Política y espiritualidad

La mecánica y la física cuántica han abierto con fundamento las puertas a la existencia de otras dimensiones, y por ello a otros planos de la existencia humana, nos empuja a tener que asumir la actual realidad racional como sólo una pequeña muestra del universo y sus infinitas posibilidades de realidades

Por seba

07/05/2013

Publicado en

Columnas

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La mecánica y la física cuántica han abierto con fundamento las puertas a la existencia de otras dimensiones, y por ello a otros planos de la existencia humana, nos empuja a tener que asumir la actual realidad racional como sólo una pequeña muestra del universo y sus infinitas posibilidades de realidades. Esto sostiene a la creencia filosófica que somos seres duales, materia y espíritu y de ello no cabe duda pues todas y todos en algún momento hemos experimentado planos de percepción alejados de la dimensión que asumimos como “realidad”; el amor, la alegría, la pena, el odio o la esperanza son planos existenciales que van más allá del nivel de conciencia sobre la materia, entrando en un espacio que responde a otras lógicas dimensionales que no son propiedad de la racionalidad, pues abordan el estado de -sentir- de manera tal que en ese instante somos lo que se siente o lo se percibe en ese mismo instante sin tiempo, dejando fuera el “ser” de la conciencia racional para pasar a un -ser del sentir-. La meditación es una cualidad inherente a la especia humana, es nuestra capacidad de desconectar la razón consciente (aquella que -interpreta- las percepciones sensoriales para dar sentido humano/racional a la existencia) para permitir un estado en que los sentidos se aborden a sí mismos como una -conciencia sensorial- sin la vigilancia de la razón y por consecuencia, es una realidad en que abandonamos nuestro ego. En otras palabras, la meditación es el paso de nuestra consciencia racional (aquella que interpreta y construye la realidad) a una consciencia sensorial, que es otro el plano dimensional de la existencia humana, pues salimos del plano de la -mente- para saltar al plano de -lo sentido-, a la dimensión de nuestra existencia que se compone únicamente de las sensaciones.

Ahora mismo podemos intentarlo si es que lee esto en un lugar tranquilo, podrá usted ahora mismo concentrarse en la sensación de estar sentado, de poner la mirada interna únicamente en la sensación de sentir que está sentado, cierre los ojos por unos minutos, concéntrese en LA sensación, no piense nada y manténgase ahí respirando con mucha calma y concentrado en lo que siente… vamos hágalo, yo espero.

…Raro?… diferente?… agradable no cierto?

No todas las personas son capaces de abordar esta dimensión metafísica de la existencia. Motivos son varios, pero el principal es la hegemonía cultural del actual modelo de sociedad que prefiere tendenciosamente el abordaje material de la existencia. Las consecuencias están a la vista, altas tasas de depresión, enfermedades psiquiátricas, estrés, dificultad para formar sociedades de confianzas y tolerancia, abundante violencia en toda la amplitud de su concepto, superficialidad en la existencia, etc. No cabe duda que mejorar nuestra condición material no ha logrado que el ser humano haya podido avanzar sin violencia sus cambios civilizatorios y en propagar una existencia feliz en la mayoría de los individuos que componen nuestra civilización. Incluso hemos llegado a desarrollar drogas sintéticas, sustancias químicas que provocan alteraciones cerebrales, para mantener a los individuos en equilibrio con el molde de la actual realidad, drogas que apagan las percepciones de los sujetos (como el metilfenidato o “Ritalín”) como otras que prácticamente “anestesian” los centros cerebrales de la emociones (Antidepresivos). En ver de abordar las fuentes metafísicas de los desequilibrios existenciales, la humanidad tiende a negar el origen espiritual de los trastornos psíquicos/emocionales.

