Un gobierno impopular

Este gobierno sufre del mal de la impopularidad y parece que cada cosa que hace lo hace más impopular

Por Mauricio Becerra

29/08/2011

Publicado en

Columnas

0 0


Este gobierno sufre del mal de la impopularidad y parece que cada cosa que hace lo hace más impopular.

Esta afirmación no es una valoración socio económica por cuanto seguramente en los sectores populares conserva ciertos niveles de adhesión. No es eso. Más bien el Presidente Piñera encabeza el gobierno al que más mal le ha ido con las percepciones ciudadanas entrando a las grandes ligas de impopulares como Alejandro Toledo en Perú, Carlos Menem en Argentina, Gonzalo Sánchez de Lozada en Bolivia, Carlos Andrés Pérez en Venezuela. Varios de estos, escapados de sus países. Y él está muy lejos de otros gobernantes como el actual Presidente venezolano Hugo Chávez que lleva 12 años en el poder ganando once elecciones y conservando un apoyo por sobre el 50%.

Las razones de su impopularidad son varias y, además, discutibles. Lo que no se puede discutir es el bajo respaldo que tiene la Coalición en el gobierno, menor incluso que el que mantuvo a Pinochet. En que medida esto afecte la percepción del Presidente de cómo su gobierno será acogido en los libros de Historia es determinante para descifrar la forma en que el actual proceso de movilización social será enfrentado por él.

Para iniciar ese abordaje, lo más importante es aproximarse a la realidad, bajar las escaleras del poder político y económico y estar con las personas. Todos los políticos se consideran depositarios de una claridad total sobre los problemas del país, pero el pulso de lo que las personas sienten y quieren y por ende, precisar aquello que los mueve, no está descifrado. Si lo estuviera, no se diría cosas como “hay que abandonar la violencia y retomar el diálogo” cuando todo el país sabe que el tema central es el debate sobre educación no los disturbios.

Tanto el Presidente como los partidos que lo apoyan descifran la realidad a partir de construcciones que hacen de un Chile en el cual la mayoría no vivimos. Esa visión que en una buena parte los llevó al poder, sin embargo, no contaba con la estrepitosa caída de la Concertación. Confiaron en alternancia y en la existencia de una oposición que iba a ser dique de contención social, como ha sido durante 20 años. Pero la sociedad chilena sencillamente se “cabreó”, sobrepasando a la Concertación -que de oposición tiene poco- con el movimiento estudiantil como actor central modificando la distribución de las fuerzas políticas. La única fuerza política que parece salvarse es el PC aunque claramente no es dueño de la pelota.

Lo anterior ocurre porque la derecha en la realidad, no cree en el cambio social, pese al eslogan del ex candidato presidencial Joaquín Lavín. Sus ideólogos saben el peligro que significa entusiasmar a las masas y muchos critican este tipo de política por constituir la antesala del populismo que más bien identifica a los gobiernos de derecha que a los de izquierda. Populismo no es gobernar para las mayorías, eso sería democrático. Populismo es gobernar para complacer.

La impopularidad del Gobierno y su Presidente puede llevarlos a imponer por la fuerza que nos agrade a todos o puede llevarlos a ceder ante las demandas. Eso, está por verse. Lo cierto del caso es que responder a demandas sociales no constituye un acto de populismo y la responsabilidad del Gobierno no se mide por su mano dura sino por la consistencia de sus posturas y el cumplimiento de los programas que presentaron para ser gobernantes.

No soy partidario de periodos gubernamentales cortos sin reelección, pero afortunadamente el actual sólo será cuatro años porque la impopularidad es como una enfermedad y será un suplicio ver cómo el Gobierno, que al parecer nadie quiere, agoniza en los próximos dos años.

Carlos Arrué

Analista Ical

Síguenos y suscríbete a nuestras publicaciones

Comparte ✌️

Comenta 💬