Paraguay: La historia vuelve a repetirse

El presidente Fernando Lugo, ha sido destituido de su cargo por decisión del Senado paraguayo compuesto por un reducido número de honorables en su gran mayoría pertenecientes a los partidos de derecha

Por seba

03/07/2012

Publicado en

Columnas

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El presidente Fernando Lugo, ha sido destituido de su cargo por decisión del Senado paraguayo compuesto por un reducido número de honorables en su gran mayoría pertenecientes a los partidos de derecha.

Nada nuevo bajo el sol, como dice el tango: la historia vuelve a repetirse.

Al igual que en Guatemala de los años 50 con Jacobo Arvenz, luego con Joao Goulart en Brasil en los años 60, Salvador Allende en Chile, recientemente Zelaya en Honduras, Fernando Lugo ha sido derrocado por una coalición de terratenientes, banqueros y poderes fácticos bajo las órdenes del aparato de dominación Norteamericano, brazo armado del capital transnacional.

Que esta vez haya sido “legal del punto de vista constitucional”, no lo hace diferente, solo demuestra que la Constitución está hecha a la medida de aquellos que realmente detentan el poder, más allá de los Presidentes de turno.

Lo hecho por el golpismo no sorprende, lo que sorprende es que los que dicen estar del otro lado del dominio imperial, las fuerzas progresistas, después de tantos porfiados hechos, continúen apostando a procesos insertos en la institucionalidad de las clases dominantes, pretendiendo desde allí lograr cambios que favorezcan a los oprimidos.

¿Por qué Cuba, con todas las salvedades que hoy nos embargan, no ha caído bajo las garras de sus coterráneos avecindados en Miami aliados incondicionales del gran capital transnacional? Simplemente porque hizo una revolución adecuada a las condiciones de aquella época, sin pedirle permiso a nadie, que refundó el Estado en beneficio de las grandes mayorías y fueron esas grandes mayorías las que participaron activamente en el proceso de cambios.

¿Hasta cuándo las llamadas fuerzas progresistas del mundo seguirán apostando a procesos inconducentes cuyo costo en vidas, sacrificios y sus consecuencias la pagan los pobres?

¿No será hora que la corten de actuar a nombre del pueblo ofreciéndole quimeras mil veces fracasadas? O mejor dicho ¿No será hora que los pueblos dejen de escucharlos y sean los propios pueblos los que asuman en sus propias manos su propio destino?

Por Alfredo Saieg Lues

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