada. Tiene doce años, padece parálisis cerebral y su familia lo trata con cannabis, que le ha ayudado a tener una vida feliz y activa.

Mientras Javier le dice a Paty “quiero ir con el polerón de los presos de la Revuelta”, Paty piensa también en abrigarlo con más ropa debajo de la prenda. Hace frío en las mañanas de Puente Alto, y no quiere que Javier se resfríe. Le está yendo muy bien en el colegio, Javier es inquieto, despierto y divertido, y sus compañeros de 6° Básico lo quieren y respetan. Ha podido avanzar aún con su enfermedad, y sería injusto que un simple resfrío lo aleje de sus clases online y sus amigos.

Salieron a la calle cuando todos estuvieron listos. No es primera vez que salen juntos a actividades y a movilizaciones. Años ya que la familia completa asiste a marchas por el derecho a cultivar cannabis para Javier. No quieren ser tratados como delincuentes. Javier sabe que la planta ha sido clave para que su vida sea de una tierna y comprometida normalidad. Lo sabe tan bien, que le habla a quien quiera escucharlo sobre la Ley Cultivo Seguro y lo importante que es aprobarla.

Justamente de eso es de lo que le habla a Daniel cuando se encuentran a una cuadra de su casa. Desde su silla de ruedas, Javier le tiende los brazos y le dice “quería hablar contigo”, tuteándolo con confianza. “Necesitamos que nos apoye para que nos dejen de perseguir por plantar”. Daniel lo escucha con atención. “Para mí esto fue un milagro, y el milagro se llama cannabis. Para algunos es una simple planta, pero para mí es un milagro”. Las personas que observan la conversación, toman fotos y graban. La emoción desborda el momento.

Daniel se conmueve, sus ojos brillan al sentir la claridad de Javier en sus palabras. Desde sus doce años de edad, Javier le entrega el simple testimonio de una familia que ha encontrado alivio y esperanza en el cultivo de una planta ancestral. Daniel entiende que no es posible seguir tratando a personas como Javier o Paty como criminales. Daniel, antes incluso de hablar con Javier, sabe que son miles las familias que han seguido este camino y que esperan solamente tener paz y esperanza para seguir tratando a sus seres queridos con cannabis.

La conversación de Daniel con Javier y Paty fue mucho más larga que eso. Paty le contó cómo ella es parte de la gente organizada que en los barrios levanta ollas comunes y distribuye ayuda social. También le cuenta que ella, como millones en todo Chile, salió a manifestarse desde el 18 de octubre. Y que lo hizo por Javier y por todos los niños de Chile, que se merecen un futuro mejor y no sólo una salud y una vida entregada al lucro del mercado.

Daniel tenía que seguir con su puerta a puerta, así que se despidió de la familia, con mucha emoción y una enorme sonrisa en los labios. “Nos volveremos a ver”, le dice Javier, con la certeza con la que siempre habla. La determinación de seguir siendo lo que es: un niño feliz, un niño optimista, un niño seguro de si mismo. Un niño que vive y sueña desde los poderes de una planta ancestral. En la despedida, Daniel se acerca a Paty y le dice, “claramente ustedes son pacientes y no delincuentes”. La abraza y se aleja en medio de la gente.

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