Pulso Sindical Nº 231

Del 2 al 8 de abril de 2014

Pulso Sindical Nº 231

Autor: Wari

Manuel AhumadaEn el movimiento sindical hay distintas formas de ver la organización y la lucha, por la misma razón es que existen diversas estructuras, incluso dos o más en un mismo sector de trabajadores.

Sin embargo todas ellas tienen al menos un par de elementos en común. La falta de solidaridad y el olvido.

En efecto, muchos son los organizados que entran en conflicto con su patrón pero muy pocos los que reciben el apoyo efectivo de sus pares, ya sea en visitas en el lugar del conflicto o algún tipo de ayuda que les permita sostener su movilización.

Muchas son las páginas web y los blog que pululan en el Internet, pero la mayoría de ellos no están actualizados y casi ninguno dedica su atención a la difusión de los conflictos o los problemas que afectan a los trabajadores y al pueblo en general.

Un solo ejemplo grafica lo anterior.

El terremoto en el norte fue grande, hubo pérdidas humanas y una gran cantidad de damnificados, pero el movimiento sindical no ha tenido una expresión de solidaridad amplia y unitaria, salvo los contactos directos de algunas organizaciones, como la nuestra, con sus afiliados, pero incluso eso ha sido insuficiente.

Es cierto que se tomó contacto casi inmediato con los sindicatos, que se averiguó si había damnificados, problemas en los lugares de trabajo o en los hogares, pero recibidas las respuestas –por suerte favorables- nos quedamos tranquilos como si nada hubiera pasado, como si los miles que están sin hogar y con limitaciones en su diario vivir no fueran nuestra preocupación.

Y claro, reclamamos airadamente por el show que hacen en la televisión, por la aparición en cada una de estas desgracias del guatón Francisco y otros buitres y sin embargo poco o nada hacemos por estar al lado de nuestro pueblo en desgracia.

Como para las elecciones, criticamos lo que hay, damos opiniones pero no avanzamos en ninguna propuesta. Después nuestra gente elige a los mismos de siempre y lo único que nos contenta es que aumenta el número de abstenciones, como si con eso estuviera cumplida la tarea.

Con la memoria sucede otro tanto. A lo mucho en el movimiento sindical nos recordamos de grandes líderes como Recabarren o Blest y el recuerdo es ahí no más, porque muchas veces el actuar no guarda relación con lo que difundieron estos grandes dirigentes, ya que es harto el discurso pero deficiente la acción.

No pasa lo mismo con nuestros propios dirigentes o socios destacados, que la mayor parte del tiempo pasan al olvido, sin la más mínima mención al rol que jugaron.

La organización en la que militamos es fruto del esfuerzo y el sacrificio de muchos y muchas, que descuidaron hogar, familia y lo dieron todo porque se pudiera estructurar ese espacio de respuesta a la prepotencia de la patronal, esa escuela formadora de líderes sindicales, de colaboradores abnegados que sin importar el lugar que ocuparan estaban prestos a entregar propaganda, llevar los lienzos en las marchas y sacar plata de su bolsillo, cuando era necesario, para el desarrollo de cualquiera iniciativa que tenía por objeto apoyar a la clase.

¿ Y cuánto los recordamos?

Tal parece que las organizaciones no tuvieran historia, que aparecieron de repente de la nada y que a veces se pierden de igual manera.

Uno de los objetivos declarados del Pulso Sindical fue recordar las luchas y los luchadores, fustigar las conciencias, motivar la participación, promover la convicción que nos asiste de que es de las bases de donde sale todo y que estas bases serán más o menos activas y conscientes según y como opere la dirección de la organización, dirección que no siempre cumple con el mandato que le fue entregado.

Creo que es solo desde la historia que se puede renacer, que se debe sacar enseñanzas de las luchas de décadas dadas por los que estuvieron antes que nosotros.

Por eso nunca hemos olvidado a los nuestros y no necesitamos de fechas especiales para hacerlo, es simplemente que son parte de la CGT y están siempre en la memoria.

En estos días supe que se va apagando la luz de ese gran viejo que se llama Juan Muñoz Canales. Un maldito cáncer lo hostiga y ataca, avanza y retrocede, lo lleva al hospital resiste y sale, pero lentamente le van faltando las fuerzas. Así y todo, resiste.

Juanito fue un don garzón, conocedor de su pega, defensor de la dignidad de su oficio, enemigo acérrimo de los ganapanes que siempre van por ahí entregándose por cualquier moneda, luchó porque el % legal y las propinas fueran en apoyo también de quienes ayudaban a que la pega del garzón saliera de primera.

Nunca dio limosnas, siempre apoyó a los que estaban bajo él en esta cadena de explotación.

Socio disciplinado de su Sindicato, nunca aspiró a un cargo ni necesitó ser parte de una directiva para luchar por los derechos del trabajador. Respetó a todos y exigió ser respetado como el trabajador que era, no aceptando jamás otras cuestiones que no fueran aquellas que había pactado en el contrato de trabajo.

Junto al Pancho Venegas salieron a gritar contra la dictadura cuando todavía muy pocos se atrevían, y si necesitaban “pegarse unos pencazos” para darse ánimos, lo hacían y se subían a los escaños del paseo Ahumada a entregar su mensaje de lucha y compromiso.

Estos dos viejos garzones que nombro, me ayudaron a ser lo que soy en el trabajo sindical, se dieron el tiempo para enseñarme el oficio y contarme la historia, fueron grandes pilares cuando, aún joven, decidí luchar contra el alcoholismo y hasta el día de hoy se muestran interesados y preocupados de mi quehacer.

¿Cuántos Muñoz y Venegas hay en las organizaciones y cómo se les recuerda?

Yo creo que es bueno decirles ahora a estos viejos, cuando están cuerdos y conscientes, lo importante que fueron. Contarles que la semilla que sembraran está dando frutos y que esa organización pequeñita, con patitas de palillo que apenas se sostenía en pie, hoy se para firme y tiene opinión, y construye para su futuro, va creciendo en todo el país lenta pero sostenidamente.

Al cierre, pedir un favor a todos quienes leen y distribuyen el Pulso. Necesito saber de la familia de René Rosales Peña, un compañero que por años vendió empanadas de pino y queso en el Bar El Rápido, que fue injustamente olvidado por la dirección de nuestra organización y a quien deseamos entregarle el reconocimiento que se merece, algo que no pudimos hacerle en vida.

Honor y Gloria a todos estos desconocidos héroes obreros.

Por Manuel Ahumada Lillo

Presidente C.G.T. Chile


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