Antiguas civilizaciones, anteriores a la era moderna, comprendieron esta dualidad humana; en la India, en China y en Centroamérica se desarrollaron culturas dedicadas a avanzar tanto material como espiritualmente, haciendo uso de la meditación como mecanismo de expansión de la consciencia. Algunas culturas utilizaron (utilizan) sustancias naturales que abren puertas sensoriales que por lo general permanecen cerradas dentro de la consciencia racional dominante, aumentando con ello el nivel de percepción de la realidad. Crean un espacio facilitador que permite que las sensaciones se expresen sin intervenciones interpretativas. Estos Enteógenos han coexistido con la especie humana desde que se formó la especie misma y ello no es una afirmación antojadiza, es simple relato de la evidencia científica que cada uno de nosotros tiene receptores específicos y únicos para ciertos tipos de sustancias que sólo llegan a nuestro organismo mediante su incorporación externa.

Hace algunos meses, un médico psiquiatra fue detenido, procesado y castigado por la actual ley de drogas pues tenía siete plantas de Cannabis en una parcela donde realiza tratamientos a sus pacientes mediante el uso de enteógenos. El Dr. Milton Flores rechazó las salidas que le ofrecía la fiscalía para evitar el juicio, pues él quería el vivir el proceso de defensa y decirle al poder judicial que estaba en su derecho constitucional de desarrollar su espiritualidad en absoluta libertad. Este noble acto de desobediencia civil es un ejemplo de la gran cantidad de usuarios responsables de Cannabis que hoy están condenados como delincuentes; estudiantes, trabajadores y profesionales que cultivaban sus propias plantas (única forma de no caer en manos de un narcotraficante) han sido humillados mediáticamente y usados políticamente como una (inútil) muestra que se combate la delincuencia ligada al narcotráfico.

La marihuana no es una sustancia inocua para todos los tipos de cerebros, pacientes con graves trastornos psiquiátricos deberían no usarla, o usarla con moderación, pero en la gran mayoría de los cerebros no causa ningún daño neuronal, sólo en experimentos in-vitroy con una demencial cantidad de cannabis (niveles inalcanzables en el cerebro humano) se ha podido demostrar muerte de tejido nerviosos. Este -modulador- de la comunicación neuronal, que no provoca dependencia física, es una sustancia menos dañina que el alcohol y el tabaco. En otras palabras no existe un criterio científico que explique por qué ésta es ilegal y otras más nocivas no lo son. No cabe duda, acá la decisión es política.

Así como no existe el derecho en Chile de usar herramientas naturales (enteógenos) como facilitadoras de desarrollo para nuestra exploración metafísica, no existen como garantías básicas de desarrollo civilizatorio, otros derechos mínimos para poder ser seres equilibrados y felices; los padres no tienen el derecho de estar con sus hijos e hijas porque deben trabajar 10 hrs diarias para poder sobrevivir, no existe el derecho de pensar y decidir libremente nuestra propia moral por la fuerte influencia religiosa que tiene nuestro Estado y no existe el derecho a poder desarrollar las artes si no tienes el poder económico necesario.

En un mundo donde el ser humano se ha cosificado a tal punto que sólo se cree que la existencia consiste en el poder de poseer cosas y que el éxito radica en la capacidad de dominar, la lucha por los derechos individuales toman un matiz de cruzada libertaria de extrema urgencia, pues trata de batallas entre los que buscan la liberación de los estereotipos actuales de qué es el buen vivir y el desarrollo integral v/s los que buscan contener las necesidades metafísicas de la existencia, pues ello sería fatal para el montaje materialista que han construido en los últimos 60 años.

Hoy es necesario que la política aborde lo metafísico del desarrollo humano, de nuestra necesidad afectiva como un elemento sustancial la existencia de nuestra especie. La política y el debate en torno a ella, debe abrir la mente a otras realidades y dimensiones, pues así como la mecánica cuántica expone con claridad que es viable que existan universos paralelos al nuestro, es una realidad que existe -lo humano- en un espacio diferente a lo material, una existencia psíquica y metafísica que debe ser atendida como una necesidad fundamental, y con ello debe trabajarse sobre las herramientas que nos entrega la naturaleza para avanzar en la conformación de nuestra consciencia de manera integral, de manera tal que podamos comprender que existe una dimensión real para el amor, para la felicidad, para la empatía y para ver a los demás como parte de la magia que es existir en este universo que vagamente conocemos.

¡NO MÁS PRESOS POR PLANTAR!

Por Francisco Córdova Echeverría

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