Rayüncita por siempre

Es un día de viernes 11 de mayo y Rayün Cuerpo Escobar, de cuatro años de edad y a una semana de cumplir los cinco, camina de la mano de su madre por la comuna de Ñuñoa en donde reside

Por Wari

27/07/2012

Publicado en

Columnas

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Es un día de viernes 11 de mayo y Rayün Cuerpo Escobar, de cuatro años de edad y a una semana de cumplir los cinco, camina de la mano de su madre por la comuna de Ñuñoa en donde reside. Además, va con ella su hermano de ocho años llamado Newen y una amiga de la mamá. Cruzan la calle por un paso peatonal debidamente señalizado que está en Avenida Irarrázabal y Enrique Concha. Es la una de la tarde, y hasta ese momento Rayün es solamente su sonrisa, su amor por sus padres y hermano, su alegría tan típica de las niñitas y los niñitos de esa edad que por el solo hecho de existir dan saltitos tomados de la mano de mamá. Eso es lo que exactamente hace ella. Da un saltito acompañada de la mano de su madre. Es su último saltito.

Repentinamente y circulando a exceso de velocidad surge adelantando por el carril derecho un vehículo. Golpea a Rayün y la arrebata de la mano de su madre lanzándola a varios metros. Allí quedó Rayún, con paro cardio-respiratorio. Cuatro horas después se le diagnosticó muerte cerebral. Al día siguiente su alegre corazoncito dejó de latir.

El conductor, un joven estudiante de 23 años se dio a la fuga. Lo primero que pensó hacer fue devolver su automóvil a los antiguos dueños. Había comprado el vehículo hacía dos meses y pensó que si lograba devolverlo la responsabilidad recaería en los antiguos dueños. No logró hacer eso. A las 23:00 horas apareció por Carabineros un abogado a nombre de él dando explicaciones. A esa hora ya era imposible hacerle un test de alcoholemia. El auto andaba sin permiso de circulación, sin seguro que cubriera a terceros, etcétera.

Según me cuentan los padres de Rayün, al no poder realizarse el test de alcoholemia al conductor y no tener éste antecedentes penales, amén que este hecho sea considerado por la justicia como cuasi delito, todo indica que el procedimiento no tenga consideración penal y sólo se le retire al asesino de Rayüncita la licencia de conducir por un tiempo y eso sería todo.

¿Es justa la justicia en Chile? ¿Tienen cursos de descriterio los jueces chilenos? ¿De quién depende cambiar un sistema de administración de justicia en nuestro país para que estos crímenes no queden impunes? Creo que eso depende de usted, de mí, y de millones de chilenos que no podríamos considerar esta situación justa. Es necesario que quienes hacen las leyes en Chile no sigan haciendo la vista gorda de este tipo de delitos. Un individuo que conduce a toda velocidad bajo la influencia de quizás qué tipo de sustancia, cruza un paso de peatones adelantando por carril derecho, hace volar por los aires a una niñita de cuatro años, huye del lugar del accidente denegando auxilio a la víctima, trata de engañar al antiguo dueño del vehículo, devolviéndole el ex automóvil (a esta alturas ya transformado en un arma asesina), para que otro sea inculpado del crimen, y al final del día se va a acostar para tener un feliz sueño y manda a su abogado a parlamentar con Carabineros. Ese joven estudiante chileno es un ser despreciable y debiera estar durmiendo en una celda de Santiago Uno, y no en su casa y en poco tiempo más, sino hoy mismo, conduciendo a toda velocidad.

Veo la foto de Rayún, su almohada, sus juguetes, a su hermanito que la adoraba frente a un computador. Abrazo a sus padres. Y la pena es tan grande porque nada podrá devolver a Rayün dando saltitos de la mano de su mamá. Ojalá las leyes cambien y ante un caso así el asesino esté muchos años en la cárcel, y no pueda volver a recuperar su licencia de conducir. No porque vaya a devolvernos a Rayün, sino para que las niñitas como ella puedan seguir caminando por Santiago dando saltitos de alegría de la mano de mamá.

Por Mauricio Redolés

El Ciudadano Nº126

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