Sin oposición, ¿se puede construir la democracia?

Columna de Diego Regalado

El Ciudadano México

12/03/2025 2:16pm

Ante el acoso de Estados Unidos, Claudia se ha mostrado fuerte y mesurada. En contraste, la oposición radicaliza su discurso. Celebra cuando Donald Trump amenaza con aranceles y despotrica cuando se retracta. En el peor de los casos, aboga por aberraciones como la intervención militar o el colapso económico del país. ¿Cuál es el costo de hacer política desde las vísceras?

Esta era la pieza que faltaba para que MORENA se propusiera tomar el control del país. El dominio del ejecutivo, mayorías en casi todas las cámaras y una elección judicial inminente no son suficientes; se necesita una narrativa unificadora. El temple de Claudia dignifica a una sociedad acostumbrada a menospreciarse.

Frente a esto, la oposición entró en un bucle autodestructivo. No es arbitrario. Ante la fuga de cuadros que sufren los partidos tradicionales hacia MORENA (desde casos tan dispares como Javier Corral y Miguel Ángel Yunes), la única forma de mantenerse a flote es apelando al electorado más radical: racistas, clasistas y odiadores varios. Mientras más intentan retenerlos, más alienan a su electorado moderado.

La oposición agoniza. No hay alternativas. MORENA está a dos triunfos más de institucionalizarse. Sin embargo, muchos morenistas observan con amargura cómo el poder atrae a políticos profesionales, emanados del prianismo, y los devuelve a los puestos que siempre ostentaron. Se equivocan. MORENA nunca tuvo las tablas para gobernar un país por sí solo. La estrategia de López Obrador fue más sutil. Construyó un caballo de Troya. Nunca pretendió expulsar a los políticos de siempre, sino infiltrar a los suyos. No es que MORENA se llenara de «chapulines», sino que el gobierno se pobló de «chairos». Sin una oposición real, corresponde a los ideólogos de la Cuarta Transformación decidir si quieren construir una democracia o un partido único. ¿Qué harán con tanto poder?