Por qué Izquierda

Por qué izquierda, qué izquierda, izquierda para qué. A quienes erguimos las banderas de este sector, estas preguntas nos las hacen con frecuencia. Y en buena hora. En medio de la actual confusión política, la reivindicación de este claro concepto es incomprensible para quien prefiere el travestismo y el maquillaje con conceptos ambiguos, confusos e imprecisos como el “progresismo”. “No hay que perder el tiempo en proyectos de transformación, hay que hacer pesca de arrastre”, dicen. Porque da mayor rentabilidad electoral. Juzgue usted la lógica de ese pensamiento. Este debate sería de interés masivo si no fuera por el ínfimo detalle de encontrarnos en Chile. No lo digo con ironía. Nuestro país es el resultado del triunfo de una masiva despolitización. El sueño de Franco implementado por su admirador, Jaime Guzmán, cosecha éxitos en Chile. De ahí que las preocupaciones de sus herederos por la desafección política sean tan poco creíbles. ¿A quién pretenden engañar diciendo que les preocupa la falta de participación si diseñaron esta institucionalidad para secuestrar la actividad política de las grandes mayorías?

Reivindicar la Izquierda responde a la necesidad de darle vida al sueño democrático. Reinsertar a la ciudadanía en la sociedad en que vive. Una sociedad en la que los conflictos que la cruzan se resumen en una contradicción principal: La que separa a los herederos asumidos del legado institucional y económico de la dictadura, de la inmensa mayoría del pueblo de Chile que paga las consecuencias. Oposición entre beneficiarios y víctimas. Las fuerzas que luchan en Chile para que nadie tenga poder de veto sobre el pueblo son la Izquierda, como lo fueron al nacer la República moderna con la Revolución francesa de 1789. “A la derecha los partidarios del Veto del rey, a la Izquierda los partidarios de la Soberanía del pueblo”. Así consagraron el nacimiento de la Izquierda los Estados Generales que se transformaron en Asamblea Constituyente.

¿Quién, sino la Izquierda puede derribar, definitivamente, la institucionalidad impuesta por los gremialistas y los Chicago boys gracias a la fuerza de las armas? ¿Hay un concepto más representativo de lo que debe inspirar la fuerza que la supere? Nuestra acción busca abrir esta discusión que Jaime Guzmán y sus secuaces quisieron cerrar para siempre. Al reivindicarnos como esa Izquierda, con ese contenido, con el vigor de esa idea, expresamos nuestra visión de las fuerzas políticas y sociales de Chile.

Si no es ahora, ¿Cuándo? ¿Si no somos nosotros, quién? Pretextos para esperar una eternidad es lo que nos ofreció la Concertación, consolidando así la ignominia y la infamia. “No se puede hacer más”, léase Chile está condenado a vivir en una dictadura disfrazada de democracia, “la dictadura perfecta”, como dice el sociólogo Felipe Portales. Caballa en vez de atún, gatos por liebres, conservadores reaccionarios con etiqueta de socialistas.

La dispersión alimentada por los traumas y los egos de nuestra historia reciente, y la esterilización del movimiento social, sólo serán superadas por una fuerza enraizada en la realidad del siglo XXI. Están naciendo los Voltaire, los Montesquieu, los Rousseau de nuestros tiempos. Los partidos únicos, homogéneos, graníticos, pertenecen al pasado y nuestro mayor potencial es nuestra heterogeneidad, porque la sociedad es diversa y la asumimos como tal. Y porque somos la prolongación de otros combates, reconocemos como nuestras las luchas de quienes nos precedieron en la Historia.

¿Hay otro concepto que integre todas las identidades de nuestras culturas socialistas, de pueblos originarios, del combate obrero y sindical, de los movimientos latinoamericanistas, de los estudiantes, las feministas y los antirracistas, de los ecologistas, los cristianos, los laicos, los racionalistas y todos los demócratas que luchan por abrirle las puertas a la libertad? ¿Hay otro concepto que permita mirar con tanta consistencia el futuro? Somos la Izquierda.

Por Salvador Muñoz

Politika, primera quincena enero 2010

El Ciudadano N°94