¿Solidaridad o competitividad?

El deceso del Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Comandante Hugo Chávez Frías, ocurrido en Caracas el pasado 5 de marzo, ha conmocionado tanto a sus seguidores como a sus detractores

Por Wari

24/03/2013

Publicado en

Columnas

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El deceso del Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Comandante Hugo Chávez Frías, ocurrido en Caracas el pasado 5 de marzo, ha conmocionado tanto a sus seguidores como a sus detractores. La prensa ha destacado los aspectos anecdóticos de Chávez, dejando de lado que su elección como Presidente, a fines de 1998 fue el inicio del fin de los partidos políticos que se turnaban en el poder desde 1958, facilitando a reducidos sectores que profitaban de los bienes y del producto del trabajo perteneciente a todos los venezolanos.

Chávez encabezó la búsqueda de la superación del mundo unipolar expresado en la dictadura internacional de los mercados y que constituye una amenaza para la paz y la democracia, además de considerar a las personas como mercancías. De allí la relevancia de tender a transformar la economía mundial basada en la competencia por una economía basada en la solidaridad entre los pueblos a través de la integración política, cultural y también económica.

El Presidente Chávez recibió un legítimo mandato popular y que él tradujo en la extensión del derecho a la educación; en el acceso a la salud; en la construcción de viviendas; en la comunidad energética de los países del Centro y del Cono Sur de América; en la Constitución surgida desde las bases populares; en el establecimiento del ALBA como alternativa al Alca, y que no se funda en ventajas comparativas, sino en ventajas cooperativas destinadas a reducir las asimetrías de los países adherentes; en el Banco del Sur frente a la opresión ejercida por el BM, el FMI y la OMC; en la nacionalización del petróleo; en la reforma agraria para revitalizar el campo y entregar tierra a los campesinos; en las leyes acerca de la no discriminación por razones de raza, sexo y otras; en la relevancia dada a los países productores de petróleo reunidos en la Opep; en la integración con soberanía a través de Unasur y Celac; en las Misiones en los barrios; en la participación ciudadana; en la disminución de la pobreza, como lo indica el último Informe de Desarrollo Humano de la ONU; en el establecimiento de relaciones con países vecinos fundadas no en transacciones comerciales tradicionales, sino en el trueque; en la Operación Milagro, que ha permitido recobrar la visión a miles de chilenos que no tienen cabida en los servicios de salud de su propio país; etc…, etc…, etc…

Chávez contribuyó al despertar de la conciencia de su pueblo y de los pueblos de América Latina: es así como en varios países han accedido al poder gobiernos opuestos a las experiencias neoliberales, tales como Argentina, Bolivia, Ecuador, Brasil, Nicaragua, Uruguay, Paraguay. A pesar de la propaganda interesada y la desinformación, Venezuela ha hecho retroceder la pobreza y la desigualdad, invirtiendo la renta petrolera en gasto social.

Pero el fracaso del llamado Consenso de Washington no amilana a las grandes transnacionales. Frente al influjo del “Socialismo del siglo XXI” se ha levantado el denominado Tratado Trans Pacífico (TPP por su sigla en inglés), iniciado hace tres años entre Estados Unidos, Chile, México, Perú, Colombia, Singapur, Brunei, Australia, Nueva Zelandia, Vietnam y Malasia, realizándose de manera secreta, buscando dar continuidad al frustrado Área de Libre Comercio de las Américas (Alca), a través de los Tratados de Libre Comercio (TLC). La pretensión de promover por esta vía una reforma de las reglas del comercio global a nivel internacional, contraría el mutilateralismo y erosiona las reglas de la democracia, puesto que afectará el acceso a los medicamentos; amenaza el acceso a la libre información, el uso de Internet y los bienes culturales; promueve el modelo de protección de inversiones; acrecienta la desregulación del sector financiero; profundiza la privatización de los servicios públicos; facilita la apropiación de recursos naturales; desincentiva el trabajo decente; amenaza la soberanía y la seguridad alimentaria; pone en riesgo la sobrevivencia de los pueblos originarios; afecta los procesos de integración regional. Es la antítesis del bien de los pueblos postulado por Chávez.

La partida de Chávez debe ser un estímulo para insistir en la organización popular, nutriendo las luchas contra el hambre y la esclavitud, contra los regímenes que niegan la tierra, el pan y el agua que pertenecen a todos. No es posible aceptar que alrededor de 230 familias se apropien del 80% de la riqueza del planeta. Esto es contrario al Buen Vivir y al Buen Convivir que postuló Chávez al construir caminos para humanizar a la humanidad.

Hervi Lara

Comisión Etica contra la Tortura (CECT-Chile).

Santiago de Chile, 21 de marzo de 2013.

Para El Ciudadano

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