Opinión

¿Una pasada correcta de la UDI?

Finalmente el tribunal de la Corte de Apelaciones confirmó la sentencia del senador Jovino Novoa,  por la falta que lo involucra en emitir boletas por actividades que no se realizaron a empresas que dieron plata a su partido; permitiendo de este modo, que estas recuperaran parte de esa plata que en realidad le correspondía al […]

Por paulwalder

14/01/2016

Publicado en

Columnas

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avelino jimenezFinalmente el tribunal de la Corte de Apelaciones confirmó la sentencia del senador Jovino Novoa,  por la falta que lo involucra en emitir boletas por actividades que no se realizaron a empresas que dieron plata a su partido; permitiendo de este modo, que estas recuperaran parte de esa plata que en realidad le correspondía al Estado.  El presidente de su partido, la UDI, Hernán Larraín había dicho que él no se iba a pronunciar sobre si debía congelarse su militancia, o debería ser expulsado, porque para esas decisiones  estaba  el Tribunal Supremo del partido, que tendría que emitir una conclusión una vez que la justicia aclarara los hechos, y no antes porque no habría seguridad oficial sobre lo realmente ocurrido.

La semana pasada La Justicia confirmó que el senador Novoa había cometido la irregularidad, entonces lo evalúa el Tribunal Supremo y decide no sancionarlo. El argumento es que la actividad  denominada boletas falsas no fue para enriquecimiento personal sino para el partido, en una modalidad de actuar que era conocida, y tácitamente aceptada ampliamente entre las entidades políticas, no era una conducta personal exclusiva.

Después de haber pensado inicialmente que la UDI se hundía en el maniqueísmo y la desfachatez, creo que podría ser posible que en esta pasada la UDI tuviera una respuesta aceptable a las circunstancias que se le presentan. En esta pasada la UDI puede estar en lo correcto.

Son leales con un líder histórico del partido, con el que tienen una profunda identidad y afecto y reconocen que era así como se actuaba, por lo que si sancionan a Jovino Novoa, en justicia debían haber sancionado a muchos más que estaban respaldando esa conducta, de acuerdo al estándar ético del momento, no solo en la UDI si no también en otros partidos y niveles políticos.

Hay lealtad, porque podrían haber dejado caer a Novoa, aun sabiendo que no actuaba solo, que muchos daban su anuencia y, se habían dejado llevar a las irregularidades mencionadas  porque “mal de mucho consuelo de tontos”. Pudieron haber dicho: todos o muchos sabemos, pero si alguien cae sancionado se tiene que ir  y se convierte en chivo expiatorio, con lo que hubieran agregado un nuevo recoveco de falsa astucia política. Es correcto también que hallan además afirmado que “nunca más” en la UDI se realizaran actos de esa índole.

La situación de otros involucrados en irregularidades semejantes pero que no eran para financiar el partido –no importa que partido político sea-, sino para financiamiento de sus propias candidatura o enriquecimiento personal, es diferente. En estos casos ya es más difícil encontrar coherente no sancionar con el argumento de que era una práctica irregular pero que se hacía en forma generalizada. De hecho el PPD y el partido socialista a través de sus personeros han declarado que el que haya cometido una irregularidad así tiene que irse. Entendiendo de que si lo hace para sí mismo aunque muchos sepan y lo consideren una conducta generalizada y tolerada, en este caso el que cae cae, y no se le presta ropa.

No se deben tomar decisiones sobre casos como estos sin una verdad jurídica; y por su puesto estas tiene que ser oportunas, es decir: rápidas. Así como de la lucha por los DDHH aparece la asertiva afirmación: “verdad, justicia y reconciliación”, esta coyuntura política dinero política tiene que pasar por etapas similares. Verdad, que puede ser la entregada por los tribunales, justicia en la sanción y la respuesta de los partidos consonancia con esa verdad develada y, “conciliación”; no ya una “reconciliación” (porque no hay seguridad que tuviéramos un nivel ético anteriormente superior con el cual nos vamos a “reencontrar”), sino que nos vamos a conciliar con una nueva convicción ética. Que digamos de paso será igualmente una creencia, una convicción, no una ética sagrada ni última, que como todo lo humano valórico durara hasta que una nueva visión venga a reemplazarla.

Si en esta pasada quizás la UDI podría estar en lo correcto con un militante, es bueno. Sobre todo que los castigos por los hechos sancionados son de baja gravedad. El problema profundo que tiene la UDI es como pueden proyectarse a futuro sin riesgo permanente de colapso ético, dejando a Jaime Guzmán -y a todos sus secuaces de corazón- en el status que lo tienen, a pesar de sus con graves faltas -sino herejías- políticas y de coherencia humana en su actuar , aunque fuera muy bueno para el partido y muchos lo consintieran explícita y tácitamente. Cuando se pronuncien sobre ello con la misma escrupulosidad, quizás van a trasmitir una esperanza no solo para la UDI, también una auspiciosa señal para la comunidad chilena.

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