Septiembre Negro… nada que celebrar

El día 11 de este mes fue tristemente significativo para el pueblo de Chile

Por Wari

19/10/2010

Publicado en

Columnas

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El día 11 de este mes fue tristemente significativo para el pueblo de Chile. No sólo conmemoramos el trigésimo séptimo aniversario del aplastamiento por la fuerza bruta del último gobierno que representó los intereses de las grandes mayorías nacionales, el de Salvador Allende. También constatamos con dolor republicano que la Constitución ilegítima impuesta en 1980, aquella que institucionaliza la existencia de chilenos de primera y de segunda clase, cumple 30 años.

En este mes de septiembre de 2010 no tuvimos nada que celebrar. Alianza y Concertación promovieron con un ardor propio de mercaderes un bicentenario trucho, el onomástico del juramento de fidelidad al Rey de España Fernando VII por un puñado de oligarcas que ya en esa época tuvo mucho cuidado de no involucrar al pueblo llano.

Tres o cuatro días de asueto arrojados como dádiva a un pueblo despojado de derechos no ocultan que nuestro país está atravesando por los peores momentos de las últimas décadas. La herencia institucional y económica del período 1973-2010 determina que la riqueza de unos pocos les garantiza educación, salud y previsión, dignas de un país del primer mundo. El resto, o sea la inmensa mayoría del pueblo de Chile, accede a una educación, a servicios de salud y a una previsión que avergonzarían a más de un país africano.

Este septiembre también mostró con claridad cristalina que en Chile la Justicia discrimina entre ciudadanos de primera y segunda categoría. ¿Con qué sustento moral se les exige a los Mapuche respeto por un Estado de derecho que no les reconoce ninguno? La ley antiterrorista, concebida para reprimir a los demócratas, deviene ley ad hoc para “pacificar” al Wallmapu. Destacados personeros de la Concertación se niegan a derogar esa “ley maldita”, mientras otros ponen en escena una repentina solidaridad para con quienes ellos mismos enviaron a la cárcel. La defensa del orden establecido sigue uniendo a la Alianza y a la Concertación.

Este mes de septiembre también fue un nítido reflejo de la profundidad del reflujo provocado por la dictadura y los gobiernos concertacionistas, así como del camino que queda para reponer el proyecto que Allende dejó pendiente.

Si el movimiento social renace, aún está lejos de articularse como un actor político. Una cierta izquierda claudicó sus esfuerzos por levantar una alternativa al modelo pinochetista y decidió formar parte del juego demarcado por la Constitución. La Concertación culebrea para reposicionar su extraviada legitimidad, asiste a marchas que reprimió durante 20 años y se pronuncia sobre temas que omitió y acalló mientras estuvo en el poder. El drama de los mineros de San José evidencia la realidad laboral de todos los trabajadores chilenos. Cuando pase el reality show de Golborne, la vulnerabilidad y la desprotección laboral seguirá incólume.

Con la vuelta de la derecha tradicional al Gobierno sólo la élite tiene razones para celebrar en este mes de septiembre. La institucionalidad pinochetista y la sillita musical binominal se consolidan. El modelo económico no corre peligro. Tienen todo bajo control, o al menos eso piensan ellos.

Hace doscientos años la elite latifundista le juraba lealtad al “rey felón”. En septiembre de 2010 sólo los dueños del Club privado tienen algo serio por qué brindar. Nosotros, el pueblo de Chile, estamos guardando la chicha para cuando tengamos algo que festejar. Y como la chicha no es de guarda prolongada, no esperaremos mucho para producir los cambios democráticos y republicanos que justifiquen otra fiesta. Nuestra fiesta.

Por Salvador Muñoz

Presidente del Partido de Izquierda (Paiz)

Politika, segunda quincena septiembre 2010

El Ciudadano N°88

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